Crónicas

Ginebras en Bilbao: Resaca de felicidad

«Evocar aquel concierto iba a ser una resaca de felicidad de principio a fin, pues incluso los temas más pachanga resultaron divertidos»

14 febrero 2025

Kafe Antzokia, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Hay bandas que parecen nacidas para tocar en un festival multitudinario tipo Bilbao BBK Live o Sonorama, con un cartel de esos eclécticos en los que uno mira un par de veces para cerciorarse de que existen palos tan diversos. A pesar de que sea necesaria cierta actitud aperturista y moverse en unos parámetros musicales determinados, algo sin duda poseerán esas figuras que aparecen o encabezan la mayoría de eventos veraniegos. Y la respuesta suele residir en que se han convertido en una especie de fenómeno al margen de edades y condición social.

Con las chicas de Ginebras sucede un poco esto último, pues agotaron entradas en su anterior visita al bilbaíno Kafe Antzokia y volvieron a repetir la gesta con varios meses de antelación. Entre un bolo y otro han ganado un Premio Ondas, por el que aseguran que “Magüi, Sandra, Raquel y Juls son ya un referente para artistas del futuro”, y el furor por asistir a conciertos suyos no tiene pinta de que vaya a disminuir en un plazo de tiempo cercano. Al contrario, algunos recintos se les empiezan a quedar pequeños.

Lo primero que nos sorprendió es saber en qué momento nos perdimos o no nos dimos cuenta de que habían pasado a gustar a los más pequeños de la casa, pues una nutrida multitud de niños ocupaban las escaleras del Kafe Antzoki donde los fotógrafos acostumbran a realizar su trabajo. Hubo que buscarse la vida en este sentido y aprovechar casi cada hueco para retratar algo decente.

La desmedida presencia de chavales llamó la atención desde el principio a las propias Ginebras, que les calificaron como “seres humanos nuevos” y tuvieron con ellos diversos gestos de complicidad a lo largo de la actuación, con el colofón de la vocalista Magüi chocando la mano de cada uno al final. Como si fuera un videoclip o la grabación de un programa infantil.

A pesar de la reseñable cantidad de infantes, el respetable era muy variopinto, de todas las edades, lo que confirmaba que ya se han convertido en una suerte de fenómeno intergeneracional. Y no se antojaba complicado sumarse a su particular fiesta con un arranque tan arrebatador como el protagonizado por “Billie Max”, “Alex Turner” o ese dardo al pensamiento hipster de “Vintage”, de mis preferidas. Es innegable el talento que poseen para componer letras sencillas capaces de conectar con un amplio espectro de público.

No merece pasarse tampoco por alto lo bien que bordan las voces en directo, se les nota muy rodadas, algo que no debería sorprender con la de bolos que deben acumular a sus espaldas. Y encima es que se percibe sobre las tablas que las cuatro son colegas de verdad, que no se aguantan por la pasta ni nada de eso, sino que se apoyan las unas a otras en los momentos de bajón. Eso lo certificamos cuando la cantante y guitarrista Magüi reconoció ser una persona difícil de tratar en determinados momentos y agradeció a sus compañeras por aguantarla. ¿Es o no esta banda un monumento a la amistad?

Volviendo al repertorio, “Cosas moradas” desató tanto las gargantas del respetable que no pudieron evitar exclamar: “¡Qué locura!”. La bajista dijo que el lunes recordarían aquel subidón, o “resaca de felicidad”, como lo denominó y que hemos tomado prestado para el titular. El halo ramoniano de “Lunes negro” no desmerece en absoluto en las distancias cortas, antes de cambiar radicalmente de rollo con “Paco y Carmela”, su homenaje a las fiestas de pueblo que siempre se nos fue algo de las manos. Pero la capacidad de sorprender nunca debería perderse, incluso en artistas consagrados, y para nada vimos venir que insuflaran un arrebato punk a la tonadilla que agradaba hasta más que la versión original.

Magüi pidió cantar muy fuerte en “Chico Pum” y su deseo se cumplió por completo, con la multitud gritando hasta el “¡Quiero ser mamá!” de la letra, que la guitarrista Sandra respondió que ella también, pero “un poco más adelante”. Y un grupo tan vinculado a los festivales no podría dejar de lado la canción en la que habla precisamente de este tipo de eventos, esto es, “Crystal Fighters”. La multitud tuvo todavía más oportunidad de cantar a pulmón con “En bolas”, donde se acercan al pop punk.

Hace un tiempo se volvió viral la queja de la guitarrista Sandra Sabater ante la falta de respeto en los festivales, con más razón que una santa, y la bajista recordó cómo en la red en alguna ocasión les llamaron “lesbianas y vascas”, pero de sobra es sabido que no ofende quien quiere, sino quien puede. En pleno San Valentín mejor dejarse de malos rollos y celebrar la colisión de todo tipo de cuerpos con “Metro de Madrid informa”, que me aspen si esto no lo adoraría Joey Ramone. Y encima pegaron alaridos como The Beatles en “Twist & Shout”. Estrellas totales.

¿Os suena esto?”, dijeron antes de su conocida versión del “Con altura” de Rosalía, a la que nunca aguantamos por su apología del chonismo, pero bueno, Ginebras la hacían mucho más soportable, y hasta con un punto de rock urbano. El único momento reposado de la velada fue con ese “Muchas gracias por venir” que sonaba a despedida, pero solo era un instante de relax antes de “Ansiedad” y otro tema tan festivo como “Rapapá”.

Mandaron hacer hueco para que bajaran las cuatro durante “Bailando mal”, si no me equivoco, y el aire disco vintage provocó que el recinto se transformara en una gigantesca pista de baile, con algún “pogo amoroso”, en sus propias palabras. Calificaron a Bilbao como su “segunda casa” y con el entusiasmo en un punto desbordante finiquitaron la sesión con “La típica canción”, no sin antes pedir al respetable que cantara a capela al comienzo.

Evocar aquel concierto iba a ser una resaca de felicidad de principio a fin, pues incluso los temas más pachanga resultaron divertidos. Esa noche sin duda contagiaron su positividad al grueso de los asistentes, una faceta que sobresale hasta cuando definen el periodo actual de la banda como “a la espera, como cuando nos llaman de una compañía telefónica”. Viven su momento con tranquilidad, sin estresarse.

Alfredo Villaescusa
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