Crónicas
Graspop Metal Meeting 2025 en Bélgica (sábado), con Korn, Nine Inch Nails o The Hu: Presión al máximo
«El penúltimo día del festival arrancó bajo un calor tropical con el que hubo que batallar mientras disfrutábamos de otra jornada brutal con bandas de primer nivel»
21 junio 2025
Graspop Metal Meeting, Dessel, Bélgica
Texto: Merry Jane. Fotos: Hughes Vanhoucke
Con dos grandes jornadas de metal ya entre pecho y espalda, nos preparábamos para otra aplastante oferta de bandas de primer nivel en Graspop Metal Meeting, con un tercer día en el que bandas como Korn, Nine Inch Nails o The Hu estaban llamadas a liderar la batalla. Puedes leer aquí la crónica de la jornada inaugural (con Iron Maiden o Dream Theater) y aquí la del segundo día (con Slipknot al frente).
El penúltimo día del festival arrancó bajo un calor tropical. Tras dos veranos ya calurosos, esta edición superó las marcas anteriores con temperaturas que rozaron los treinta grados. La alerta amarilla por calor se extendió a todo el país, salvo en la costa belga. La organización, sin añadir medidas extra, recordó a los asistentes a través de redes y la app oficial que bebieran suficiente agua, buscaran sombra, usaran protector solar y se cubrieran la cabeza. Desde mojarse la ropa o la gorra hasta improvisar una sombrilla con lo que se tenga a mano, cada quien tuvo su propia estrategia para mantenerse fresco.
Dirty Honey
Sin rodeos, nos dejamos atrapar por la “miel sucia” de Dirty Honey, ese rock vintage setentero que ya se hacía extrañar en los escenarios del recinto. En su tercera visita al festival, los californianos ofrecieron, sin discusión, una actuación sólida.
Bajo un sol de justicia que terminó desembocando en la muy agradecible decisión de la organización de montar muchos más grifos de agua potable distribuidos por todo el inmenso recinto, Dirty Honey sentaron cátedra con su hard rock americano pletórico de alma, y nos inocularon el ritmo y el gancho de “California Dreamin’”, “Heartbreaker” o “Rolling 7s” en un concierto espléndido en el que el escenario Jupiler sonó mejor que en días anteriores. (Texto: Jason Cenador)
Eisbrecher
Por su lado, Eisbrecher ofreció algo más que una simple descarga de Neue Deutsche Härte. Lo suyo fue una experiencia tan marcial como teatral, liderada por un Alexx Wesselsky camaleónico, que apareció caracterizado como una especie de sheriff distópico, con trajes distintos para cada acto y una actitud que mezclaba sarcasmo y convicción a partes iguales.
Todo el concierto se desarrolló en alemán, discursos incluidos, pero eso no impidió que la banda conectara con un público entregado. Los riffs pesados y los beats electrónicos marcaron el ritmo de una actuación tan helada como incendiaria. Entre pogo y baile, la intensidad no decayó ni un segundo.
Uno de los momentos más comentados fue “Waffen Waffen Waffen”, donde el vocalista pintó sobre el escenario un cartel con el título del tema y estampó encima el símbolo hippie de la paz: una protesta visual, directa pero nada panfletaria, que aportó una capa más al show. En “This Is Deutsch”, incluso sacó una corneta, dándole un giro burlesco y provocador al caos sonoro. Frío emocional, beats de acero y una puesta en escena que dejó huella.
Sylosis
Los británicos Sylosis convirtieron la carpa del Marquee en una auténtica sauna. Bajo el mando del guitarrista y vocalista Josh Middleton, la banda desató todo su metalcore técnico con tintes melódicos, demostrando por qué su regreso ha sido tan celebrado. Diez años después de su última visita al festival, tras el paréntesis de Middleton como guitarrista de Architects, Sylosis volvió con hambre, respaldados por su brutal álbum ‘A Sign of Things to Come’ (2023).
La energía fue inmediata, y con el primer wall of death del día, dejaron claro que no estaban allí para calentar el escenario, sino para arrasarlo. Entre riffs quirúrgicos y una ejecución demoledora, la banda firmó una actuación intensa, precisa y sin concesiones. Una vuelta por la puerta grande que reafirma su lugar entre los grandes del metal moderno.
Poppy
Una lástima que Knocked Loose y Poppy no coincidieran el mismo día, porque nos quedamos con las ganas de revivir la incendiaria “Suffocate” en vivo. Pero Poppy no necesitó aliados para dejar su huella en Graspop. Vestida como una muñeca salida de un cuento retorcido, princesa por fuera, bestia por dentro, brilló con luz propia y demostró que domina el escenario con una mezcla letal de elegancia y ferocidad.
El cover de Bad Omens, “V.A.N”, y su propio misil sónico “Concrete” funcionaron como un doble manifiesto: sí, se puede ser sofisticada y devastadora al mismo tiempo. Fuegos artificiales, distorsión, actitud encendida y hasta un tímido wall of death sellaron un show breve, pero cargado de intención. Poppy trajo una necesaria bocanada de aire fresco, recordándonos que el metal también puede brillar con lentejuelas… mientras te revienta los tímpanos.
Soulfly
Mucho más a pie de calle que una Poppy con un sonido excesivamente sintético y estructuralmente deslavazado, y con demasiada aura de estrellita, pues apenas interactuó con el público y ni siquiera se despidió, está el groove metal de Soulfly, que hicieron de su colosal y gruesa bola de sonido su mayor baza para, junto a las abrasivas voces de un Max Cavalera cercano al personal y muy metido en su papel, conquistar a quienes estábamos sedientos de un metal mucho más orgánico. “Prophecy”, “Back to the Primitive”, “Bleed” o “Tribe”, en la que Cavalera cambió su guitarra por un llamativo instrumento étnico, gustaron y mucho. (Texto: Jason Cenador)
The Warning
Las hermanas Villarreal Vélez por fin pusieron un pie en Graspop, y lo hicieron pisando fuerte. The Warning es una fuerza viva, cada vez más madura, alimentada por tesón, talento y un contrato con Universal que las catapultó a las grandes ligas. De entrada, el set arrancó con cautela, sin arriesgar demasiado, pero a medida que avanzaba la actuación, el trío fue soltando amarras.
Todo cambió con “Sharks”, tema que marcó un punto de inflexión: las guitarras rugieron con más cuerpo, el bajo sonó demoledor y la energía se disparó. El clímax llegó con “Let Me Go”, uno de esos momentos que elevan un concierto a algo más. Las mexicanas no solo cumplieron con las expectativas: las pulverizaron. Con actitud, solidez y carisma, The Warning demostró que no es una moda pasajera, sino una fuerza que va a dar mucha guerra en el circuito rockero internacional.
Lorna Shore
Dos años después de reventar el Metal Dome, Lorna Shore regresó a Graspop, esta vez con galones suficientes para desplegar su brutal sinfonía en el South Stage. Y vaya si lo hicieron. Desde el primer segundo con “Sun//Eater”, Will Ramos se entregó como si le fuera la vida en ello, exprimiendo cada gutural, cada pig squeal, como si todavía tuviera cuentas pendientes con el público belga.
El despliegue fue colosal: llamaradas sincronizadas al milímetro con sus estallidos vocales, minipodios para los músicos y una trilogía “Pain Remains” para terminar, lanzada como una apisonadora emocional. En algunos pasajes, las vibraciones eran tan extremas que rozaban el caos, pero eso no hizo más que reforzar la intensidad. Para muchos, uno de los grandes momentos del festival.
The Dead Daisies
Su set se ajustó al formato festivalero, como era de esperar. “Light ‘Em Up” encendió la mecha, y sin dejar respiro sonaron “Rise Up”, “Dead and Gone” y “I’m Gonna Ride”. El set fue directo al grano, ideal para mover la melena y no parar de saltar.
El cierre con los covers “Fortunate Son” y “Helter Skelter” no dejó títere con cabeza, con unos riffs finales tan demoledores que costaba creer que las guitarras se fueran a apagar.
Un show caliente, sudoroso, de esos que te cuecen en el sitio. El sol pegaba tanto que el escenario bien podría derretirse. Graspop volvió a ser esa plataforma ideal para descubrir bandas, y muchos pudimos ver a The Dead Daisies por primera vez… ¡y menuda primera vez!
The Hu
La carpa del Marquee se quedó corta (en todos los sentidos) para recibir a The Hu. El folk metal mongol convocó a una marea de fans que, a pesar del calor asfixiante, no dudó en acercarse a empaparse de ritmos ancestrales y poderosos. La banda desplegó una actuación llena de tradición, garganta y distorsión. Sin embargo, el único punto flaco fue la duración: el repertorio supo a poco. Tras el cierre con “This is Mongol”, el público no quiso soltarles tan fácilmente, coreando el nombre del grupo como si exigieran otra ronda de batalla sonora.
Korn
Korn incendió el North Stage con una actuación demoledora que confirmó su estatus de leyendas del nu metal. Jonathan Davis, en plena forma, lideró un set cargado de clásicos como “Blind”, “Shoots and Ladders” y “Freak on a Leash”, acompañado por una puesta en escena poderosa y visualmente impactante.
La puesta en escena fue digna de leyendas: paneles móviles de luz que atrapaban a los músicos como si estuvieran en una prisión de riffs y distorsión. Korn tiró de clásicos sin piedad, y no faltaron ni la gaita en “Shoots and Ladders”, ni ese guiño a “One” de Metallica que reafirma que los californianos nunca han renegado de sus raíces. La irreverencia estalló con “Y’all Want a Single” mientras el público levantaba el dedo medio sin pensar dos veces.
“Twist” sonó tan frenética como en sus mejores días, y Ra Díaz (Suicidal Tendencies) cumplió con nota alta en las cuatro cuerdas, replicando el groove sucio de Fieldy y ganándose su propio espacio para reventar los bajos.
Nine Inch Nails
Por primera vez en la historia de Graspop, Nine Inch Nails encabezó cartel, y la expectativa no era poca. Aunque “March of the Pigs” arrancó con cierto espacio libre frente al escenario principal, fue apenas un espejismo: en cuanto detonaron “Heresy” y “Closer”, el campo se convirtió en un hervidero de cuerpos sacudidos por una electrónica abrasiva y visceral.
Trent Reznor, lejos de su pasado autodestructivo, se presentó como un titán cincuentón con la precisión de una máquina y el alma de un predicador apocalíptico. Pasada la medianoche, un aviso de efectos estroboscópicos anticipó lo inevitable: una tormenta sonora medida al milímetro, donde la anarquía se vestía con piel humana y latía con engranajes de acero.
La banda emergió envuelta en un velo de luz turbia. Y cuando por fin se les vio con claridad, la primera descarga fue total. Reznor, acompañado por un grupo que ejecuta con fe ciega, nos lanzó directo a la vena “Mr. Self Destruct” con un sonido tan quirúrgico como violento. La maquinaria no se detuvo ni un instante, bombardeando beats al firmamento como si cada compás pudiera iniciar una revolución.
“I’m Afraid of Americans”, esa genialidad compartida con Bowie, retumbó con una actualidad dolorosa, una patada directa a la conciencia. La guitarra cortaba, la voz atravesaba, y el mensaje calaba más que nunca. Justo cuando el público apenas asimilaba ese golpe emocional, “Burn” emergió como un demonio del pasado: rugido sacado del soundtrack de Natural Born Killers, interpretado por primera vez en esta gira. Fuego puro.
Hubo espacio también para la hipnosis total con “The Perfect Drug”, esa joya oscura de ‘Lost Highway’ que nos dejó congelados, atrapados entre el pulso industrial y la melancolía electrónica. La tensión se mantuvo hasta el estallido final con “Head Like a Hole”, una aplanadora que abrió las puertas al nu metal y sigue siendo un grito de guerra contra cualquier forma de opresión.
Y cuando ya no quedaba nada por destruir, llegó “Hurt”, que nos dejó colgando como un mesías moderno, traicionados, dolidos… pero profundamente amados.
Nine Inch Nails no fue un headliner al uso ni buscó gustar a todos, pero con agresión contenida, precisión quirúrgica y un repertorio imbatible, transformaron su debut en Graspop en una experiencia total. Redención industrial. A máxima tensión.
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