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Crónica de Burning en Bilbao: Una misión sagrada de rock n’ roll

Hay conciertos que uno agradece que sean entre semana. Despojarse de la rutina durante unos momentos, un golpe sobre la mesa que permita recuperar aliento y afrontar las jornadas que queden con un chute espiritual de considerables proporciones. Ese debería ser sin duda el propósito del rock n’ roll, elevarnos de todo aquello frío y gris y acogernos en un cálido hogar el tiempo que sea necesario.

Los madrileños Burning habían visitado Bilbao en repetidas ocasiones, pero nunca habían oficiado en pleno centro de la ciudad, algo que Johnny se encargó de recalcar durante el show, no sin añadir cierta épica, como que no les habían dejado hasta ahora. Los más antiguos de lugar seguro que todavía evocan un bolo suyo, todavía con Pepe Risi en la banda, en el que se trasegaban cubatas como si fuera agua. Las inevitables anécdotas de los que poseen varias décadas de trayectoria a las espaldas.

Al tratarse de un día laborable, no teníamos claro si el personal respondería de la misma manera que un viernes o sábado, pero estábamos hablando de un grupo con solera, de esos que los verdaderos fans seguirían hasta el fin del mundo, por lo que algún tipo de sustrato debería haber infatigable a las modas y vaivenes del momento. Y en efecto, si bien el recinto tampoco andaba abarrotado de no poder ni respirar, existía una considerable masa de fieles que se encargarían de aportar el preceptivo calor de las grandes ocasiones.

Burning son perros viejos y saben de sobra cómo enganchar a la peña desde los primeros instantes de un bolo. Muy de piedra había que ser para permanecer impasible con himnos del calibre de “No pares de gritar” o “Jim Dinamita”, a pesar de que hayan adaptado la letra a la época actual en la que ofende hasta respirar. Daba igual, seguíamos hablando de personajes imprescindibles en la historia del rock. Larga vida a Jim Dinamita.

Un servidor continúa echando de menos a aquella histórica banda de antaño con Edu Pinilla a la guitarra, pero hay que admitir que la magia que despliega Johnny junto al hacha Nico Álvarez está muy a la altura de oficiantes pretéritos. Y el hecho de que lleven vientos engrandece del mismo modo determinados temas, la soberbia “Las chicas del Drugstore” fue un claro ejemplo de ello.

“Bestia azul” no era de las piezas míticas, pero en poco tiempo el álbum ‘Pura sangre’ casi ha adquirido la categoría de clásico, parece mentira que ya haya pasado más de una década de su lanzamiento. “Demasiado sucio”, con su inicio en plan locomotora, se convirtió en uno de los tramos más intensos de la noche, al igual que “Corre conmigo”, que evocó de inmediato aquella inolvidable colaboración junto a Luz Casal que hicieron en el ya legendario directo ‘Vivo y salvaje’.

Otro aliciente del repertorio actual es que hayan recuperado temas tan sentidos como “Tú y yo”, pero eso no significa que se limiten únicamente a vivir de las rentas, pues la presencia de temas más recientes también era una constante en el show. Sin ningún tipo de complejo. “Sé cómo vivir (no cómo morir)” desde luego se recibe entre la afición como cualquier clásico por su marcado aroma stoniano y no desentonaba en absoluto entre el resto de temas.

Voy a bajar abajo y os voy a dar un morreo a cada uno por haber venido”, dijo Johnny con su característica chulería castiza. Aquello había que tomarlo como un halago sin paliativos. No muchas bandas pueden presumir de contar con un público fiel que acude a la llamada del rock n’ roll incluso aunque sea entre semana.

“Como un huracán” puso el corazón en un puño con su recuerdo a “toda esa gente que no está con nosotros”, pero en un bolo de Burning siempre tenemos ese tipo de contrastes, valles y montañas que se transitan con igual placer. Para recuperar ímpetu ahí teníamos la macarra “Jack Gasolina”, otro personaje inevitable del imaginario particular de los madrileños.

“Es decisión” apelaba con idéntica pasión a los seguidores de toda la vida, era “una canción de las de antes”, que diría Johnny, aunque no renunciaron a que tanto el percusionista como el saxofonista aportaran su propia impronta al himno. Y “Ginebra seca” sirvió al veterano vocalista para intercalar un pilar de la historia del rock como “(I Can’t Get No) Satisfaction” de The Rolling Stones. Lo básico de cualquier persona decente.

“Esta canción tiene una bonita historia, o agridulce, como dirían los chinos”, dijo Johnny antes de “Esto es un atraco”, otra que tenía que caer sí o sí. La versión con Joaquín Sabina de su histórico disco en directo de 1991 colocó el listón muy alto, aunque tampoco se desenvolvió mal la banda, con el percusionista aportando cierto toque personal.

“Es especial” y “Mueve tus caderas” nos iban acercando irremediablemente al final, pero un servidor todavía confiaba en que se estiraran un poco más. Y así sucedió cuando regresaron con una sorprendente “Star, Star” y la esperable “¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?”. El broche lo puso “Una noche sin ti” para que se elevaran las gargantas hasta la estratosfera una vez más.

Echamos de menos nuestra preferida “No es extraño que tú estés loca por mí”, pero no era cuestión de quejarse con un repertorio de dos horas como campeones. Por muchos componentes que cambien, Johnny sigue inmerso en una misión sagrada de rock n’ roll que se reproduce noche tras noche con notable acierto dando lustre a canciones inmortales. Habían cumplido de sobra, una vez más.

Alfredo Villaescusa

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