Crónicas

Jethro Tull + Bluenáticos en Alicante: La magia eterna de Ian Anderson

«No fue solo un concierto; fue una verdadera celebración de la música, de la narrativa y de la increíble trayectoria de una banda que ha sabido reinventarse sin perder su esencia. Jethro Tull en Alicante nos demostró por qué sigue siendo un gigante en el panorama musical»

20 julio 2025

Multiespacio Rabasa, Alicante

Texto: Andrés Brotons. Fotos: Nick Harrison (Jethro Tull)

¡Qué noche vivimos el domingo 20 de julio en el Multiespacio Rabasa! Dentro del flamante Festival Alma Occident, la mítica banda británica Jethro Tull nos regaló una velada simplemente inolvidable. Y es que, la verdad, no todos los días uno tiene el privilegio de ver a una leyenda viva en acción.

Jethro Tull. Foto: Nick Harrison

Un poco antes, tuvimos la suerte también de disfrutar de una banda de culto alicantina, Bluenáticos, en una noche doblemente especial, pues este año el combo, formado en 1989 con esa chispa por fusionar el rock de los 60 y 70, se reunía para celebrar el 30º aniversario de su primer disco.

Tocaron en un escenario paralelo, más intimista, en la zona Village, cercano al principal. Suenan muy profesionales, mezclando elementos también del rock progresivo o incluso del funk. Y es que los componentes de este power trío, Lupo Poveda a la guitarra y voz, Sergio Prieto a la batería y coros, y Jorge Mataix-Solera al bajo; se dejaron la piel en el escenario.

El concierto fue un auténtico viaje por su trayectoria, siguiendo un repertorio que, la verdad, sonó poderoso. Arrancaron con la energía desbordante de “I'm Here, Not Here" del álbum ‘Radiography’ (2010), un álbum que bucea en la psicodelia sesentera. Casi sin darnos cuenta, nos llevaron al pasado con "Nada", un temazo de su primer disco, ‘Pero no lo bastante, por fin el mes que viene’ (1995), recordándonos sus raíces de rock duro y blues.

Bluenáticos

La banda continuó con la pegada de "Onion Man" y "Karate", ambos extraídos de su cuarto trabajo, ‘Onions, Golgers & Beer Cans in a Cabin’ (2019), donde su evolución hacia temas complejos se hizo evidente. Además, el setlist nos trajo joyas como "Perra e hijos”, de su segundo disco, ‘Badulaque’ (1996), producido por el mismísimo Fernando Pardo de Sex Museum. Después, la introspectiva "Cabemos los dos”, de su debut, nos atrapó, seguida de "Enfocar más”, de su cuarto álbum, con esos aires psicodélicos que tan bien les sientan.

La noche también nos regaló "Algo no cuadra" de ‘Badulaque’ y la emotiva "Oírme" de ‘Radiography’. El grupo, que se sintió agradecido por poder compartir escenario en el mismo recinto que una leyenda del calibre de Jethro Tull, sonó compacto y con empaque y amenizó a la perfección la bonita y soleada tarde alicantina. Tras otra de su último disco, “The Cabin", cerraron temporalmente con "Cae" de ‘Badulaque’. Esa fuerza en sus directos, forjada tras años de carretera y festivales como el Azkena Rock, se palpó en cada acorde.

Fue una actuación que nos dejó con una sonrisa, cerrando a lo grande con un clásico oscuro de la primera época de Alice Cooper, "Is It My Body", para coronar la noche. Esperemos tener la oportunidad de volver a verlos en más ocasiones.

Jethro Tull. Foto: Nick Harrison

Llegaba el momento, pero antes, una voz en off nos advierte que está terminantemente hacer fotos, pues estas suelen distraer a Ian Anderson. La verdad es que Anderson, el alma de Jethro Tull, sigue siendo un verdadero maestro. A menos de un mes de cumplir 78 castañas, verlo en el escenario, con esa presencia tan suya y moviéndose con la flauta (también es un portento de la armónica), es un espectáculo en sí mismo.

Su virtuosismo, ese sonido tan característico que te cala hasta los huesos, sigue intacto. Pero no estaba solo, ¡ni mucho menos! Le acompañaba una formación que sonaba compacta y potente. David Goodier al bajo y Scott Hammond a la batería formaban una base rítmica de esas que te hacen vibrar, mientras que John O'Hara a los teclados y el acordeón añadía unas capas de sonido que eran pura riqueza musical. Y Jack Clark, el joven guitarrista más nuevo, ¡vaya descubrimiento! Sus solos eran vibrantes y se notaba una química brutal con el resto del grupo. Da gusto ver cómo una banda con tanta historia sigue evolucionando y sumando talentos.

El repertorio fue una gozada, un verdadero viaje por su fascinante trayectoria. Desde sus inicios más bluseros hasta esas piezas complejas de rock progresivo que nos vuelven locos, cada canción era un capítulo en la historia de la música.

Así, con un concierto dividido en dos actos, en el primero vivimos un regreso a las raíces y a la grandeza progresiva de la banda. Empezaron a dos voces con la bluesera, breve pero sentida "Some Day the Sun Won't Shine for You", con increíble armónica incluida. Continuaron con "Beggar's Farm", otra pieza tranquila y a la vez enérgica que nos llevó directos a sus orígenes blues rock. Con "A Song for Jeffrey", continuaron con esa onda cruda y auténtica, perteneciendo este primer triplete inicial a su primer y lejano gran debut de 1968, ‘This Was’. Como curiosidad, este último tema se puede encontrar también en el mítico concierto de los Rolling Stones “Rock and Roll Circus” del mismo año, con el mismísimo Tony Iommi de Black Sabbath a la guitarra.

Pero claro, un momento cumbre en esta primera parte llegó con una versión abreviada de la mítica "Thick as a Brick". ¡Qué pasada! Pura obra maestra del rock progresivo ejecutada tanto con acústica en mano como con gran protagonismo del hammond, y que, aunque fue demasiado condensada para el minutaje original que tiene, siguió manteniendo parte de su esencia, siendo pura magia el único tema incluido en su quinto disco de título homónimo.

Tuve la oportunidad de compartir el concierto con una amiga y profesora de flauta travesera, Beatriz Cañadas, y me comentó impactada que la técnica del frulato con la flauta, Anderson la domina a la perfección, y es que además este es pionero en usar tanto voz como flauta. Los músicos de su banda también alternaban sus instrumentos y voces con whistles y flautas de pico. Además, Ian, pese a ser diagnosticado con Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) hace algunos años, no ha sucumbido a la enfermedad y no ha perdido nada de técnica. Creo que mantenerse tan activo le beneficia.

Nos sumergieron nuevamente en su lado más folk con "Mother Goose", primer corte en sonar de su exitoso y multiplatino cuarto álbum conceptual, ‘Aqualung’. Llegaría a continuación, con ese genial comienzo cantado a capela, la maravillosa y armoniosa "Songs From the Wood", que te transportaba a bosques encantados, un corte de su décimo álbum de igual título, editado en 1977. "Weathercock", otra melodía campestre, nos recordaba la maestría de Anderson para crear atmósferas, de un disco curiosamente editado en su día consecutivamente al anterior que había sonado.

También hubo espacio para lo más reciente con la moderna "The Navigators", de su penúltimo disco de hace solo dos años, ‘RökFlöte’, así como de "Curious Ruminant" (que titula su última obra, editada hace solo cuatro meses) y que demostraron que la chispa creativa de la banda sigue tan viva como siempre. Escuchando estos nuevos temas, que mantienen la esencia de la banda, uno no puede más que pensar cuánto le deben Ñu y Mägo de Oz a Ian Anderson. Sería impensable que pudieran existir sin él.

Jethro Tull. Foto: Nick Harrison

Ya para cerrar esta primera parte, llega su majestuosa revisión del clásico de Johann Sebastian Bach, “Bourrée in E minor” (titulado simplemente como "Bourée” en su adaptación) una pieza instrumental inmortal indiscutible que siempre emociona, y que Anderson revisó aportando su creatividad y donde el bajo de David Goodier tuvo su mayor protagonismo. La banda decidió tomarse un respiro de quince minutos, que también aprovechamos para reponer en bebidas e ir al baño.

Aún nos quedaba lo mejor, y es que para el segundo acto nos habían guardado varios clásicos inmortales, además de nuevas joyas que también se convertirán en estos con el paso del tiempo. De este modo, este segundo set arrancó volviendo a su masterpiece, y omnipresente en este concierto, ‘Aqualung’ con la épica "My God", una canción que te atrapa por su profundidad y sus intrincados pasajes instrumentales.

Después, nos sorprendieron con "The Zealot Gene", un tema potente y actual de su antepenúltimo álbum de idéntico título, grabado en plena pandemia y que resonó con mucha fuerza en todo el Multiespacio Rabasa. Anderson presenta individualmente a cada miembro de la banda, bromeando con que la mayoría es de Bristol, aunque el joven y virtuoso guitarrista Jack Clark (que reclutó Anderson el pasado año) es de Manchester.

Tras la presentación, le siguieron la distintiva "The Donkey and the Drum", una instrumental nunca editada donde se lucen todos pero que es habitual en sus conciertos, así como la emotiva balada "Over Jerusalem" de su último trabajo, mostrando una vez más la variedad y calidad de su repertorio más reciente.

Las proyecciones que se sucedieron a lo largo del concierto (fotografías, imágenes, videos, mandalas…) eran una auténtica delicia, magnificando todavía más cada tema y dando un espectáculo visual único. El sonido fue impecable, a lo Pink Floyd, nada estridente, con una banda compacta que clavaba cada nota.

Es cierto que Anderson no tiene el mismo registro agudo que en sus años míticos, pero eso poco importa, conserva un timbre elegante a lo Mark Knopfler, que sabe modular muy bien, más sabiendo el esfuerzo que se deja con la flauta, por lo que tiene todavía más mérito. Y es que la flauta travesera era una extensión más de Anderson, algo que no paró de demostrar a lo largo de todo el concierto.

Llegó entonces el momento de corear la intensa "Budapest", una de esas canciones que te llegan al alma con su flauta pegadiza y su historia cautivadora, perteneciente a su polémico decimosexto álbum ganador de un Grammy a finales de los 80. Además de la luna y las bellísimas proyecciones de la capital de Hungría ilustrando el momento, casualmente una bandada de aves volaba haciendo “eses” en esos instantes, lo que hizo de la interpretación algo aún más mágico si cabe.

El medley "Aquadiddley" fue otro festín instrumental, una muestra del talento individual de cada músico con diversos fragmentos del mítico álbum que por supuesto, enlazaron con la poderosa e inconfundible homónima "Aqualung" del celebrado disco, de riff eléctrico sólido e inconfundible. Todo el recinto vibramos con cada acorde de este himno inmortal.

Para el bis, no podían elegir otra. La explosiva "Locomotive Breath" puso el punto final a una noche sencillamente espectacular, posiblemente su canción más conocida. La energía que desprendió la banda y la respuesta del público crearon una atmósfera electrizante que nadie olvidará, con un broche de oro inolvidable de un tema que ha sido versionado por decenas de bandas, como Helloween, Styxx, Asia, W.A.S.P. o Bonfire.

En definitiva, no fue solo un concierto; fue una verdadera celebración de la música, de la narrativa y de la increíble trayectoria de una banda que ha sabido reinventarse sin perder su esencia. Jethro Tull en Alicante nos demostró, una vez más, por qué sigue siendo un gigante en el panorama musical. La flauta y las melodías mágicas de Ian Anderson continúan más vivas que nunca.

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Esta entrada fue escrita por Redacción

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