Crónicas

BBK Bilbao Music Legends Fest en Bilbao con The Cult, The Waterboys o Chris Isaak: Poder mesiánico

«Importante salto cualitativo el que ha dado la cita en términos de asistencia. Han colocado un listón muy alto de cara al futuro.»

Del 23 al 24 de junio de 2023

Bilbao Arena Miribilla, Bilbao

Texto: Alfredo Villaescusa. Fotos: Darío Bravo

Labrarse una identidad quizás sea lo más complicado para que un evento se consolide en el tiempo. Desde aspectos tan relevantes como la ubicación hasta otros más circunstanciales como el tipo de gente que arrastra, nada se debería descuidar en una ecuación cada vez más complicada con una oferta tan desbordante que seguramente supere la demanda. Apostar por el pequeño o mediano formato equivale además a ir a contracorriente en la época actual, donde todo tiene que ser mastodóntico y con esa mentalidad insaciable de los que buscan sacar la mayor tajada posible sin importar la comodidad de los asistentes.

The Cult

En lo que respecta al BBK Bilbao Music Legends Fest, es evidente que el traslado del entorno bucólico de La Ola en Sondika al pabellón Bilbao Arena Miribilla en la capital vizcaína supuso un antes y un después. Algunos se quejaron de que se traicionaba en cierta manera la esencia del evento, pese a que la actitud de crear un entorno tranquilo, sin aglomeraciones, siguiera respetándose en la nueva etapa.

En la última edición hubo un notable incremento de asistencia que hacía peligrar dicha concepción modesta, pues se agotaron las entradas de la segunda jornada, y poco faltaría para conseguir la misma gesta el día anterior. Como acierto, el antaño improvisado escenario exterior de Voodoo Child Bar era en esta ocasión una infraestructura en condiciones, con foso de fotógrafos y todo, algo bastante más cómodo que ese tablao a ras de suelo del año pasado un tanto agobiante cuando se concentraban multitudes.

Calor, incienso y misticismo

La primera jornada abrió con una banda tan consolidada en el panorama alternativo como los vascofranceses Willis Drummond, que llevan ya casi dos décadas en el panorama, ahí es nada. Las veces que les he visto nunca he salido insatisfecho, más bien al contrario. Y en este bolo inaugural del festival podría decir exactamente lo mismo, pues brillaron sobre todo las piezas de su último disco ‘Hala ere’, como “Stockholmen” o “Western Smile”, entre otras.

Willis Drummond

Ellos además salieron con muchas ganas, hasta pegaron saltos. Esa versatilidad que va desde arrebatos punk a melodías reminiscentes de Foo Fighters o Biffy Clyro atraparía sin duda a aquellos que se toparon con un impresionante cóctel de sonidos que no deja indiferente. Merecidísima su inclusión en el plantel estelar.

Los locales Sua atesoraban del mismo modo una notable dosis de entusiasmo, pero su rock alternativo a lo Zea Mays tampoco nos voló la cabeza. Dada su ubicación en el escenario exterior, muchos se los encontraron al salir a echar el cigarrito y en ese contexto cumplieron con creces su función de entretenimiento entre un grupo y otro. Que nadie se aburra ni un momento.

Nikki Hill

Nikki Hill era una artista impresionante que ya habíamos catado anteriormente en salas, por lo que conocíamos de sobra el tremendo potencial de esta diva procedente de Carolina del Norte. Sin embargo, no sé si se trató de un fallo de ecualización, pero aquello no sonó en condiciones, con la enérgica voz de la frontwoman perdiéndose a veces entre tantos graves. “Poisoning the Well” atrajo de inmediato la atención con su mezcla de soul, blues y rock n’ roll, similar a la de los veteranos The Bellrays, mientras que el medio reggae de “Can’t Love You Back (It’s a Shame)” certificó el amplio espectro en el que pica esta norteamericana que se suele lucir en circunstancias normales.

Como hemos dicho, aquella no era la noche más propicia para el sonido, a pesar de que cayeran temazos inmensos como “Heavy Hearts Hard Fists”, con un impagable comienzo muy del estilo del “Changeling” de The Doors. Una pena, porque en un recinto de dimensiones más reducidas habría arrasado. En la inmensidad del pabellón de Miribilla, su versátil propuesta se diluyó cual azucarillo.

The Daltonics

Y “from the north of Basauri” ahí estaban para amenizar en el exterior también The Daltonics, la simbiosis perfecta entre Dr. Feelgood y Siniestro Total, que se marcaron un bolazo apoteósico con la peña volcada por completo y viviendo la fiesta de sus vidas. No faltaron testimonios de acuciante problemática social como “Vienen tus cuñaos” o “A tu bar”, aparte de “Es lo que hay”, esa notable revisión del “She Does It Right” de la banda emblema del pub rock. Al final, el vocalista se metió entre los fieles e incitó todavía más al despiporre colectivo mientras atronaba “Viudas de Epalza”. Nunca defraudan.

Con semejante subidón, se tornó complicado ponerse en el modo adecuado para disfrutar del vetusto Uli Jon Roth, otro ejemplo de artista que no se hallaba en el formato más adecuado para su género. Desde el punto de vista musical, fue impecable, de eso no cabe duda, con solos doblados y un bajista que asumía tareas vocales con convicción.

Uli Jon Roth

Pero claro, que con toda la emoción albergada para ver a The Cult, te casquen los ocho minutos pasados de “The Sails of Charon” o “We’ll Burn The Sky” puede resultar un poco duro. Alguno pidió “Wind of Change” de Scorpions, pero la revisión a su antigua banda no llegaba hasta ahí, se quedaba en cortes míticos de la primeriza etapa de los alemanes, como “Pictured Life” o “In Trance”, que fueron lo mejor de su recital. Lo demás, pues un poco turra, la verdad, pudo dormir hasta a las ovejas.

Vargas Blues Band ofrecería una alternativa muy decente al aire libre. El veterano líder se quedó con el personal al elogiar a “la gente del mundo del rock y del blues”, al tiempo que proclamaba la muerte del reguetón. Rodeado de un combo muy competente, el bluesman patrio no se hizo cargante en ningún momento, homenajeó a The Rolling Stones con algún fragmento de “Bitch”, si no me equivoco, y hasta contó con la presencia de antiguos integrantes, como el vocalista Bobby Alexander.

Vargas Blues Band

Si el extenso currículum de Javier Vargas podría dar hasta mareos si nos ponemos a enumerar todos los proyectos y artistas con los que ha estado involucrado a lo largo de su trayectoria, su espectáculo en directo estuvo muy a la altura de su leyenda. Una manera de dar lustre a un conglomerado internacional con uno de nuestros más grandes talentos a la guitarra. Sin mácula.

Creo que ya lo hemos mencionado en alguna otra ocasión, pero lo de Ian Astbury y The Cult en general es otro de esos milagros rockeros a la altura del de la supervivencia de Iggy Pop. Quién iba a decir que aquel tipo que salió beodo perdido en un Azkena acabaría protagonizando una resurrección en toda regla. Sí, hablamos de aquel cuyas palabras “señor piso”, en referencia a los que meaban al lado del escenario, provocaron tanta estupefacción como hilaridad. Corramos un tupido velo sobre esa época lamentable.

The Cult

El Astbury de hoy se debe preocupar por los pequeños detalles, pues pudimos ver cómo se encendía incienso para ambientar el recinto. Sorprende un frontman que ya no recuerda en absoluto a Jim Morrison, sino más bien a un componente más de un escuadrón ninja. Su voz tampoco es que sea absolutamente desbordante, pero ha aprendido a dosificar esfuerzos y mantiene el callo en todo momento.

El comienzo con “Rise” no alcanzó la épica de su anterior paso por el Azkena cuando recurrieron a “Wild Flower” para marcar territorio, pero fue una buena toma de contacto antes de un ya inapelable “Sun King”, que nos legó uno de los instantes gloriosos del recital.

Billy Duffy, The Cult

El maestro Billy Duffy, en el otro extremo, parece concentrado en su labor, que no es poco sostener el rotundo armazón sónico de The Cult, por lo que no le veremos pegarse las carreras de antaño ni tampoco marcarse sus clásicas posturitas, como la de la recordada portada de ‘Sonic Temple’. El cirujano del riff necesita la máxima concentración al intervenir.

Lástima que se olvidaran de “Give Me Mercy”, uno de los grandes singles de su último disco, pero se trató de un repertorio un tanto atípico, que sorprendió gratamente recuperando la hendrixiana “Phoenix” o esa mayúscula trilogía gótica conformada por “Spiritwalker, “Rain” y “She Sells Sanctuary” . Por tramos así todavía merece la pena ir a sus conciertos.

Dejaron para rematar un apoteósico “Peace Dog”, con Astbury dando vueltas al cable del micro cual Iggy Pop, alucinante, y un zeppeliniano “Love Removal Machine”, ideal para mantener el entusiasmo de las masas. Tal vez se hizo corto, sí, pero sin duda uno de los mejores bolos que se les recuerdan. Calor, incienso y misticismo.

El camaleón y el ídolo de las señoras

La segunda jornada no comenzó con buen pie al comunicar la cancelación del bolo de Canned Heat, una faena gorda, pues era de los grupos que más nos apetecía ver. Como consecuencia de esta baja de última hora, se modificaron los horarios y algunos artistas pasaron a tocar en dos ocasiones, una solución excesiva más que otra cosa, pues podrían haber contratado a cualquier banda local, por ejemplo, a James Room, que andaba por ahí y además pegaba por completo con la idiosincrasia del festival. Anda que no había alternativas.

Tuvimos que aguantar un par de veces a Luke Winslow-King, que venía acompañado por el guitarrista Roberto Luti. Con una ya habría bastado, pese a que su estilo reposado pegaría bastante más en una sala que en un pabellón. Preguntó cómo se decía “melocotones” en euskera y se arrancó con “Peaches”, pero no nos logró involucrar demasiado en su actuación, aunque sé de sobra que este tipo tiene muchos fans. No había opción alternativa.

Lorelei Green

Lorelei Green también repetía con dos pases, pero su folk rock se podía aguantar bien, en parte gracias a una soberbia banda en la que destacaba un guitarrista que se marcaba solos de impresión. Composiciones como “Cenizas negras” acercaba su propuesta a la de Morgan, por lo que no estaría mal verles a ambos en un mismo concierto.

A Mike Scott de The Waterboys se le conoce por sus malas pulgas, la mayoría de fotógrafos todavía recuerda el berrinche que se pegó la visita pasada en la bilbaína sala Santana porque le molestaba una luz diminuta que salía de una cámara. Pero al igual que Bob Dylan, otro huraño donde los haya, de vez en cuando deja reflejar atisbos de luz, como esa capacidad de camaleón que tuvo para homenajear a la banda que se había caído en el cartel con un inesperado “Let’s Work Together” de Canned Heat en el inicio. Estos detalles le hacen grande de inmediato.

The Waterboys

No tardó en tirar de clásicos propios del calibre de “A Girl Called Johnny” o “This Is The Sea”, donde Scott se sentó al piano emulando al bardo de Minnesota. Y “Fisherman’s Blues” subió todavía más la temperatura entre el entregado respetable. Quizás tuvieran tendencia a alargar un poco los temas, aunque con una banda tan competente como la de Mike uno se lo podría permitir.

El punto álgido fue ya para muchos el himno “The Whole of the Moon”, con todas las gargantas desatadas. Aprovecharon esa tremenda inercia para combinar “The Pan Within” con “Because The Night” de Patti Smith, otro movimiento camaleónico que dejó descolocados a la mayoría, pero comiendo de la mano de semejante genio. Toda una interpretación de unos diez minutos de poner pelos de punta.

Sin ser un fan acérrimo de ellos, cada vez que coincido con los de Mike Scott acabo más convencido de la tremenda bandaza que son en directo, mucho más rockeros de lo que la mayoría imagina. Junto con The Cult se llevaron el gato al agua en el festival, no me cabe duda.

Chris Isaak

Pasando de largo de Luke Winslow-King de nuevo fuimos acomodándonos para el esperado recital de un Chris Isaak que había sido recibido hasta por el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, no es coña. Curioso que el mismo que antes de las elecciones prohibía conciertos al aire libre en el Día de la Música, ahora haga gestos tan populistas y de un tufo tan increíblemente electoral. Ay, el Partido del Negocio Vasco, ya sabes cómo son.

Al margen de controversias, el cantautor californiano, ídolo absoluto de señoras, como observamos en repetidas ocasiones, se marcó un conciertazo en el que hubo de todo, rock n’ roll clásico, hard rock incluso, piezas reposadas e hipnóticas como la archiconocida “Wicked Game”, y hasta homenajes al cantante de los corazones solitarios Roy Orbison, con un glorioso “Only The Lonely” o un no menos brillante “Pretty Woman”. Pura precisión en el manejo de equilibrios.

Chris Isaak

Un show que se vio reforzado por una puesta en escena que incluyó cambios de vestuario del señor Isaak, como ese sideral traje de espejos, o la decisión de pasearse entre la multitud y hasta interpretar algún tema en su integridad de esa guisa. Rememoró al Elvis playero en “Forever Blue”, no se olvidó de rotundo material propio como “Speak of the Devil” o la inmensa “Blue Hotel” y otorgó dignidad a la inevitable “Baby Did A Bad Bad Thing” sacando a bailar a unas cuantas chicas. Jamás nos borrarán de las retinas la mítica escena del espejo en ‘Eyes Wide Shut’ al ritmo de esta canción, pero moló el detalle.

Pegó un brusco giro de timón al versionar en castellano “La tumba será el final” de Flaco Jiménez y se tornó romántico al apelar en “The Way Things Really Are” a esos sentimientos que te surgen cuando empiezas a encontrar por casa objetos que te recuerdan a la ex. Después del pedazo despliegue de talento de Isaak, ya podía terminar de la manera que le saliera de los mismísimos. Vaya pasada, un tipo que parece que no cumple años, pese a que dijera que llevaba tocando casi cuatro décadas con su banda, y que conserva la voz en perfecto estado de revista. Que vaya alguien a comentarle a este hombre que en 2023 hay peña que recurre a pistas pregrabadas para no dar el callo en el escenario. ¿Cómo? ¿Y les dejan vivir?

La segunda dosis de Lorelei Green ya iba a resultar excesiva, así como el country reposado de la última oficiante Nikki Lane, por lo que dimos por concluida nuestra labor en el festival con el grato sabor proporcionado por el compositor cinematográfico que logró la gesta de agotar entradas.

Habíamos disfrutado de una especie de poder mesiánico por parte de los cabezas de cartel, pese a que a otros artistas les perjudicara el formato. Cierto es que se pudo hilar más fino en la sustitución de la baja de última hora de Canned Heat, pero eso no quita para reconocer el importante salto cualitativo que ha dado la cita en términos de asistencia. Han colocado un listón muy alto de cara al futuro.

Alfredo Villaescusa
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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

1 comentario

  • Juandie dice:

    Currado resumen hacia las potentes descargas que se curraron históricas bandas rockeras como THE CULT, THE WATERBOYS junto con genios de la guitarra como el germano ULI JON ROTH o nuestro JAVIER VARGAS.

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