Hay días en que nuestro espíritu se siente reconfortado a través de la música. Esto es lo que sucedió con Eivør, Asgeir y Elinborg, un trio de propuestas feroesas que disfrutamos, sentimos y hasta abrazamos en una jornada increíble en la sala Mon en Madrid.
Al llegar al recinto, observamos que una larga fila de fans aguardaba a que se permitiera el ingreso al recinto. El colosal bus en el que viajaba el trio de artistas abría sus puertas e iban descendiendo algunos de los protagonistas de la jornada para, a su paso, saludar a algunos fanáticos mientras ingresaban a la sala.
Dia martes en Madrid, y desde primera hora, la expectación se palpaba en el ambiente. Era evidente que íbamos a acudir a un festín, a un ritual, a una celebración nórdica de rock en un amplio espectro. Abundante humo, y el trio capitaneado por Elinborg, con batería, guitarra eléctrica, y programaciones que se intercalan con los teclados, interpretaba “Til Myrkus” y creaba una atmósfera por demás envolvente.

El torrente y caudal de la voz de la frontwoman es de esos que eclipsa. Es hermana de Eivør Pálsdóttir, cabeza de cartel, y convencido estoy de que ese ADN que poseen es el que hace que ambas dispongan de unos pulmones únicos. Durante el corto espacio de tiempo, rubricaron su solidez y virtuosismo con un directo de autor. Piezas como “Vatnsis Verur”, “Troyst” y la coreada “Sjórok” nos llevaban en volandas al encuentro de la mitología nórdica. Las emociones afloraban entre los presentes. Después de agradecer por el cariño y por acudir a ver su propuesta, el combo ejecuta “Kærlekin” y se despide con “Blóð”, uno de sus últimos sencillos publicados, obteniendo una gran ovación y lluvia de aplausos.
En segundo término, Asgeir inicia su directo con una intro disparada que es acompañada por piano, con las luces tenues y un espíritu indomable. Esa fue la tónica de toda la actuación. El compositor dispone de una conexión particular con las teclas blancas y negras. Juegan como una extensión de su ser.
Algunas de sus canciones suenan a invocación, a rezo colectivo, a súplica dirigida los dioses de la música. Tales como “Lazy Giants”, “Dreaming” y “King and Cross”, incluida en su gran disco ‘In the Silence’, son coberturas sonoras para la piel del respetable. Confieso que, debido al sentido mas intimista del directo del cantante islandés, me parecía más orgánico que el fuera el encargado de abrir la jornada. Igualmente, mis ojos y oídos presenciaban cómo sus composiciones eran coreadas con entusiasmo y tejían un hilo emocional desde las tablas hasta el alma de los presentes sin escalas intermedias.

De su próximo trabajo de estudio, llamado ‘Julia’, el cual verá la luz en febrero de 2026, tocaba en exclusiva y como primicia la canción homónima del álbum, enfundado en su guitarra eléctrica, y el reciente single publicado, “Ferris Wheel”, obteniendo gran cantidad de aplausos tras las mismas. Para cerrar su concierto y dejar una estela de calidad, concluía con una de las más conocidas de su repertorio, su clásico “Going Home”. Después de agradecer por el cariño y realizar un abrazo simbólico y multitudinario, se retiraba entre vítores.
Eivør como cabeza de cartel es verdaderamente espectacular. Unos minutos antes del comienzo de su show, se alista todo. Se refresca el espíritu con bebidas espirituosas y se preparan las ofrendas para la ceremonia. Tiras de luces adicionales horizontales son ubicadas en el suelo del escenario. Se observa un contrabajo electrónico, teclados, un tambor tradicional islandés y una batería.
Ingresan los músicos bajo un potente humo combinado con luces en tonos azules, intro lanzada y, acto seguido, con la ovación pertinente, dice presente cual diosa nórdica de la canción la frontwoman con un total black look cual sacerdotisa del rock, y sin más dilación, comienza su directo con “Jarðartrá”, incluida en su trabajo de estudio ‘Enn’.

En su vestimenta, dispone de unas alas de seda que dotan de magnetismos absoluto al directo. Nos guía con su propuesta a un mundo paralelo donde somos absolutamente libres. En “Salt” coge el tambor e introducirá una de las constantes del directo, alejarse según la nota de su voz del micrófono debido al caudal de la misma. Sus pulmones son enormes. Su carisma también. Es como un oráculo donde debemos acudir cada vez que necesitemos respuestas sonoras y envolvernos en texturas volcánicas.
“Gullspunnin” sirve para que coja por primera vez la guitarra y muestre sus dotes con las seis cuerdas. Ovación enorme se lleva al iniciar los acordes de “Í Tokuni”, y cuando ofrece el micrófono al respetable durante la misma, la euforia colectiva se apodera de la sala. En la ejecución de “Lívstræðrir”, su túnica oscura parece flotar al ritmo de su gola.
El abundante humo crea una especia de niebla eterna y sirve para que los presentes floten. En el espectáculo, también juegan un papel preponderante las luces. Estás van desde tonos rojos sangre pasando por azules noche y desembocando en violetas y verdes que imitan a las auroras boreales.

En “Let it come” se expande vocalmente y comenta que “en la soledad de mi casa dije adiós al pasado”, y ejecuta “Boxes”, donde los toms de batería son conducidos por un sonajero tradicional del país insular, y el contrabajo eléctrico, junto a las palmas al unísono de los fans, acompañan a una de las más aclamadas del show.
Furiosa interpretación de “So Close to Being Free”. Hipnótica bajo sus texturas suena el clásico de Pink Floyd “Us and Them”, y “Upp Úr Øskuni”, además de sonar oscura, cruda y seguramente ser candidata firme a convertirse en nuestro himno en alguna batalla mitológica que afrontemos antes de ir al Valhalla, cuenta con el acompañamiento de su hermana pequeña, Elinborg, y sobre las tablas “se baten a duelo” con sus potentes voces.
Salen por unos minutos los artistas del stage y regresan ante la aclamación popular para deleitar con un bis cautivante, el cual actúa como cierre majestuoso a la gran actuación ofrecida por el combo. El último rugido evocador es “Falling Free” para finalizar un concierto donde el folklore de las Islas Feroe con gotas de Islandia se entremezcló con el rock oscuro, epopéyico, cinéfilo y embriagador de Eivør.
Tres artistas, Eivør, Asgeir y Elinborg, con sus propuestas, supieron morder certeramente en la yugular del respetable en Madrid y corroborar que los dioses nórdicos, a veces, toman forma humana y se recrean haciendo música.
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