Crónicas
Dead Boys + Turbofuckers en Bilbao: Consistente resurrección
«Lo vivido aquella noche fue una consistente resurrección, una constatación de que nunca hay que fiarse de las apariencias, sino dar un paso adelante y comprobar los hechos por uno mismo, sin bulos ni supercherías»
15 febrero 2025
D8 Sorkuntza Faktoria, Bilbao
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
La amenaza de posible verbena es quizás el factor más desmovilizador de cara a acudir a un concierto. Con la cantidad de tipos echándole cara y presentándose con el nombre de una banda histórica contando únicamente con un miembro original, toda precaución es poca. Otra cuestión reside ya en la manera en que cada uno se tome esas propuestas, si como versión fidedigna de los que se dice representar o más bien como un homenaje a una formación ya imposible de contemplar sobre un escenario en condiciones dignas.
En el caso de los norteamericanos Dead Boys, todo un emblema del punk al otro lado del Atlántico junto a los seminales The Stooges, parece casi imposible disociarlos de un frontman tan impactante y salvaje como Stiv Bators, una suerte de discípulo de Iggy Pop que también demostró su versatilidad como intérprete en el glorioso supergrupo de rock gótico The Lords of The New Church. Muy bueno, como mínimo, debería ser el que se atreva a ponerse en la piel de este difunto mito del rock n’ roll, con un culto tan reverenciado en el rollo como el de Johnny Thunders.
Las noticias que nos llegaban de esta gira llamada “Down In Spain Tour 2025”, con hasta diez fechas por la península, prometían un bolo decente, y seguramente lo mismo pensaría la nutrida multitud que se congregó en el D8 Sorkuntza Faktoria del barrio de Zorroza (Bilbao). Al fin y al cabo era una banda mítica del punk y contemplar en directo a una leyenda como el guitarrista Cheetah Chrome no era tampoco un pequeño aliciente.
Calentaron la velada con una actitud tan destructiva como los cabezas de la noche los bilbaínos Turbofuckers, que en estos momentos se encuentran celebrando el legado de B.C. Bombs, la semilla de la que surgió el grupo actual. Con la carrera que tienen a las espaldas, saben de sobra los ingredientes necesarios para ofrecer un recital de los de dejar el culo torcido y eso prácticamente hicieron desde el inicio con “Let’s Go”, imprimiendo un ritmo criminal en el que si parpadeabas, ya te perdías bastante.
Hubo momentos álgidos como “Verano salvaje”, la muy The Hellacopters “Death Punk All Stars” o esa colosal versión de los argentinos 2 Minutos “Ya no sos igual”, de lo mejor del concierto. No fue el único homenaje que rindieron, pues también atronó el rock n’ roll “Brindando siempre a tu salud” de Los Rotos o “No me arrepiento de este amor” de Gilda, según las coordenadas de Attaque 77, por supuesto. Como un tiro.
No suele ser habitual que un concierto comience con el que probablemente sea su mayor himno, pero eso es lo que hicieron Dead Boys con el inapelable “Sonic Reducer”, santo y seña del punk americano, si no se te remueve algo por dentro al escuchar las primeras notas, estás ya entonces en el otro barrio tomando tragos y metiéndote mierda con Bators. Y de “What Love Is”, pues tres cuartos de lo mismo. Para tomar apuntes.
Emular al icónico Stiv Bators no era una tarea sencilla, pero con mucho descaro y chulería asumió ese titánico papel Mark Thorn sustituyendo en pocos días a Jake Hout, que desertó antes de salir de gira alegando que el sello quería utilizar una recreación por inteligencia artificial de Stiv Bators. Qué turbio, ¿no? Y a veces lo mejor para realizar una interpretación de estas características consiste en alejarse del modelo más inmediato y buscarse otros referentes, como el grandioso David Johansen de New York Dolls, una figura para reivindicar que hace poco dio a conocer que sufría un cáncer en estado avanzado. El frontman actual no solo recordaba a la leyenda del protopunk en sus giros y expresiones, sino que también se calzó esas pedazo de plataformas que solían llevar los Dolls con el macarrismo más absoluto.
El repertorio no tuvo desperdicio, con piezas que casi era un sueño poder escuchar en directo, caso del himno con el que abrieron, “Caught With The Meat In Your Mouth” o “I Won’t Look Back”. De sentar cátedra resultó “Not Anymore”, un in crescendo desesperado de poner piel de gallina, con el vocalista modo Iggy Pop total, buscando el contacto del emocionado respetable.
En cuanto a Cheetah Chrome, tal vez el hombre no esté para efectuar piruetas ni saltos triple tirabuzón, pero para dar el callo sobre las tablas le vale de sobra. Menudos punteos se cascaba todavía a sus 70 palos, el que a esas edades pueda hacer lo mismo, que lo diga, todo un señor con galones. Pura historia viva de la música punk, lo sorprendente es que no esté en un museo.
El descaro de Bators lo replicó Thorn al señalarse sus partes durante la presentación de “I Need Lunch” o al revolcarse por el suelo como un chalado, lo único que le faltó fue untarse el cuerpo con salsa de cacahuete como el primer Iggy Pop. Lo de contemplar a un vocalista tan competente en todos los sentidos superó las expectativas más optimistas. Ay, y algunos que igual no fueron pensando que sería una chufla.
No esperábamos ni de lejos un bolo tan salvaje, eso sí, tampoco fue muy largo, pues sobre los tres cuartos de hora ya se arrancaban con los bises, que fueron tremendos también, sí. Volaron la peluca con el subidón de adrenalina de “Ain’t Nothin’ to Do”, bordaron el “Tell Me” de la mejor época de The Rolling Stones, y colocaron la pica en Flandes con el descenso a los infiernos de “Ain’t It Fun”, una de las canciones más decadentes jamás escritas. Toda una invitación al principio punk de dejar un bonito cadáver.
Lo vivido aquella noche fue una consistente resurrección, una constatación de que nunca hay que fiarse de las apariencias, sino dar un paso adelante y comprobar los hechos por uno mismo, sin bulos ni supercherías. Un servidor siempre adoró cuando las cosas y las personas no son lo que parecen y te llevas una sorpresa, pero para bien, lo cual no sucede con la frecuencia que nos gustaría. Este fue uno de esos casos.
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