Crónicas

El Drogas en Bilbao: Legado fundamental

«Con todo, resultó una noche espectacular en la que no sonó ni un corte malo o mediocre, solo piedras angulares que debería conocer cualquier persona con un mínimo fuste. Un legado fundamental para desenvolverse no solo en el mundo de la música, sino en la vida en general.»

14 mayo 2022

Sala Santana 27, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Tal vez la repetición acabe restando valor a muchas cosas. Como a esos conciertos que se convierten casi en una tradición o un ritual en el que siempre se reproducen los mismos salmos. Da igual las veces que se haya visto el espectáculo, si de verdad existe un punto fuerte para acudir es que no habrá excesivas sorpresas y todo sucederá en base a un guión familiar que precisamente agrada por eso, al igual que esos garbanzos de la abuela que no pierden ni un ápice de sabor por décadas que pasen. La atemporalidad de los platos cocinados con cariño.

Lo cierto es que encontrar a alguien que nunca haya visto en su vida a Barricada tiene que resultar complicado, no en vano si no eran de los conjuntos patrios que más se recorrían la península, poco les faltaría. Pensábamos que disfrutar del apabullante directo de los de La Txantrea era algo común y hasta cotidiano, pero un buen día descubrimos que el vocalista El Drogas ya no estaba en la banda y un tiempo después se anunciaba la disolución definitiva del histórico grupo. La muerte de uno de los integrantes tornó imposible el sueño de una reunión.

Pero las canciones inmortales seguían estando ahí y nadie mejor que Enrique Villarreal para desempolvar ese legado con motivo de los 40 años de la fundación de esa parte fundamental de nuestro rock. Como era de esperar, el personal respondió de manera masiva agotando las entradas de la cita bilbaína en la sala Santana, al igual que sucedió en otras fechas de la gira. Desde luego no se antojaba de persona razonable perderse un evento de semejante magnitud.

No cabe duda de que El Drogas sabe tocar la fibra sensible a la peña, pocas cosas podría haber más apabullantes que ese tremendo inicio con “En la silla eléctrica”, “Esperando en un billar” y “Barrio conflictivo”. Casi nada, un buen ejercicio para calentar las gargantas, pues lo de esa noche sería uno de esos bolos para quedarse afónico cantando las letras, que siguen sonando tan actuales como cuando se crearon décadas atrás.

Fue un gustazo volver a escuchar un temón tan antipostureo como “Lentejuelas”, más cuando esa gente que se cree divina de la muerte sigue en las instituciones con su insoportable chulería. “Mañana será igual” tal vez siempre será recordada por aquella versión en acústico que ponía los pelos de punta, pero en eléctrico conserva intacta la capacidad para mantener la atención del respetable.

Enrique no tardó en saludar a la afición con sus inevitables “¡A gusto!” y no hubo intención de conceder respiro alguno con “Okupación”. Otra que solía sonar cuando El Drogas estaba todavía en Barricada era la de “Sofokao”, así que no se podía obviar de ninguna manera en esta suerte de homenaje.

Unos riffs de rock n’ roll solo significaban que se avecinaba “No sé qué hacer contigo”, que siempre mola por su aroma a Burning, y “Tentando a la suerte” nos confirmaba que esa noche no se nos permitiría ni parpadear, no sea que nos perdiéramos algún himno. Sorprendió que recuperaran “Problemas”, esta sí que hacía la tira que no se escuchaba en directo, por lo menos que un servidor recuerde.

Y era impensable obviar “Bahía de Pasaia” o “A toda velocidad”, clásicos imprescindibles de los Barri. “Cuidado con el perro” no se antojaba de las típicas, pero agradaba que se recuperara su vertiente más rockera. Era un repertorio de contrastes, por lo que entraba dentro de lo predecible que ‘La tierra está sorda’ no se quedara fuera de este repaso con “Pétalos”, que sonó algo diferente respecto a la versión en estudio.

Del mismo modo, “Sotanas” cursó muy digna en formato acústico, con la emoción a flor de piel. “Tu nombre” finiquitó este breve remanso de paz mientras algunos nos contaban que ya echaban de menos la electricidad. Tranquilos, una intro circense que desató el cachondeo anticipaba “Sean bienvenidos”, que recordaba indefectiblemente al que fue el comienzo de sus shows durante años.

Y aquello de “El sol no calienta por igual en todas las cabezas…” pronunciado por El Drogas también entrañaba una especie de santo y seña inconfundible para los fieles, era el turno de “Víctima”. Nos moló bastante que rescataran “Ninguna bandera”, con vigencia plena en una época donde todavía abundan bastantes aficionados a los trapos patrióticos. A otros solo nos ponen de pie aquellas enseñas que no aluden a un país, sino a una forma determinada de ver el mundo. Sobra decir ejemplos.

En un karaoke colectivo se convirtió “Animal caliente”, con las gargantas desatadas atronando en el recinto, una pena que no continuaran en esta senda con “Deja que esto no acabe nunca”, como solían hacer en tiempos de los Barri. Y en “Objetivo a rendir” el carismático vocalista se acordó de su excompañero Boni al asegurar que era “la canción que más le definía sobre el escenario”. Ahí discrepamos y nos acordamos de “Rojo”. Qué pena que se echara en falta aquella noche.

No lo hemos mencionado, pero ni falta decir que Txus, Flako y Brigi cumplieron a la perfección su papel a la hora de desempolvar un repertorio tan mítico. En este aspecto, sobresalió el encargado de las seis cuerdas en la introducción que se marcó antes de una pieza tan histórica como “Oveja negra”. “Vamos a hacer punk” confesó El Drogas antes de que cayera “Todos mirando”, más munición para elevar los ánimos.

El inconfundible punteo de “En blanco y negro” era otra de esas señales imprescindibles para los seguidores. El Drogas dirigió las gargantas como si fuera un director de orquesta y se alcanzó seguramente el pico emotivo de la velada. Después de aquello no quedaba otra que retirarse durante unos minutos y luego regresar con cosas tan rotundas como “La hora del carnaval”, buena elección, o “No hay tregua”, otro karaoke colectivo a la máxima expresión.

Había todavía ganas de más, por lo que el público comenzó entonar de manera espontánea el estribillo de “Esta noche”, en semejante tesitura la banda no podría negarse a conceder ese deseo. Un corte que sirvió para que los diferentes miembros fueran abandonando el escenario, especialmente sobrecogedor resultó escuchar a la peña desgañitarse mientras permanecía solo Brigi a la batería o ese impagable momento en el que el frontman se unió a la percusión.

Nos faltó algún himno como “Esta es una noche de rock &roll” y nos habría encantado escuchar “Picadura de escorpión” o “Pídemelo otra vez”, pero aquí entraría ese inevitable aspecto subjetivo imposible de obviar a la hora de configurar un repertorio de cuatro décadas. Con todo, resultó una noche espectacular en la que no sonó ni un corte malo o mediocre, solo piedras angulares que debería conocer cualquier persona con un mínimo fuste. Un legado fundamental para desenvolverse no solo en el mundo de la música, sino en la vida en general. Una lección magistral.

Alfredo Villaescusa
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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

1 comentario

  • Juandie dice:

    Extenso resumen hacia el gran concierto que se marcó EL DROGAS y sus pedazos de músicos presentando su último álbum de estudio en la Sala Santana bilbaina y que con tanto temas propios como con algun que otro clásico de mis adorados e históricos BARRICADA lo volvieron a bordar y con el gran Brigi a la bateria el cual estuvo inmenso.

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