Después de años sin visitar la ciudad, Coheed and Cambria regresó a Barcelona con una cita que rozó la perfección. La banda estadounidense eligió la Sala Apolo para la segunda parada de su gira europea de presentación de ‘Vaxis Act III: The Father of Make Believe’ tras abrir el tour en Madrid la noche anterior y llegar a la comunión colectiva. La Ciudad Condal vivió una auténtica celebración de su universo musical; la mente de Claudio Sánchez, una experiencia tan intensa como emocional.
La velada arrancó con Avida Dollars como teloneros, encargados de calentar un ambiente que ya hervía de impaciencia. Dato curioso fue saber que la misma banda había abierto para ellos en 2016 en la sala But de Madrid. Uno de esos círculos vitales que se cierra con éxito y una sonrisa dibujada. Con el ambiente caldeado, era momento de esperar la puntualidad de unos Coheed and Cambria que antes de las 21 ya estaban en escena. Parecía que estuviéramos en Londres.
Desde el minuto uno la euforia se desató en cuanto sonaron los primeros acordes de “Goodbye, Sunshine”. Imagínate empezar un concierto con semejante temazo, para luego rescatar “Shoulders” de 2021; meterte en “Blood Red Summer”, el sexto tema de su segundo álbum ‘In Keeping Secrets of Silent Earth: 3’ (menuda compilación de hits); “The Hollow”, y continuar el viaje con “Planet Titanic” y “Everything Evil”. ¡Una auténtica locura!
El público no tardó en entregarse por completo. Durante los 90 minutos, la comunión entre banda y fans fue total. Saltos, coros, manos al aire, karaoke colectivo y sonrisas cómplices marcaron un directo en el que cada canción encontraba su espacio en una discografía con poco relleno y un mundo sónico único: como si Dream Theater y My Chemical Romance hubieran tenido descendencia. “Number City” y “The Suffering” mantuvieron la energía al máximo, antes de que llegaran momentos más melódicos y atmosféricos con “Searching for Tomorrow” y “The Continuum II: The Flood”.
La recta final fue un estallido de emoción. “A Favor House Atlantic” y “The Liars Club” hicieron vibrar los cimientos de la sala, pero el clímax absoluto llegó con “In Keeping Secrets of Silent Earth: 3”, coreada con tanta fuerza que parecía que la sala de la avenida Paralelo se venía abajo.
Y cuando parecía imposible subir más el listón, llegaron los bises. Claudio Sánchez, en solitario, con su timidez y miedo a destacar, se plantó con su guitarra acústica para interpretar “Corner My Confidence” ante un silencio reverencial. Con un público que babeaba, ofreció uno de esos momentos que se quedan grabados para siempre en las retinas de todo el mundo y que pasan a formar parte de esos recuerdos esenciales que rescatas cuando tienes un mal día o cuando vuelves a pinchar el tema de camino a casa.
Después, la banda al completo regresó para cerrar con “The Continuum III: Tethered Together” y un atronador “Welcome Home”, la guinda de un concierto perfecto que dejó al público completamente rendido. Siempre me gusta recordar que este tema fue uno de los adelantos de un disco de cabecera como ‘Good Apollo, I'm Burning Star IV, Volume One: From Fear Through the Eyes of Madness’, un álbum de hace 20 años donde las baterías son de Taylor Hawkins, el recordado y querido miembro de Foo Fighters.
El único pero, para un quisquilloso como yo, es que no hubo tiempo para versiones: normalmente tocan ‘Skulls’ de Misfits o ‘Mr. Brightside’ de The Killers, pero tampoco hicieron falta. Lo que Coheed and Cambria ofreció en Barcelona fue una demostración de poder, carisma y emoción pura. Con un Travis Stever en estado de gracia —ya lo habíamos visto brillar con LS Dunes en Manchester— y un Claudio Sanchez pletórico, la banda demostró que sigue siendo una máquina de precisión sobre el escenario. Sonido impecable, energía contagiosa y un público que respondió con devoción absoluta. Fue un concierto redondo, de esos que te dejan con el corazón latiendo fuerte al salir de la sala.
En lo que dura un partido de futbol, Coheed and Cambria voló la cabeza a todo el mundo con un directo infalible, sólido y preciso, demostrando por qué sigue siendo una referencia absoluta del rock progresivo contemporáneo. Me saqué una espina clavada y fui feliz. ¡Madre mía, que vuelvan ya!