Otro año más, la primera jornada del Leyendas del Rock en Villena no fue solo el comienzo de un festival, fue otra demostración de lo fuerte que sigue la marca leyendera, con un público que respondió fielmente una edición más, pese a ser uno de los carteles más arriesgados y vanguardistas de sus, con esta, dieciocho ediciones. Así, con un sol alicantino aun castigando cuando se abrieron las puertas, más de diez mil metaleros se congregaron este pasado miércoles con una única misión: vivir la música, sentir cada acorde y dejarse la garganta en cada estribillo de algunas de sus bandas favoritas.

Esta jornada inicial del Leyendas del Rock se abrió de par en par con Warkings, la banda de power metal germano-austriaca que además estuvo recientemente triunfando por Wacken. Su propuesta es pura teatralidad, con guerreros históricos que desfilan por el escenario como si hubieran saltado de una película de fantasía, destacando sus vistosas máscaras, y sin apenas conocerse nada de los músicos que la integran, dando un halo de misterio a su formación.
Así, con clásicos como “The Last Battle", de su álbum ‘Reborn’, ya se metieron al público de Villena en el bolsillo casi desde el principio. Tienen a sus personajes bien definidos, como Georg Neuhauser, el imponente The Tribune, que desató su poderío vocal junto a la formidable Secil Sen como la misteriosa Morgana le Fay. El resto de la banda no se quedó atrás, destacando Markus Pohl como The Crusader en la guitarra, el imponente Christian Rodens (The Viking) al bajo, y el sólido Steffen Theurer (The Spartan) a la batería.
Más allá de su propuesta visual, algo freak, y de que fueron algo vacilones con preguntas cómo “What is your profession?”, respondida con un “¡Aohh…!” al unísono por el público, al más puro estilo espartano de “300”, lo cierto es que verlos juntos era como presenciar a un equipo de superhéroes del metal.

No faltó “Armageddon" ni "Spartacus", ese temazo de su álbum ‘Revolution’, que es puro fuego, con un estribillo tan potente y pegadizo. Musicalmente, en ocasiones, me recordaron ligeramente a los suecos Dream Evil, con temas como "Hephaistos", una joya de su álbum debut. Tampoco olvidaron la brutal "Genghis Khan" o la épica "Kings of Ragnarök", ambas de ‘Armageddon’, que te hacían sentir parte de leyendas, nunca mejor dicho, o "Fight" de ‘Revolution’.
Cerraron con la épica "We Are the Fire" y una doble dosis de su álbum ‘Reborn’: la épica "Sparta", que te hacía sentir parte de una falange griega, y "Gladiator", con un estribillo que te invitaba a luchar en la arena, y que incluyó un fragmento de la banda sonora de la mítica película ochentera "Top Gun". Seguro que estos vikingo, espartano, tribuno, cruzado y bruja han sumado nuevos fans, como al joven seguidor que tuvieron el detalle de subir al escenario.

Pude acercarme un rato a la carpa del New Rock Stage, que presentaba una muy buena entrada para recibir a la explosiva banda The Butcher Sisters, abreviados con el acrónimo TBS, tal y como rezaba su logo en el telón trasero del escenario. Esta formación de Mannheim, Alemania, se ha ganado un hueco en la escena con una mezcla única de rap alemán, metal y hardcore. Su estilo irreverente y un sonido contundente fueron la dosis perfecta para una tarde de festival.
No faltaron temas como hilarante "Der Nudelsong", una canción que, a pesar de su tono desenfadado, desató un mosh pit instantáneo, "Uga Uga Bam Bam" y la contundente "Reiner", cortes que demostraron la maestría de la banda para combinar ritmos de hardcore con letras en su idioma natal.
La verdad es que Fit For A King, la agrupación de metalcore de Texas, no se anduvo con rodeos, abriendo con fuerza el escenario Azucena. Desde el primer instante, el ambiente se sentía cargado de una emoción cruda y potente. La batalla musical arrancó con la frenética "Technium" y el himno "No Tomorrow", dos verdaderos trallazos de su álbum ‘Lonely God’ que te ponían las pilas al instante.

En el escenario, cada miembro estaba en su sitio, listo para darlo todo. Con Ryan Kirby al frente, desatando unos guturales que te hacían temblar, y el apoyo de Ryan "Tuck" O'Leary con esas voces limpias tan melódicas, la banda demostró una compenetración brutal. A los lados, las guitarras de Bobby Lynge y Daniel Gailey lanzaban unos riffs que te golpeaban el pecho sin piedad, todo ello sobre la base rítmica demoledora de la batería de Trey Celaya.
El público, ya en éxtasis, no dejó de saltar al ritmo de cada breakdown. La banda demostró una conexión increíble con sus fans al interpretar "Keeping Secret", así como con "Deathgrip", un tema que da nombre a su álbum y que resonó con una fuerza impresionante. Después, Fit For a King nos llevó de lleno a la atmósfera de su álbum ‘The Hell We Create’ con dos temas seguidos: la agresiva "Eyes Roll Back" y el ritmo demoledor de “Reaper”. La sensación en el público era la de estar en medio de un torbellino.
Y cuando parecía que nos habían dado todo, nos sorprendieron con una ráfaga de puro metalcore. La potencia de "Breaking The Mirror" (de ‘The Path’) y la épica de "Witness The End" (de ‘Lonely God’) se sucedieron en un torbellino de riffs y gritos. A continuación, el ritmo no paró con "God Of Fire" de ‘The Path’ y la más sentida "When Everything Means Nothing”, de ‘Dark Skies’, donde la voz de Tuck O'Leary lo dio todo. Para el cierre, nos regalaron una doble dosis de pura adrenalina: el himno "Lonely God", que te recordaba el nombre de su disco, y el brutal "Backbreaker", de ‘Dark Skies’. Dejaron a la audiencia extasiada y con la garganta rota de tanto gritar. No defraudaron.

Si hubo un grupo que de verdad reventó el tercer escenario en este día, sí, el de la carpa “New Rock” (antes Mark Reale), fue sin duda Dogma. Ya era sorprendente encontrarte a un montón de fans (tanto hombres como mujeres) ataviados de monjas, lo que da una idea lo que mueve este combo femenino con identidades secretas (en principio fraguado en Brasil y Sudamérica en general), que ha tenido varias formaciones y cuyos nombres artísticos son Lilith, Lamia, Nixe, Abrahel y Rusalka.
A pesar de su aspecto, el que medios generalistas definieron como “monjas satánicas” por sus atuendos y maquillajes, lo cierto es que facturan un hard rock y heavy metal de estilo clásico y melódico. Sin duda, ofrecieron un gran concierto.
Provocadoras y sensuales, con temas como “Forbidden Zone”, “Made Her Mine” o “Carnal Liberation” se metieron a fans y curiosos en el bolsillo desde el primer minuto. “¡Queremos una misa!”, nos gritan, mientras nos sorprenden con su metalizada versión de “Like A Prayer” de Madonna.

No faltó “My First Pick” o “Bare To The Bones”, así como un sentido homenaje instrumental a Ozzy y Black Sabbath que incluyó fragmentos de “Crazy Train”, “Paranoid” y “War Pigs”, además de otros trocitos de clásicos del metal como “Walk” (Pantera), “Master Of Puppets” (Metallica) o “Symphony of Destruction” (Megadeth).
Lo cierto es que con temas tan pegadizos e hímnicos como “Father I Have Signed” tienen pinta de que van a seguir creciendo y tocarán en los escenarios principales en próximos años, además de que su propuesta teatral y visual es muy atractiva.
Poco a poco el ambiente en el recinto iba creciendo, y en el escenario “Jesús de la Rosa” la banda texana de metalcore Kublai Khan no tardó nada en darle aún más calor. El concierto arrancó con una energía brutal, una auténtica declaración de intenciones con "Darwinism", de su álbum ‘Exhibition of Prowess’.

Fue un doble puñetazo en la cara sin darnos ni un respiro, con "Antpile 2" y "Theory of Mind", ambas también de ‘Exhibition of Prowess’, que ya te ponían la piel de gallina. Siguieron sin dar tregua con "Low Tech" (de ‘Exhibition of Prowess’), un temazo que te hacía mover la cabeza sin parar.
De ahí saltaron a su disco ‘Absolute’ con la poderosa "Boomslang", que sonó demoledora. La banda demostró una conexión profunda con el público, y la verdad es que lo hicieron con dos joyas de su EP ‘Lowest Form of Animal’: la cruda "Swan Song" y la intensa "Loyal to None”.
El público se desató por completo con "Cannibal" (‘Exhibition of Prowess’), y luego la energía se desbordó con "Resentment", de ‘Lowest Form of Animal’, un tema que te llegaba a lo más profundo. A continuación, el ritmo no paró ni un segundo con “Self-Destruct", de ‘Absolute’, un auténtico himno que te hacía saltar sin control.
El concierto se convirtió en una espiral de intensidad con la llegada de dos temazos como la implacable “The Hammer”, de su álbum ‘Nomad’, y la brutal "Supreme Ruler", de ‘Exhibition of Prowess’. La banda, en su máxima potencia, nos hizo enloquecer también con "Antpile", de ‘Nomad’. Contundentes.

En la tarde del tercer escenario, el “New Rock Stage”, el festival recibió una de las actuaciones más melódicas de la jornada: la de 91 Suite. La banda murciana de hard rock, que venía de triunfar en la última edición del Rock Imperium, llegó para salvar una de las bajas más sentidas de última hora, la del grupo Hardline, ya confirmados para la próxima edición.
Esta formación, una de las más queridas del panorama nacional, ofreció un setlist exquisito, deleitando a los amantes del AOR con su calidad. Liderada por la inconfundible y magnífica voz de Jesús Espín, la banda demostró su impecable estado de forma. Junto a Jesús, los hachas Iván González (con un homenaje a Ozzy llevando una camiseta de Black Sabbath) y Paco Cerezo a las guitarras, Antonio Muñoz al bajo, Daniel Morata a los teclados, y David Koto a la batería, se entregaron en cuerpo y alma.
El concierto fue un viaje a través de su discografía, comenzando con la dulce y potente "Seal It With a Kiss" y la enérgica "Times They Change". La melódica "Starting All Over" siguió demostrando por qué 91 Suite es un referente del género. La tarde se iluminó con el groove de "All for Love" y la novedosa "Give Me Your Heart". La intensidad no decayó, con la potencia de la increíble "Perfect Rhyme" y la poderosa "Wings of Fire", completando un corto pero contundente setlist cargado de clásicos.
Pidieron disculpas por su retraso por problemas en las pruebas de sonido, lo que les hizo quitar un par de temas. Como broche de oro, y a modo de adelanto de su próximo trabajo, presentaron el coreable "See the Light", su actual single, con el que cerraron una actuación que superó todas las expectativas.

La verdad es que la tarde en el “Azucena Stage” del Leyendas del Rock se sintió como el preámbulo de una película de ciencia ficción. La expectación era brutal cuando la icónica banda de industrial metal de Los Ángeles Fear Factory estaba a punto de tomar el escenario. Fue una auténtica bofetada de sonido con la demoledora "Demanufacture", de su álbum del mismo nombre, que fue el protagonista de la tarde noche, que te hacía sentir en un futuro distópico.
Y es que no dieron tregua, porque la siguieron con una ráfaga de temazos de ese mismo disco que a día de hoy son himnos: la agresiva "Self Bias Resistor", la contundente "Zero Signal" y la icónica "Replica", que hizo estallar a la multitud con este trallazo hiperconocido.
Justo cuando pensábamos que no podía ir a más, la banda nos regaló otra inyección de pura energía con "New Breed", la versión “Dog Day Sunrise” de Heart Of David y la cruda "Body Hammer". Después, el ritmo no paró ni un segundo cuando sonó la implacable "H-K (Hunter-Killer)", un temazo que te golpeaba sin piedad.
La noche continuó con la potente "What Will Become", de su álbum ‘Digimortal’, y la agresiva "Edgecrusher", de ‘Obsolete’. A continuación, la banda mantuvo a todo el mundo con la adrenalina a tope con "Linchpin", también de ‘Digimortal’, que sonó brutal. Y para el gran final, la banda liderada por el guitarrista Dino Cazares nos regaló el himno que da nombre a uno de sus álbumes más reconocidos: la demoledora “Archetype".

Fue un cierre perfecto para una jornada inolvidable, dejando a la audiencia extasiada y con la sensación de haber presenciado un show en el que se dio todo hasta el último segundo.
Hay que reseñar que el nuevo vocalista, Milo Silvestro, que sustituye al carismático Burton C. Bell, venció y convenció; va sobrado y llega a registros que su predecesor ya no llegaba en los últimos años. La banda se despidió victoriosa mientras sonaba de fondo el mítico tema de la película “Terminator 2”.
Pocos minutos de espera, y pronto suena de intro el mítico “Balls To The Walls” de Accept, y ya desde el primer momento en que Hatebreed se sube al escenario, liderados por el incansable Jamey Jasta a las voces, quedó claro que no estaban allí para tocar, sino para liberar una fuerza de pura energía y agresión.
Además, su “ball of death”, materializado en una pelota gigante, rodó con energía por todo el recinto. La banda, originaria de Bridgeport, Connecticut, ha sido una figura clave en la consolidación del metalcore, mezclando la rabia del hardcore punk con la pesadez del heavy metal. El concierto comenzó con la arrolladora "I Will Be Heard", del álbum ‘Perseverance’, que encendió el recinto con su mensaje de perseverancia inquebrantable.

La voz gutural de Jamey Jasta resonó con una ferocidad inconfundible, mientras la potente base rítmica de Matt Byrne a la batería y Carl Schwartz (First Blood, incorporado por la baja de Wayne Lozinak) al bajo mantenía un pulso implacable. La banda no dio un segundo de respiro, enlazando la canción con la implacable "Make the Demons Obey" y la abrasadora "Tear It Down", del disco ‘The Rise of Brutality’. Cada riff era una invitación a la catarsis colectiva.
El ritmo continuó siendo brutalmente rápido con temas como "To the Threshold", de ‘Supremacy’, y "Serve Your Masters", de ‘The Concrete Confessional’. La combinación de las guitarras de Matt Bachand (bajista que cubre el puesto de Wayne Lozinak mientras este batalla contra el tumor que le fue descubierto) y Frank Novinec aportó una pared de sonido sólida, demostrando la maestría de la banda en el hardcore metal.
El público, a su vez, formó un mar de cuerpos en movimiento constante, mostrando su respeto y devoción a través de la violencia controlada del mosh. No faltó la vacilada por parte de Jasta a W.A.S.P., preguntándonos si follábamos “como una bestia”, en alusión al censurado clásico de sus paisanos yankees.

La banda no se detuvo, repasando su discografía con temas de alto voltaje como "A Call for Blood", de ‘Perseverance’, y "Before Dishonor", del álbum debut, que les dio un culto de seguidores en sus inicios, ‘Satisfaction Is the Death of Desire’. El himno definitivo para la destrucción masiva llegó con "Destroy Everything", de ‘Supremacy’, una canción que provocó un estallido de energía por toda la multitud.
La euforia continuó con "This Is Now", de ‘The Rise of Brutality’, y "Driven by Suffering", también de su primer álbum, cada una de ellas un puñetazo directo al estómago. El tramo final del concierto fue una exhibición de poder puro. Los temas "Proven", de ‘Perseverance’, y "Seven Enemies", de ‘The Concrete Confessional’, prepararon el terreno para el coro masivo de "Perseverance" y "Smash Your Enemies", de Under the Knife, donde las miles de voces se unieron en un solo grito de superación.
El show se despidió de la misma forma que había comenzado, con una andanada de clásicos incontestables: "Last Breath", de ‘Satisfaction Is the Death of Desire’, y la enérgica "Live for This", de ‘The Rise of Brutality’. El final apoteósico llegó con "Looking Down the Barrel of Today", de ‘The Concrete Confessional’, un grito final de desafío y resistencia que puso el broche de oro a una noche inolvidable de hardcore sin concesiones.

El escenario “Azucena” se preparó entonces para recibir a uno de los grandes mitos del heavy metal, W.A.S.P.. Para muchos de los presentes, era una cita ya habitual, pues, si no me falla la memoria, era la tercera vez que la banda visitaba el festival. En esta ocasión, la expectación era máxima, ya que su líder, Blackie Lawless, había prometido algo muy especial: la interpretación completa de su legendaria ópera prima homónima, un clásico de los años 80 que marcó un antes y un después en el heavy metal.
El concierto se inició con una descarga de puro heavy metal que transportó a la audiencia directamente a la década de los 80. La banda arrancó fuertemente con el himno "I Wanna Be Somebody", que levantó a la multitud al instante, coreando cada palabra con una pasión desbordada. Siguieron con la acelerada "L.O.V.E. Machine" y la melódica "The Flame", que demostraron la versatilidad de la banda y el dominio escénico de Lawless.
A continuación, la banda se adentró en el corazón de su álbum debut, ofreciendo una interpretación fiel y poderosa de cada una de sus canciones. La fuerza de "B.A.D.", la rebeldía de "School Daze" y la épica de "Hellion" resonaron en el recinto, con Blackie Lawless dirigiendo la orquesta con su inconfundible voz. La melancólica y épica balada "Sleeping (in the Fire)" ofreció un momento de respiro, con otra gran interpretación. La energía volvió a subir con un clásico del calibre de "On Your Knees", así como las joyas menos habituales "Tormentor" y "The Torture Never Stops", con la banda demostrando que, a pesar del paso de los años, su poderío escénico sigue intacto.

Videoclips e imágenes de conciertos de aquellos años (donde se veía incluso a Chris Holmes) ilustraron su descarga con un escenario donde prevalecían varios carteles de estética clásica y casi circense. Un detalle que se hizo notar fue la ausencia del famoso single autocensurado, "Animal (Fuck Like A Beast)", debido a las actuales convicciones religiosas de Lawless.
A pesar de ello, el público disfrutó de cada segundo de este viaje musical por un clásico de los 80, más habiendo centrado su repertorio en su mejor etapa. Tras la interpretación del álbum completo, algo que según comentó Blackie (que estuvo más comunicativo y simpático que nunca) no se volverá a repetir una vez termine este tour conmemorativo, la banda regresó para ofrecernos varios bises.
Tras una intro grabada, "The Big Welcome", se desató una fiesta de clásicos. W.A.S.P. enlazó un medley de grandes éxitos como "Inside the Electric Circus", "I Don't Need No Doctor" y "Scream Until You Like It", seguido de una increíble versión de "The Real Me", de The Who.
El broche de oro lo pusieron con la balada atemporal "Forever Free", el explosivo "The Headless Children", la salvaje "Wild Child" y, para cerrar una noche inolvidable, el himno festivo y rockandrolero "Blind in Texas", dejando a todos los asistentes extasiados y con la certeza de haber presenciado un concierto que ya forma parte de la historia del festival, con los cachondos y típicos “oe oe oe” a capela por parte de Blackie para que le siguiéramos.
La madrugada en Villena se tiñó de oscuridad y glamour cuando Lord of the Lost, la banda alemana de dark rock formada en Hamburgo por el cantante y líder Chris Harms, asaltó el escenario “Jesús de la Rosa”. El grupo, que representó a Alemania en el Festival de Eurovisión 2023 con el tema "Blood & Glitter", demostró por qué su fama ha crecido de manera exponencial desde su anterior visita a este festival hace tres años.

La alineación, con Chris a la cabeza, transformó el festival en su propio aquelarre de metal industrial, con una energía contagiosa. El ritual musical se inició con la majestuosa "Intro OPVS NOIR", una pieza instrumental que sirvió como preludio solemne. El público estalló al sonar las primeras notas del arrollador himno “Moonstruck".
La potente voz de Chris "The Lord" Harms, apoyada por los coros de Klaas "Class Grenayde" Helmecke al bajo y Pi "π" Stoffers a la guitarra, hizo que la multitud se balanceara al unísono. “Buenas noches, amigos y amigas”, nos dice Harms, mientras la energía no decayó con la agresiva y contundente "I Will Die In It", también de su inminente nuevo trabajo, ‘OPVS NOIR Vol. 1’, donde la poderosa sección rítmica de Klaas Helmecke y Niklas Kahl en la batería mantuvo un pulso implacable.
No faltó el estridente "We're All Created Evil", una explosión de metal industrial del álbum ‘Full Metal Whore’, un tema que encendió el caos en el mosh pit gracias a los afilados riffs de Pi Stoffers y Benjamin "Benji" Mundigler. El concierto tomó un giro emocional con el sombrío y poderoso "The Love of God", del álbum ‘Empyrean’, una pieza en la que Gerrit "Gared Dirge" Heinemann aportó texturas épicas con sus teclados, mezclando la ferocidad del metal con una profunda melancolía.

La banda también sorprendió con una brillante versión gótica del clásico ochentero de Bronski Beat, "Smalltown Boy", reinventada con la esencia gótica de Lord of the Lost, como ya hicieran otros “perdidos”, Paradise Lost, décadas atrás. Más adelante también tocaron otro cover que muchos metaleros reconocieron, la mágica balada de Iron Maiden “Children Of The Damned”. Realmente épica les quedó la rendición. También sonó “Die Tomorrow”, consiguiendo incluso que parte del público saltara y girara como una peonza.
El clímax de la noche se alcanzó con la apocalíptica y teatral "Blood for Blood", otro corte que demostró la intensidad dramática de la banda. Lord Of The Lost comenzó a despedirse con la majestuosa "Loreley", del disco ‘Thornstar’, una canción épica donde los toques de chelo de Chris Harms y el theremin de Gerrit Heinemann crearon una atmósfera única.
Remataron con la vibrante y glamurosa "Blood & Glitter", el mencionado tema que los catapultó a la fama internacional en Eurovisión, cerrando la noche con una fiesta de metal inolvidable. Liderarán pronto festivales, no lo dudes.
El cierre de la jornada lo puso una banda “de aquí”, poniendo como intro en las pantallas su gran videoclip “La misma canción”, que además les sirvió de gran promoción. Y es que cuando Dünedain, la ya mítica banda de Ávila, salió a escena, se notó que tiene una buena base de seguidores apoyándolos, cantando todos sus temas desde el minuto uno.

Con pirotecnia muy vistosa ilustrando su salida y otros temas, la verdad es que las voces principales de Carlos Sanz (que está lesionado y salió con unas muletas que pronto soltó) y Tony Delgado se complementaban de una forma brutal. Tony, además, se lucía en la guitarra solista. Y no se quedaban atrás el resto: Mariano marcaba el ritmo con la guitarra rítmica, la batería de Miguel Arias era pura contundencia, y Alberto Pérez en el bajo completaba una formación que lo dio todo desde el primer instante.
El concierto arrancó con la poderosa "A un paso del cielo", un tema de su álbum ‘La luz de mi oscuridad’, que te envolvía con su melodía épica y te hacía levantar el puño al aire. No dieron tregua, conectando de forma directa con el público al regalarnos la contundente "Legado", de ‘Memento Mori’, todo un homenaje a sus fans.
La noche continuó con un viaje alucinante por su discografía. No faltó su nuevo y contundente single “Fenix”, o la primigenia y powermetalera “Mi alma sigue en pie”. De ‘La luz de mi oscuridad’ nos hicieron disfrutar con "Fiel a mi libertad", un auténtico himno de valentía. Y el clímax llegó con la épica "Por los siglos de los siglos", así como la emotiva a la par que poderosa "Corazón de invierno", de ‘Buscando el Norte’.
Dünedain fue el cierre perfecto para una jornada muy intensa, dejando a la audiencia extasiada con una banda que no para de crecer y superarse en cada concierto. ¡Seguimos!
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Un comentario
Cojonudo resumen destacando las cañeras actuaciones de los abulenses DUNEDAIN presentando su nuevo álbum junto a la de los históricos WASP a través de tan conocidos clásicos y una banda que me encanta como son los HATEBREED con estos temazos.