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Crónica de Evaristo + One Way System + Último Rekurso + Vómito en Bilbao: A impresionante velocidad de crucero

El día que comenzaron a vender camisetas de Ramones en tiendas de moda una parte de la escena punk se fue a tomar por saco. Es curioso cómo una banda que no destacaba por una estética impactante sino que hacía gala de su sencillez, con sus eternas chupas de cuero y vaqueros raídos, acabe convertida en pasto para aficionados al postureo inmisericorde típico de redes sociales. Precisamente, si algo caracterizó al movimiento del 77, era esa autenticidad casi de perro verde en un entorno dominado por sofisticadas propuestas.

Pero pasan las décadas y los años, y al igual que en ciertos aspectos nos quieren hacer volver hacia atrás, todavía permanecen esas actitudes de poperos ignorantes que van a un concierto a ver solo un grupo y se la suda lo demás. Una falta de respeto al trabajo de todos los que contribuyeron a configurar un cartel atractivo que se echa por el váter en segundos por una mera cuestión de vagancia, incultura, o quizás una mezcla de ambas cosas y otras peores.

Evaristo.

Un recital de Evaristo hoy en día parece que tiene más de acontecimiento social que de concierto genuinamente punk, pues dicha actitud apenas se sintió durante el turno de los teloneros, con imágenes tan vergonzosas como una multitud a distancia, como vacas mirando al tren, reservando la primera fila para unos escogidos irreductibles. Eso sí, luego ya con la estrella de la velada, todos en bloque adentro, no vaya ser que pasen lista y uno no salga en la foto de los colegas con el móvil.

Pese a que se anunció días antes que el aforo andaba a punto de agotarse, el panorama fue más bien desolador con los veteranos irundarras Vómito, que comenzaron su andadura allá por 1984, que se dice pronto, pero ni siquiera eso fue excusa para que el personal se animara en masa a catar a un grupo fundamental del rock radikal vasco con himnos tan rotundos como “Ratas de ciudad” o “Fuerzas de seguridad”, que por supuesto cayeron en su breve actuación.

Vómito

Nos quedamos con ganas de escuchar la fundamental “Soy una bomba”, con potencia de deflagración incluso para ofender en pacatos tiempos modernos, pero lo que nadie puede discutir fue su profesional entrega, a pesar de que el apoyo de la peña no acompañara lo suficiente. Merecieron mucho mayor reconocimiento. Tal vez en la actualidad exista demasiada “gente de bien”.

Último Rekurso.

Los catalanes Último Rekurso tampoco se encontraron una situación muy diferente, con la multitud manteniendo una especie de distancia de seguridad, no se sabe muy bien para qué. Y eso que ellos, al igual que Vómito, echaron buena carne en el asador con su versión en castellano de “Punk Rock Song” de Bad Religion o su genial canción de amor antisistema “Hasta que el Estado nos separe”, que debería ser por justicia uno de los grandes himnos del punk contemporáneo. Les pusimos en nuestra órbita con su soberbio álbum de 2020 ‘Adiktos al kaos’ y nunca les habíamos conseguido ver en directo. No salimos para nada defraudados, pero anda que no habrían molado infinitamente más con el calor humano adecuado.

One Way System

Si no se valoraba en su justa medida a leyendas cercanas como Vómito, el recibimiento a unos guiris como One Way System no iba a ser tampoco para tirar cohetes, a pesar de que fuera un nombre recurrente en recopilatorios punk. Por lo menos tuvieron el detalle de dejarles un poco más de tiempo de actuación, suficiente para que cayeran piedras angulares de su trayectoria, que se inició en 1979, como “Give Us A Future” o “Jerusalem”, entre otras. No esperábamos la erudición de los asistentes al Rebellion, pero algo más de información respecto a lo que se iba a contemplar no habría matado a nadie.

La muchedumbre en tropel entró al recinto como el que va a los toros con Evaristo, que no defraudó con su catálogo de gestos particulares, como tocarse los huevos y otros movimientos irreverentes. No hacía falta casi ni presentar las canciones, pues “Nuestra alegre juventud” o “Delincuencia” caldeaban de inmediato los ánimos como si se pulsara un interruptor. Y la habilidad de la banda para encadenar unos temas con otros a una velocidad encomiable hizo que el recital disfrutara de un dinamismo desbordante.

Evaristo, tocándose las partes nobles.

Las pantallas mostraban del mismo modo las palabras del evangelio Evaristo, como que “El trabajo no es un derecho, es una mierda” o “Mi gobierno quiere matarme”, aquella célebre frase de la que hasta se hicieron sudaderas. Como era de esperar, el repertorio no se limitó únicamente a La Polla Records, también incluyó “Otra canción para la policía” de Gatillazo, “Come libertad” de The Kagas, entre otros momentos estelares de la carrera del protagonista de la velada. El frontman no hablaba mucho, a excepción de para soltar alguna perla de sabiduría como “Hacer el amor es legal, lo de la cama es follar”, que se acogía cual encíclica del Papa entre los creyentes.

Las canciones de La Polla Records suponían un subidón inmediato, caso de “Así es la vida”, hasta el punto de que el mismo Evaristo pidió perdón a la concurrencia por no bajarse a desparramar como uno más, ya que luego la subida a las tablas la iba a tener complicada. “No somos nada” desató las gargantas y mantuvo el tipo de manera muy digna “Obediencia” de Tropa do Carallo, antes de alcanzar otro pico con “Los siete enanitos”.

Evaristo, junto al guitarrista Alberto Salgado.

Sin desfallecer ni un minuto, pisaron a fondo el acelerador con “Campos de concentración” de The Meas, “A tu lado” o “La solución final” de La Polla Records, con el gesto final de Evaristo de cerrar algo y echar bien el pestillo. Y de vez en cuando, más píldoras de sabiduría por parte del mito punk: “Estamos en contra de la pena de muerte, pero de la nuestra, que había por ahí un tío que incitaba a la violencia porque sí”, probablemente en referencia al activista ultra asesinado Charlie Kirk.

El propósito de la noche era “divertirse y no molestar a la gente de fuera”, por lo que tenía que incluirse “Hemos venido a divertirnos” de Gatillazo. El resto de la recta final no defraudó al recuperar “Gaseosa la clashera” de La Polla Records o los guitarrazos de querencia escandinava de “Perjudicado” de Gatillazo, con pulla incluida a autoridades sanitarias al afirmar que “te enchufas al tubo de escape y te has fumado diez cartones”. Esperemos que no se ofenda ningún aficionado a los toques de queda y otras medidas dictatoriales.

Abel Murua, histórico bajista fundador de La Polla Records.

“Toda la puta vida igual” puso fin a ese colosal repertorio sin apenas pausa que más se asemejaba a una prueba de resistencia no apta para melifluos. Regresaron con ganas y los cánticos religiosos a capela de “Salve”, que debía sonar sí o sí, antes de enlazar con “Ángeles caídos” y “Txus”, otra de las inevitables que además contó con una introducción en plan ranchera. Una pequeña pausa antes de volver a las tablas de nuevo con “Carne pa’ la picadora” y “Esclavos del siglo XXI” de Gatillazo, uno de los momentos cumbre de la noche en el que se elevaron gargantas a la estratosfera por enésima ocasión. “Ellos dicen mierda” puso la guinda a un show muy diferente al que vimos en la gira de despedida de La Polla Records, pero que tampoco contó con minutos que se sintieran perdidos o una mínima sensación de aburrimiento.

En suma, no abundan las bandas que se casquen en torno a treinta o cuarenta temas del tirón sin apenas tomar aire. Evaristo dijo con cierta sorna que era para no resfriarse, tal vez queriendo desmitificar un esfuerzo que ya podrían realizar otros grupos en vez de enredarse en mierdas verbeneras de dar palmas y demás. A esa impresionante velocidad de crucero no se le pueden poner muchas pegas.

Un comentario

  1. Cojonudo resumen hacia el gran concierto que ofreció el gran EVARISTO y sus buenos músicos con su banda en solitario interpretando estos grandes clásicos de las bandazas en las cuales puso su calidad y su compromiso combativo junto la cañera descarga de unos históricos de nuestro Punk Rock como fueron VOMITO a través de tan conocidos clásicos en la rockera Bilbao.

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