Crónicas
Brutus + The Christian Club en Bilbao: Enamoramiento a tres bandas
«Una suerte de enamoramiento a tres bandas con un espectacular reflejo en lo musical.»
7 octubre 2023
Sala Stage, Bilbao
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
Dicen que cada estilo de música tiene su momento. Obviamente, nunca se escuchará lo mismo antes de salir de fiesta que en esos instantes de relax en los que el cuerpo pide tranquilidad y poco bullicio. Si seguimos imaginando otras ocasiones propicias para oír un disco, seguro que cada cual posee sus preferencias para trabajar o permanecer concentrado mientras suenan melodías de fondo. Parece que hay que tomar partido y quedarse con alguna opción, aunque también cabe la posibilidad de intentar abarcar el máximo posible.
Esto último podría ser uno de los principales objetivos de los belgas Brutus, pues su amplio espectro condensa desde las atmósferas oníricas del post rock hasta la urgencia punk. Tal vez por eso se les suele aplicar el término cajón de sastre de post hardcore, en vista de que ninguna otra etiqueta alcanzaría a hacerles justicia o expresar la magia que brota cuando este trío se sube a un escenario. Que se aprieten un poco todos aquellos a los que les han ubicado en ese nicho de manera casual.
Mira que hemos estado en conciertos en los que conocíamos, por lo menos de vista, a la mayoría de asistentes, pero entrar esa noche a la bilbaína sala Stage fue un poco como sumergirse en otra dimensión, cruzar el umbral de Stargate hacia la otra punta del universo conocido. Gente que jamás habíamos visto en bolos abarrotó el recinto y demostró el espectacular tirón que posee este ambicioso combo que desde luego no deja indiferente.
En una velada semejante, había que esperar algún tipo de marcianada y eso lo encontramos en The Christian Club, un dúo experimental de Brujas (Bélgica) compuesto por un vocalista/guitarrista y un contrabajista que por lo menos consiguieron mantener la atención del respetable, pese a que su rollo etéreo no fuera lo más adecuado para primera hora de la noche.
“Es una propuesta diferente”, decía un tipo al terminar su actuación. Lo compartimos hasta cierto punto, porque en el momento se nos tornaron un poco espesos, aunque luego en casa al pegarle una escucha a temas como “Ignorance” no nos resultaron para nada malos. Apostaban por el minimalismo a lo Cigarettes After Sex y podrían llegar a tener su encanto en un contexto más reposado.
Contar con un público realmente volcado es de las mejores cosas que le puede suceder a un grupo. En ese aspecto, el trío Brutus salió a mesa puesta, agradeciendo la entrega del personal en varias ocasiones y mostrándose verdaderamente encantados por haber desatado tanto entusiasmo. Luego nos dijeron que el día anterior en Biarritz había sonado mejor, pero ellos estuvieron más fríos y que la batería no se levantó de su sitio ni una sola vez.
Lo cierto es que tampoco tuvieron que esmerarse demasiado para que la concurrencia comiera de su mano desde que irrumpieran con “Liar”, aunque se les notaba a los tipos muy concentrados. Ya tiene que ser complicado tocar la batería como Stefanie y además cantar alcanzando unos tonos colosales que evocaban los de Julianne Regan de All About Eve, casi nada.
Había emoción a flor de piel, sí, pero también un cotorreo insufrible que echaba a perder algunas logradas atmósferas de los belgas, supongo que dichos infraseres acudieron al recital simplemente para figurar o colgar la hazaña por redes sociales. Recemos a Bob Dylan para que prohíban de una vez los móviles en los conciertos.
Concedieron un notable protagonismo a su último disco ‘Unison Life’, con piezas que les quedaron brillantes, como “Brave” o “Chainlife”. Antes de inaugurar un tramo impresionante con “Love Won’t Hide The Ugliness”, Stefanie se levantó de su asiento y agradeció a los asistentes por venir y recalcó lo mucho que significaba para ellos. Podrá sonar a tópico, pero pareció un gesto sincero de veras, y por lo que nos enteramos más tarde, no suelen ser de esos que ponen el piloto automático y se marcan el mismo concierto en dos lugares diferentes de Europa.
Siguieron haciendo tocar el cielo a los presentes con “What Have We Done”, de los cortes más dramáticos de su material reciente. Muchos venían con la lección aprendida, recitando de principio a fin las letras del grupo. Sabíamos que era una banda en progresión ascendente, pero no imaginábamos que el fanatismo llegara a tal extremo.
Que lo suyo era más bien inclasificable saltaba a la vista, o a la oreja, pero del mismo modo la personalidad que atesoran es arrebatadora. Por mucha cultura musical que uno posea, en estos lances apenas se encuentran equivalentes para describir la travesía sónica que se pegan, por ejemplo, en “Desert Rain”, que va desde los blast beats del black al enfoque experimental de Swans o las atmósferas en plan The Cure del post rock. Sin palabras.
En la recta final, “Sugar Dragon” mantuvo todavía el interés, pues se trataba de las pocas licencias creativas que se toman al alcanzar casi los ocho minutos, la duración interminable de sus temas no suele ser una de sus señas de identidad. Y “Victoria” puso la guinda por todo lo alto con un corte a medio camino entre el indie y el gothic rock de All About Eve. Tal vez sea por la voz, pero volvimos a encontrar un impresionante parecido con los creadores de “Martha’s Harbour”.
Hay combos entre cuyos integrantes existe cierta química o afinidad personal. Lo de estos belgas ya supera con creces la mera compenetración para convertirse en una conexión profunda similar a la que se da cuando almas errantes se encuentran y entonces descubren que su destino únicamente se entiende de una manera. Una suerte de enamoramiento a tres bandas con un espectacular reflejo en lo musical.
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2 comentarios
Cojonudo resumen hacia las cañeras descargas que se marcaron estas dos buenas bandas como fueron BRUTUS y THE CHRISTIAN CLUB como digna banda telonera en la rockera ciudad de Bilbao.
Este finde tocan en Barcelona gracias a Aloud Music y su festival Encobert. Mucha envidia Alfredo