La baraja francesa tiene 52 cartas, pues el combo galo Last Train solo mostró 12 naipes en la noche del viernes 17 de octubre en la sala Copérnico en Madrid y esto le bastó para dejar constancia fidedigna de cómo su locomotora sonora arrolla con todo a su paso, a base de talento, entrega y crudeza de autor.
Previamente, y para calentar motores, pudimos disfrutar de la propuesta artística del grupo local JØL. De esta agrupación ya tuvimos noticias positivas en el concurso Mad Cool Talent by Vibra Mahou, resultando ser uno de los protagonistas de aquellas atrapantes jornadas y consagrándose como triunfadores del evento.
Su estilo tiene una marcada impronta de rock industrial, con gotas synth y mucha habilidad narrativa en su directo. La estética bien trabajada y la cohesión entre los miembros hacen que cada vez se les vea más asentados sobre las tablas. Inauguran la noche de forma magistral con “Amor/Sangre/Destrucción” y el respetable se deja guiar por sus texturas. De su último EP ‘Vicios modernos’ ejecutan la canción que otorga nombre al trabajo, “Esclavo” y la filosa “Rocknroll”. Con su corto y efectivo set, supieron cosechar nuevos adeptos para su propuesta creativa y muchos aplausos.

Cambios de instrumentos para el show central de la velada. Se acomodan poderosos amplificadores en los laterales de la batería, una bandera negra con el logo de Last Train en letras blancas preside todo el escenario, el humo se apodera del ambiente, las luces adicionales, las cuales tiene un rol preponderante durante la actuación, con formas rectangulares, son ubicadas estratégicamente por todo el suelo del escenario.
Intro disparada y paulatinamente entran en escena los cuatro conductores de la locomotora. Esta, siempre a punto de descarrilar, pero con una conexión milimétrica y continua a unas vías que sirve de anclaje y raíz.
“Home”, la cual me resulta un acierto de pleno para comenzar su show, iniciaba el recorrido meteórico por su álbum ‘III’, sobre el que giraría todo el concierto, publicado este año y del cual ya pudimos disfrutar en el último Mad Cool, siendo uno de los conjuntos más destacados de la pasada edición.

Los cuatro maquinistas se muestran vestidos de negro absoluto y la oscuridad que envuelve su directo se fusiona a la perfección con las miradas desafiantes, los gestos de sus rostros, los disparados de las luces adicionales que son fogonazos y hasta las aproximaciones que hace el frontman continuamente con sus botas y su guitarra hasta nuestra cámara, la cual huele el peligro muy de cerca.
Sin lugar a dudas, el llevar con ellos en la gira su propio ingeniero de sonido, de monitores y de luces, rubrica que son una banda con una producción de primerísimo nivel y logran, de forma conjunta con todo su staff técnico, sacar crudeza, furia y fuerza del show. La pulcritud acompañó en todo momento su concierto. Verdaderamente, tal como tuve ocasión de trasmitírselo al grupo a posteriori, es para destacar la profesionalidad y el excelente sonido logrado sin disminuir ni un ápice la potencia. Chapó.

Jean-NoëlScherrer, Julien Peultier, Antoine Baschung y Timothée Gérard conducen a los fans por un recorrido por las altas cumbres y con pasajes intimistas según requiera la ocasión. Jean desciende del escenario durante “The Plan” y gran parte de la misma la toca entre los presentes desatando una atronadora ovación. Sus vagones van envueltos en llamas que se pueden ver desde la estratosfera y todos se quieren subir a ellos ¿Por qué será?

El grupo es un volcán que está en permanente ebullición, pero con algunos pasajes de blues, de introspección. Trabajan el silencio de manera única en vivo. Saben crear los espacios previos idóneos para volver a clavar su daga a fondo y acelerar hasta una velocidad desconocida por el ser humano. Manejan a la perfección los registros auditivos de todo el espectro. Un show que remueve sentimientos en el interior.
Last Train tiene escuetas palaras durante su concierto. No las necesitan. Ellos hablan a través de piezas como “On Our Knees”, perteneciente al disco ‘The Big Picture’, “Wayout”, incluida en su álbum debut ‘Wheathering’, y “I Hate You” del mencionado ‘III’. Desde la estación, por los altavoces llaman para proseguir, después de una parada, por el viaje del éxtasis. Los músicos franceses y todos saltan de los andenes para subirse, a pesar de no quedar billetes, aunque sea arriba de los coches. Decisión acertada y recompensada por creces cuando ejecutan “Fragile”.
Dan las gracias por el apoyo durante toda la actuación, y sin indicarlo, se logra un silencio sepulcral en toda la sala Copérnico. De esos en los que se puede oír el funcionamiento del mecanismo de un reloj de pulsera. Acto seguido, comienza a capela Jean-Noël “This is Metrying” y se erizan todas las pieles al unísono hasta romper formando una hecatombe en la que la locomotora, destruye cualquier barrera que ose ponerse en su camino.
Para concluir el viaje nocturno y atrapante, el tren francés ofrece “The Big Picture”, la cual tiene el don de funcionar como un film dentro de un film dada su duración. El montaje final es espectacular, y después de patear los pies de los micrófonos, finalizan su concierto ante una catarata de vítores. Misión cumplida. Arribamos sanos, salvos y en llamas a nuestra estación final: La del éxtasis.
Last Train pasó por Madrid dejando su sangre en cada canción. ¿Cuándo llega su próxima llamada?
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