Crónicas

Editors en Bilbao: Las pistas de bailes más oscuras

«Definitivamente, las pistas de baile más oscuras les pertenecen.»

2 octubre 2022

Sala Santana 27, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

Los giros de timón siempre deberían ser bienvenidos. Sobre todo si observamos un evidente periodo de estancamiento en cualquier artista o banda. La vida es de los que arriesgan, ya lo dijo Loquillo, de “los que abren el sendero con machetes” o de “los que miran sin miedos al horizonte”. Nada puede haber que se asemeje más a la sensación de estar muerto que saber que estás estancado y no poner remedio en absoluto. La necesidad de despertarse debería considerarse una exigencia vital.

Por todos esos motivos hemos acogido con bastante interés el cambio de tercio que han pegado los británicos Editors en su último disco ‘EBM’, cuyo mismo título alude a un género de música electrónica popularizado por los belgas Front 242 que combinaba post punk, industrial o electropunk, entre otras cosas. Un manifiesto con el que la banda de Tom Smith pega un puñetazo en la mesa para dar a entender que no se van a limitar a reproducir los mismos esquemas álbum tras álbum.

Lo cierto es que un servidor había perdido bastante interés en el grupo debido a sus anodinos lanzamientos más recientes, pero con el bolo que contemplamos en la bilbaína sala Santana 27 volvimos a abrazar la fe y además lo hicimos con la devoción total de los conversos a la causa, sin fisuras que puedan hacer resquebrajar el dogma. Entusiasmarse de nuevo es otro de esos indicativos de estar vivos, no cabe duda.

Una multitud reseñable tampoco quiso perderse la cita, por lo que había bastante ambiente para tratarse de un triste domingo. Los de Birmingham habían oficiado antes en el BBK Live, por lo que en cierta manera tenían los deberes hechos a la hora de suscitar interés en la zona. Y en lo musical seguramente permanecerán sus tres primeros trabajos en lo más alto para los aficionados a Joy Division y derivados, una referencia que hoy en día les queda ya bastante lejos.

Que Editors se tomaban los conciertos sin complejos lo demostró la inicial “Heart Attack”, que de golpe y porrazo nos sumergió en un tenebroso marasmo electrónico. Este formato le dio al vocalista Tom Smith la oportunidad de lucirse pero bien, no en vano los espectaculares tonos que alcanza el frontman siempre fueron uno de los activos más importantes de la formación. En directo no desluce para nada, lo constatamos desde el principio al final del bolo.

Para “Bones” Smith pilló ya la guitarra y certificó que en su caso todavía es posible nadar y guardar la ropa, es decir, apelar a las pistas de baile, pero tampoco descuidar el componente post punk de los comienzos. Tal vez su escenario lleno de teclados y otros cachivaches cumpliera la función de hacer sencilla la transición entre un estilo y otro.

La discoteca regresó con la contundencia de “Picturesque”, que podría pincharse en una sesión gótica, con Tom Smith soberbio una vez más a las cuerdas vocales. Los tonos profundos de “In This Light and on This Evening” fueron asimismo de poner pelos de punta, pero el frontman no tardó en dejar aparcado el teclado y desató su lado más místico en “Sugar”, con movimientos de manos y una hiperactividad que no le recordábamos en escena, el rollito a lo U2 también les sentó divinamente en su día. En una onda similar con querencia pop continuaron con “Magazine”, que por su épica y sus coros casi parece Coldplay, aunque en las distancias cortas se escucha con agrado.

“All Sparks” recuperó el brío post punk, ya solo por oír temazos de esta envergadura merece acudir a un concierto suyo, y legaron uno de los momentos de la noche con ese rompepistas llamado “Vibe” que casi se antoja una revisión de Pet Shop Boys. Se ha convertido en una de mis favoritas de toda su trayectoria, enorme.

Poco después, Tom se queda solo en las tablas para “Nothing”, otra pieza en la que la voz del cantante brilló hasta la estratosfera, a pesar de que su tremenda interpretación la deslucieran un poco las cotorras. Una banda con un repertorio tan dinámico como el de esa noche podía permitirse sin problemas instantes de tranquilidad como aquel y hasta intervalos acústicos si era menester.

Incrementaron algo más la tensión con “All the Kings”, a medio camino entre la electrónica y el post punk, que añadió mayor variedad, si cabe. Y volvieron al rock con galones con “Blood”, todo un ejemplo de cuando estaban fuertemente influenciados por Joy Division pero que sigue conservando un importante gancho en la actualidad y no suena a la noche de los tiempos.

“Smokers Outside the Hospital Doors” rememoró una vez más la elegancia de los irlandeses U2, mientras que “Kiss” recuperó el aire discotequero de su último disco. “No Harm” se tornó una suerte de intervalo con atmósfera de BSO de peli de ciencia ficción y “Strange Intimacy” apeló a las pistas de baile antes de despedirse de escena. Una manera digna de bajar el telón.

Tom Smith se había dejado la piel, pero todavía podía ofrecer más, en especial con piedras angulares de su trayectoria como “An End Has a Start” o “Munich”, dos sobrados motivos para haber acudido al bolo. Y pusieron el broche final con su hit “Papillon”, que puso al personal a botar como si no hubiera un mañana. Sí, señor, dejando el pabellón a una altura estratosférica.

Pocas cosas pueden existir más reconfortantes que recuperar la fe perdida en un grupo. Lo normal en un repertorio versátil en el que tuvimos cortes post punk, llenapistas electrónicos y hasta algo de pop vía U2. Todo ello aderezado de un frontman inspirado como nunca. Definitivamente, las pistas de baile más oscuras les pertenecen.

Alfredo Villaescusa
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