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Crónica de Delirium Tremens + Jan! en Bilbao: Palabra cumplida

De un tiempo a esta parte parece que las giras de despedida salen hasta de debajo de las piedras, pero obviamente, no todas son iguales. Tenemos, por un lado, los farsantes que no cumplen lo que prometen y utilizan eso del adiós definitivo a modo de estrategia de marketing. Luego están los que deberían haberse retirado bastante antes por respeto a los fans y a su legado, y por último, los que se suben a las tablas como si fuera una forma de agradecimiento a los fieles que tanto les acompañaron en su día y su intención no es para nada la de eternizarse.

En el caso del cuarteto de Mutriku Delirium Tremens siempre tuvieron claro que su resurrección contaría con fecha de caducidad, pero les sucedió lo mismo que a cualquiera que sale de fiesta en plan tranqui y al final se acaba liando hasta las ocho o nueve de la mañana. Un homenaje al fallecido Iñigo Muguruza les calentó la cabeza lo suficiente para inaugurar una nueva etapa del grupo, que se salda con dos discos tan soberbios como ‘…Ta Nora?’ y ‘Hordago’, aparte de un bolo multitudinario en el BEC de Barakaldo e intervenciones en varios festivales.

Pero llegó el momento de la despedida definitiva y para ello escogieron la bilbaína sala Santana 27, que acabó abarrotada de fieles que no se querían perder ese concierto que sin duda pasará a la historia del rock vasco. Y si en su precedente adiós a los escenarios de 1991 quedó un documento sonoro llamado ‘Bilbo Zuzenean 91-5-24’, todo pinta a que se volverá a repetir la jugada en esta ocasión, pues vimos por ahí algunos utensilios de grabación.

Jan!, con Roberto Moso (Zarama)

Para rubricar una jornada verdaderamente histórica ejercieron de teloneros Jan!, el nuevo proyecto de Roberto Moso, otrora vocalista de los legendarios Zarama, precursores del rock radical vasco y seguramente también de los primeros rockeros en cantar en euskera. Con semejantes antecedentes, podrían haber tocado lo que quisieran, y no cabría ni rechistarles, pero lo cierto es que Roberto sigue conservando sus facultades vocales por completo y además los temas que nos ofrecieron tenían cierto enganche.

Con la versatilidad por bandera, había desde piezas potentes hasta otras más comerciales. Hicieron que su actuación fuera a velocidad de vértigo, pero el punto álgido se alcanzó en el recuerdo a Zarama con “Goazen borrokara”. Su participación engrandeció la velada, sin duda.

Andoni Basterretxea, al frente de Delirium Tremens

Que Delirium Tremens se separen justo ahora no deja de resultar una paradoja, habida cuenta de la pedazo formación que poseen con el eterno vocalista y guitarrista Andoni Basterretxea, el batería Juantxo, el bajista Mikel Kazalis (Anestesia) y el reputado productor Haritz Harreguy, que también es un notable guitarrista, para los que no lo sepan. Tanta concentración de talento se tenía que notar de alguna manera, y vaya sí se sentía en el sonido inmenso que se gastaban en las distancias cortas.

Como correspondía a un evento tan señalado, el repertorio basculó entre los cuatro álbumes de estudio publicados hasta la fecha, con artillería de considerable envergadura desplegada desde el inicio con “Saihesten”, que abría su último trabajo ‘…Ta Nora?’, o la imprescindible “Ihes”, todo un clásico de su bautismo en larga duración ‘Ikusi eta Ikasi’. Y hubo también referencia al histórico disco compartido con Zarrapo ‘Hemen Denak Berdinak Dira – Aquí todos son iguales’, con “Ezin Leike” o el himno “Sua”, más adelante.

Roberto Moso (Zarama), con Delirium Tremens

Para enmarcar la cita había del mismo modo invitados muy relevantes dentro de la escena vasca, como el propio Roberto Moso, que regresó a las tablas para marcarse el reggae punk a lo The Clash “Gazteizko Gaua”, si no me equivoco, una auténtica joya difícil de escuchar en directo. Pero ellos solos también se bastaban de sobra, ahí estaba como constatación “Dalila”, de su trabajo más reciente, y un servidor diría que de los mejores. Es una pena que nos perdamos futuras obras que merecerían la pena, pero era lo que había esa noche.

Si siempre se alabó de los de Mutriku su “pop rock de altísima calidad”, para subrayar sus redondas composiciones, no menos cierto era que bordaban de igual manera los pasajes puramente instrumentales. En este sentido, brilló la homónima “Delirium Tremens”, un despliegue de virtuosismo con partes que bordeaban el metal donde la banda pudo lucirse al completo, aunque vuelvo a destacar la labor de Haritz Harreguy, ojalá le veamos más veces subido a un escenario.

Elortxa (Jotakie), con Delirium Tremens

Antes decíamos que Zarama serían de los primeros rockeros en cantar en euskera, por lo que nos jugaríamos el cuello a que Jotakie debieron ser los pioneros en el campo del post punk, hoy en día tan en boga. El segundo invitado, el vocalista Elortxa de estos últimos, nos legó uno de los momentos más incendiarios de la velada con esa bomba que resulta “Burrundaie” en las distancias cortas y que desató los pogos que eran preceptivos. Inmenso.

Sobra decirlo, pero la peña recibió a Andoni y compañía como auténticas estrellas. Muchos iban además con la lección bien aprendida, pues apenas bastaron unos segundos de “Nahia” para que el personal la reconociera y la entonara a pulmón. Y no fue la única vez que sucedió. La poderosa voz de Aiora Renteria de Zea Mays también hizo acto de presencia en “Kafe Usain Hura” en una interpretación de poner pelos de punta.

Katu (Baldin Bada), con Delirium Tremens

El recuerdo a Iñigo Muguruza vino por boca del bajista Mikel antes de “Kaixo” y otro invitado que tampoco se prodigaba demasiado era Katu de Baldin Bada, que puso el recinto patas arriba con el tema homónimo que daba nombre a su banda y que contó además con un brillante punteo de Harreguy. Otro de los instantes para guardar con caja fuerte en la memoria.

“Ikusi” siguió poniendo el corazón en un puño, ha envejecido con tanta dignidad como el propio grupo y a día de hoy podría incluso codearse en pie de igualdad con cualquier canción de post punk contemporáneo. Delirium Tremens fueron sin duda unos adelantados a su época y esbozaron parámetros que triunfarían mucho después, he aquí un gran ejemplo.

No podría existir mejor manera de abandonar las tablas con la emoción al máximo, pero estaba cantado que regresarían al de poco, todavía faltaba algún que otro himno. “Ni Naiz Naizena” elevó las gargantas de la afición y certificó el descomunal tirón que todavía poseen entre la concurrencia. Y no se podría finiquitar tan gloriosa noche sin “Boga Boga”, memoria sonora de la vida en la mar tan característica de su localidad natal. ¡Soltemos amarras!

Frente a embaucadores sin escrúpulos, he aquí una banda sincera que prefiere recogerse porque esa fue la intención inicial, cerrar un ciclo sin prolongar la actividad sin ton ni son. Y eso que, como hemos dicho, tendrían capacidad más que de sobra para continuar escribiendo capítulos dorados en su trayectoria, esto era más que nada una cuestión de dignidad y principios. Palabra cumplida.

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