Crónicas
Desastre + Azero: Rock sin domesticar
«Dos bandas auténticas y salvajes nos volvieron a demostrar algo que a veces se olvida, que el rock no puede ser domesticado»
23 marzo 2024
Sala Gruta 77, Madrid
Texto: Valle. Fotos: Marta G. Paniego
El rock no puede ser domesticado, no es algo que tenga que hacernos compañía y proporcionarnos bienestar. Su espíritu de rebeldía debe removernos y despertar nuestra conciencia crítica contra el poder establecido sea cual sea. Eso fue lo que hizo la madre del rock and roll. Sí, la madre. El origen de este género musical que nos apasiona fue gracias a Sister Rosetta Tharpe, una mujer negra que tocaba la guitarra eléctrica como nadie cuando los grandes mitos masculinos eran unos niños que escuchaban sus discos. Así lo confesaron Chuck Berry, Little Richard, Johnny Cash, Jerry Lee Lewis o Elvis Presley. Ellos se criaron con su música soñando poder imitarla algún día.
Ya veis, la historia se ha esforzado mucho en tratar de ocultar a la gran dama usando las leyendas de estos hombres y haciéndonos creer que sólo interpretaba Gospel. Pero no, el blues callejero mezclado con el vibrante swing de esta virtuosa mujer fue el inicio del rock and roll antes, incluso, de que el locutor Alan Freed lo bautizara y, volviendo a mi reflexión inicial, también fue el vehículo perfecto para que Rosetta Tharpe luchara con fuerza reivindicando los derechos de la población afroamericana. Eso mismo. Eso es el rock.
“Eso es el rock” fue el inicio perfecto para el inolvidable concierto del pasado sábado 23 de marzo en la mítica sala madrileña Gruta 77. Una canción en la que los turolenses Azero definían con autoridad todas las sensaciones que íbamos a vivir esa noche. Ganadores del mejor audiovisual en los premios de la música aragonesa gracias al bélico y espectacular videoclip de su tema “Acaba de una vez”, Azero fueron progresivamente subiendo las pulsaciones de todos los asistentes que completaron el aforo.
Rock sin complejos acentuado por matices punk que nos hicieron saltar, cantar y gritar en muchos de sus estribillos taberneros. Jorge Pérez “Kapi” a la voz y, durante la primera mitad del recital, también a la guitarra, supo liderar con soltura, chulería y toques de humor a una banda muy sólida que, sin embargo, sufría la ausencia de su bajista habitual, Alfonso Martín, debido a temas de salud, pero fue bien sustituido por Miguel Ángel “Jagger”, que tuvo que aprenderse el amplio repertorio en sólo dos días. El resto del potente grupo se completa con Héctor Rodríguez a la batería y, como guitarristas, Juan José Sancho y José Manuel Ferrer.
En una velada que, como tiene que ser el rock, fue muy reivindicativa, se festejaron canciones como “Molestando” y “La muerte está echada”, sorprendieron por su originalidad en “Made in Teruel” y “Ya lo decía mi papá”, despertaron nuestra conciencia en “Palestina” más “Sangre en la manifestación” y se despidieron con las emblemáticas “Rock del pueblo” y “A la mierda”. No obstante, en mi opinión, lo mejor de su actuación fue cuando interpretaron la pegadiza “Por qué luchar”, en la que descargaron una energía brutal.
Con la sala a tope y mucha expectación, subía al escenario el plato fuerte de la noche: Desastre, una de las bandas más longevas del panorama nacional que, desde 1988, nos enamora gracias a un trabajo ascendente, elaborado, vibrante y honesto.
La clara intención de agradarnos se hizo patente al empezar con “La habitación”, una de las melodías más chulas de su gran último álbum. Composiciones que sonaron brillantes en directo y que, además de la mencionada, podemos subrayar una contundente “Que corra el aire” (homónima al disco), la peculiar “Dame un like” y su ritmo de folk americano, “Calma chicha” con la que aumentaron las revoluciones o “Ruido de sirenas” y “Kaxta” como perfectas representantes de su canción protesta.
A estas se sumaron “Lejos de tu alcance” y “Alto riesgo”, que fueron los ejemplos más claros de una de las cualidades más sorprendentes de Desastre: lo bien que empasta su rock urbano tan característico con la sección de vientos que protagonizan Pedro Pastor a la trompeta y Raúl Hurtado al trombón. El resto del repertorio estuvo igualmente lleno de emoción y fuerza, destacando un final arrollador en temas tan impactantes como “El loro”, “Tabernera” y “Me piro”.
En definitiva, un concierto espectacular en el que Jesús Ortiz Sanjuan “Chus” a la batería y los guitarristas Juan Sanz Calvo “Johnny” y Diego Rodríguez Archidona “Archi” hicieron las delicias de un público apasionado que terminaba izando al siempre carismático Alfonso Carneros, el bajista y la atractiva voz de Desastre, una banda auténtica y tan salvaje que siempre nos transmite que el rock no puede ser domesticado.
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1 comentario
Pequeño resumen hacia las cañeras descargas de unos veteranos como los turolenses AZERO y los madrileños DESASTRE en el Gruta 77 ante sus paisanos presentando su último álbum.