Hubo un tiempo en el que el rock era tan joven que hasta sus pioneros estaban aún en la flor de la vida. Ese es el contexto en el que crecieron las primeras bandas españolas que se atrevieron a ir un paso más allá de la música beat, jugando con la alteración de la onda (lo que en cristiano llamamos distorsión) y poniendo a prueba la resistencia de los altavoces de sus amplificadores. 50 años después de haber debutado discográficamente en el recopilatorio ‘Viva el rollo’, Indiana sigue subiéndose a los escenarios para recordarnos que el que tuvo, retuvo.
La actividad del grupo es intermitente porque el cantante y guitarrista Mario López, único miembro fundador, vive desde hace muchísimos años en Florida, por lo cual cada concierto del grupo es un pequeño acontecimiento en esta redacción que, Mariskal Romero mediante, mantiene viva la llama de aquellos que alumbraron el camino en la piel de toro. Muy cerca de la plaza de Las Ventas actuaron en una noche de jueves prenavideña que auguraba la predisposición de los asistentes.
Los reputados y experimentados músicos que acompañan a Mario en la actualidad son Ramón Delgado de Ramdel al bajo y coros, Giovanni Tradardi (teclista), Pino Roveretto (batería) y Keny Castellano (guitarra y coros).
Aunque su referencia inicial fueron los grupos beat españoles de los 60 como Los Bravos o Los Brincos, Indiana se mostró desde el principio como una banda más vivaz, a semejanza de los grupos más inquietos del movimiento mod y del garage rock, por ejemplo The Who, The Kinks o The Sonics. Escuchando ‘Cintas de un sótano’, el disco que sacaron en 2018 recuperando las grabaciones de ensayos en la primera mitad de los años 70, uno se da cuenta de que es protopunk de libro, aunque con una raíz rhythm & blues que los emparenta con el pub rock y un componente melódico que también los hace precursores del powerpop en España.
Escuchar “You Wanna Try” u “Obsesión” es escuchar una historia alternativa de la música española, y en los últimos años Mario ha tirado principalmente por ese espíritu juvenil y “raca-raca” de sus inicios. También había temas en esa onda cuando aún era el cantante principal el muy llorado Pepín Trespalacios, como el inicial “Deja de marear”, pero bien es cierto que Indiana recuperó revoluciones por minuto con canciones como “Run Away”, “Wait for Me”, She Don’t Mind”, la impulsiva “La mamba” que no habría desentonado en el CBGB en 1977 (la semicresta de Pino va acorde con su entusiasmo interpretativo), o una “Shout It Oud” que es como juntar a The Ramones con Tito & Tarántula; punk fronterizo, si se me permite inventarme el término.
Porque luego está esa otra faceta de Mario, la que le viene de cuna cubana y que le hizo interesarse por el rock latino en “Vagabundo”, “Kiosco de la Alameda”, “Dame más”, ese tema al que Ramón le gusta presentar como “sabrosón”, “Give Me a Chance”, donde coquetean con el ska; u otros sencillamente más delicados, como “Have You Ever”, dedicado a los que ya no están y donde las teclas de Giovanni cobran protagonismo.
Yo personalmente, y sobre todo en los conciertos, gozo más de “Vampiro” (o de su homóloga en inglés “Vampire”, que podrían haber firmado unos Dr. Feelgood), que a petición popular volvieron a interpretar a final del show; y por supuesto del “Rock de la nutria”, simple si quieres, pero que nos pone a todos a cantar el estribillo como si lo escucháramos todas las semanas. A todo esto, escuchamos en primicia “Blues del barranco”, y tened por seguro que, una vez sea lanzada, le daremos candela en MariskalRock Radio.
Párrafo aparte para los minutos The Rolling Stones, con “Jumpin’ Jack Flash” acompañados de Mariskal Romero cantando y Alejandro López, hermano de Mario y uno de los fundadores del grupo, aportando una simpática e improvisada coreografía; y posteriormente “Honky Tonk Women”.
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Al día siguiente Indiana formaría parte activa de la fiesta del Rockferéndum de La Heavy, realizando un concierto más corto en la sede de la AIE, Asociación de Artistas Intérpretes y Ejecutantes, y siendo Mario honrado durante la entrega del trofeo honorífico por los 50 años de ‘Viva el rollo’.
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