Crónicas
La Broma Negra: Ecos de eternidad
«Propuesta musical completa y emotiva, cargada de reflexiones trascendentes. En directo uno puede disfrutar del calor de sus letras y contagiarse de la emoción colectiva. La Broma Negra pone voz a todos esos momentos que se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia»
11 enero 2025
Sala Nazca, Madrid
Texto y fotos: Henrique Pratas @henrique_pratas
El pasado 11 de enero La Broma Negra congregó a su legión de seguidores incondicionales en la sala Nazca de Madrid. La épica de Máximo Décimo Meridio ante sus legiones romanas: “Lo que hacemos en la vida, tiene su eco en la eternidad”, puede sintetizar el espíritu incombustible de La Broma Negra, quienes con más de 35 años en la escena nacional, atesoran doce discos de estudio y un doble CD en directo.
Contrariamente a lo que la industria musical nos tiene acostumbrados, esta es una banda que sigue elaborando sus discos con el mimo exquisito de un artesano. Su fundador, vocalista y letrista, Carlos Caballero, dota a la banda de ese aura única que nos invita a pensar.
Su discografía ha ido evolucionando desde el rock hasta un estilo más híbrido y próximo al rock melódico, folk e incluso darkwave. En este último trabajo, 'Señor, perdónanos por lo que vamos a hacer', Carlos Caballero ha sabido forjar un dream team con seis músicos experimentados.
He de reconocer que disfruto más sus últimos discos, donde la voz de Carlos, con su tesitura de barítono, gana más prominencia. Asocio su voz y sus letras a referentes, salvando los estilos, como Peter Heppner, Wolfsheim con su "Kein Zurük", Tom Shear, Assemblage 23 con su desolador “Disappoint” y Bonnie Prince Billy con su sonido country y folk-rock.
Es de agradecer que actualmente haya bandas como La Broma Negra, su integridad artística e intelectual sigue emocionando a sus seguidores y hace resonar las almas sensibles de quienes se aventuran a escucharlos por primera vez.
El arte de la nostalgia
Durante el concierto, de más de dos horas, lejos de encasillarse en su último disco, más centrado en el presente, rememoraron algunos de sus temas clásicos, llegando a bromear con el público: “Si hay alguna canción que echéis de menos, la hacemos aunque no esté preparada. ¡Tenemos el día subidito!”.
La epifanía musical arrancó con "El arquero”, “A veces sangro” y el comienzo un poco barroco de “Este lugar es terrible”. Hay que destacar en este último tema la labor de su teclista, Luis García, y la guitarra eléctrica de Javier García, quienes lo dotaron de una pegadiza atmósfera de rock melódico. Todos estos temas están presentes en su citado último LP.
Sin apenas respiro, dieron paso a “Me llamo España y soy alcohólica” y “Los inocentes” (LP 'Suicidarse y seguir viviendo', 2020). Notable tema este último, cuyos coros y el crescendo que se marca Carlos hacen que sea uno de los más pegadizos.
Carlos, maquillado con algo que parecían signos cabalísticos y con su perenne sombrero, iba embrujando a la audiencia al ritmo de sus himnos musicales.
Hubo algunos problemas puntuales con el sonido, como un leve fallo con el violín, que no condicionaron la experiencia musical. Rápidamente llegó la entrañable “Primavera, verano, nosotros, invierno”, toda una declaración de intenciones con un sonido más folk-rock, que lejos de resultar triste tiene la calidez del “20 de abril”… del 90.
Embriagados con su lírica, llegaron a la apoteosis con “Su decisión, mi Capitán” (LP 'Te quiero pero he elegido la oscuridad'), de rock pegadizo, casi synth-pop. La mezcla del teclado con el virtuoso violín de Óscar Ximénez, la batería de Gonzalo y un sonido de guitarra más thrash metal consiguen sumergirte en una atmósfera épica de piratas y leyenda. Notable la interpretación vocal de Carlos, que dota a la canción de un aura dramática vertiginosa.
Sobreestimulada pero nunca saturada, la audiencia latía con cada acorde mientras seguían llegando sorpresas como “Aquí vivía yo”, “Rey cuervo” y “Los pecados de mi padre”. Esta balada tiene una de esas letras que invita a pensar sobre “los fantasmas” que marcan nuestra infancia y condicionarán nuestras inercias vitales.
Los temas se sucedían orgánicamente, afianzando la nueva formación de La Broma Negra como una máquina perfecta, bien engrasada, capaz de desbordar emocionalmente a la audiencia. Llegó “Ritmos y leyendas” para avivar la magia de la ciudad de Madrid. Más de uno se emocionó, pero pronto sucumbió ante la tierna historia dickensiana de “Manucho”. Un cuento de navidad victoriano que canta al mejor amigo del hombre.
Carlos agradeció la entrega del público y dijo humildemente: “No sé si os merecemos, pero gracias infinitas por estar aquí”. La banda estaba completamente entregada interpretando cada tema para transportar a la audiencia a sus paraísos sonoros.
No tenía claro si podría disfrutarlo en directo, pero llegó el momento de uno de los temas del nuevo LP que quizás más me ha llegado y que más polémicas ha suscitado, “Hechos de los Apóstoles”, alabado por unos y criticado por otros.
Me quito el sombrero ante la valentía creativa e intelectual de poner voz a la realidad del suicido, y en concreto el suicidio masculino, que desgraciadamente es una sangría estadística con nombres propios. Todos somos vulnerables y, al final, “el hombre es más grande que sus victorias y sus derrotas” (Homilía a Marco Pantani, “Il Pirata”).
Ante la polémica, cuando algunos alzan la voz y señalan al cielo, otros se quedan mirando al dedo. Hay que alzar la voz como La Broma Negra y Tom Shear (Assemblage 23).
Estaba siendo una noche grandiosa cargada de sus nuevos temas y algún clásico como “Mi hermano pequeño” con su pegadizo estribillo: “Los cien mil hijos de San Luis”. Este tema, con un sabor más de pop rock, fue un buen contrapunto a la catarsis emotiva de sus otras composiciones.
Como después de todo buen sueño, siempre llega el momento del despertar. La despedida llegó con “Martín Pescador”. Evocadora historia con tintes de folk celta y espíritu synth-pop que nos abrió las puertas a la magia de la noche, aunque siempre recordaremos que nuestro paraíso perdido está en La Broma Negra.
En resumen
Propuesta musical completa y emotiva, cargada de reflexiones trascendentes. En directo uno puede disfrutar del calor de sus letras y contagiarse de la emoción colectiva.
La Broma Negra pone voz a todos esos momentos que se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia.
Sólo echo en falta no haber podido cerrar los ojos y vagar entre sus letras, pero haceros llegar la crónica siempre manda. Ojalá pueda volver a disfrutar pronto, como público, de sus nuevos conciertos.
Hay una magia especial en ese acto subversivo y contemplativo de reconciliarse con el pasado escuchando sus canciones.
Setlist de la banda a pie de escenario:
1. El Arquero
2. A veces sangro
3. Este lugar es terrible
4. Me llamo España
5. Los inocentes
6. Los cuerpos celestes
7. Primavera, Verano, Nosotros e Invierno
8. Su decisión, mi capitán
9. Banderas de nuestros padres
10. Aquí vivía yo
11. Pájaros y autómatas
12. Rey Cuervo
13. Ataque de oscuridad
14. Odio al cantante pero amo la canción.
15. Los pecados de mi padre
16. Imperios
17. Rimas y leyendas
18. Demonios en el jardín
19. Manucho
20. Nieto de maestro de escuela
21. Hechos de los apóstoles
22. Cómo matar gente y dormir como un niño
23. Me vas a hacer llorar
24. Escúchame con los ojos
25. Mi hermano pequeño
26. Tremenda necesidad
27. Cenicienta
28. Martín Pescador
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Pedazo de resumen hacia el rockero concierto que ofrecieron LA BROMA NEGRA a través de su último álbum en la Nazca madrileña.