El terrible calor que afecta en estos días de forma tan terrible a la península, tanto al sur como al norte, y una fecha, en principio, no demasiado buena para contar con una entrada decente, no fueron impedimentos para que Hatebreed y The Broken Horizon llenasen la sala Totem de Iruña. Un cartel muy atractivo para los amantes del metal de sonidos duros.

The Broken Horizon repetían en la sala Totem en apenas mes y medio, pero daba igual. Jugaban en casa, y eso se notó. Llevan un verano sin parar, y con nueva formación, en la que Alejandro, anterior guitarrista, ha pasado a ocuparse de las voces. Con esta formación ya han presentado “Nebular Echo” e “Isiltzen Banaiz”, un cover de Berri Txarrak. Han tenido que adaptar los temas de quinteto a cuarteto, cuestión que han resuelto bastante bien.
Comenzaron puntuales con “Haunting Me”, un tema de su primer disco, ‘Desolation’, con una sala todavía fría y unas primeras filas vacías y tímidas que, poco a poco, se fueron llenando. Tocaron un setlist muy equilibrado, con temas de sus dos discos, en el que incluyeron también los dos temas recientemente presentados con Alejandro a la voz principal.

Me gustó la cuidada producción del directo, sin silencios, con pistas de sonido e instrumentales que todavía le dieron mayor empaque a la banda, y juegos de luces muy acompasados con el sonido, que no todos los grupos “teloneros” llevan. Sin embargo, sí es cierto que la voz se escuchaba un poquito baja en algunos momentos.
Cerraron con “Before Becoming Lost”, dejando la sala bien preparada para la apisonadora que iba a resultar el cabeza de cartel.

De pronto, sonó “Balls to the Wall” de Accept, y la gente ya sabía que después de esa intro se iba a producir una descarga que no iba a parar en un buen rato. Se notaba el nerviosismo y las ganas de sentir el impacto de los norteamericanos Hatebreed. En cuanto sonaron los primeros acordes de “I Will Be Heard”, y saltó Jasta a escena, la sala se vino abajo.
A ello ayudó un sonido impecable y nítido desde el comienzo, y una actitud de Jasta muy enérgica, mostrando además una gran empatía con el público.

“¿Primera vez con Hatebreed?”, preguntó el vocalista, que veía que había gente de todas las edades, algunos y algunas que seguro todavía no habían nacido cuando se fundó la banda, allá por 1994.
Continuaron con la reciente “Make the Demons Obey” y “Tear It Down”, y se inauguraron los circle pits, que fueron constantes durante toda la actuación, fomentados y alentados por Jasta, que cada poco tiempo hacía un círculo con el dedo, señalando que el ritual no podía parar y que había que seguir bailando.

Parece que 30 años no son nada para quien ha sobrevivido a base de actitud y música. Una música que “salva vidas, y así lo hemos vivido”, dijo Jasta: “No es un eslogan, es la realidad”. Una música, la de Hatebreed, contundente, llena de rabia y esperanza, con ese poso tan del hardcore old school neoyorquino. Un hardcore que siempre ha sido sinónimo de lucha por la comunidad y por uno mismo.
Y en esa comunidad del hardcore metal se situó enseguida el público, que estaba en plena sintonía con la banda, y así lo hizo mostrar Jasta en varios momentos. Grandes temas como “To The Threshold”, “Save Your Masters” o “Destroy Everithing” conseguían hacer que allí nadie parara, que el sudor y la energía desbordada se apoderara de toda la sala.
La segunda parte del concierto comenzó con “This Is Now”, una declaración de intenciones para la toma del control de uno mismo. Fuera los libros de autoayuda. Cojan a Hatebreed, cojan este temazo y aplíquenlo verso a verso. “Perseverance” nos retrotraía al segundo disco de la banda, de temática similar, las razones por las que Jasta siempre dice que la música salva vidas.

Y es que el arte, la música, es el mejor remedio contra la brutalidad y la violencia de muchos barrios obreros. Crear siempre es mejor que destruir. Que la juventud aplique la actitud de Hatebreed.
Terminaron con “Live For This” y “Looking Down The Barrel Of Today”, un final grandioso para un bolo en el que Hatebreed arrasó. No los había visto nunca en directo, y me parecieron una banda con una potencia arrasadora, una capacidad brutal para generar energía y transmitirla al público, que se entregó hasta el punto de que grupo y público parecían lo mismo.
En definitiva, un diez para ambas bandas que, desde la modernidad del sonido metalcore de The Broken Horizon, y desde el sonido clásico del NY hardcore de Hatebreed, hicieron las delicias del público de Iruña, y pusieron un poquito más de calor, pero del bueno, a una noche tórrida.
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Un comentario
Pequeño resumen hacia el gran concierto que ofrecieron a base del mejor Punk/ Hardcore con pinceladas de Metalcore los HATEBREED a través de estos temazos aquí mencionados en tan conocida sala de dicha localidad navarra.