Atreyu + Creeper: Luz en la oscuridad

Atreyu

Reconozco que tenía las mismas ganas de ver a Creeper (quizás más…) que a los cabezas de cartel, ya que en su último disco, 'Sanguivore', considero que han logrado sacar el mejor resultado posible a su particular fórmula, aquella que bebe de sonidos darks, con devaneos pop y coqueteos punk.

La diversión se apoderó de la sala Mon mientras los británicos hacían un frenético repaso a sus tres discos publicados. Para servidor, son sus composiciones más recientes las que mejor funcionaron en directo, y es que Creeper son capaces de pasar de “Cry To Heaven” o “Teenage Sacrifice” y su sonido deudor de The 69 Eyes a un arrebato punk como “Sacred Blasphemy”.

Con un sonido oscuro, es cierto que composiciones anteriores, aún siendo efectivas, quedan algo descolocadas, ya que “Room 309” no deja de ser hardcore melódico que suena a Rise Against… pero ahí está la gracia del grupo. 'Sex, Death & The Infinite Void' tuvo representación con “Be My End” y el cierre con la coreada “Annabelle”; pero las ya clásicas “Down Below” y “Hiding With Boys” son las que mejor respuesta obtuvieron del público.

Creeper

El grupo se mostró entregado y agradecido con el respetable. Es una gozada oír la alternancia de voces de Will Gould y Hannah Greenwood. Supieron a poco, lo que solamente puede calificarse como positivo.

Nunca es sencillo reponerse a la salida de un vocalista, especialmente si tiene el carisma de Alex Varkatzas, pero hay que reconocer que Brandon Saller como frontman cumple de manera holgada, apoyado, eso sí, en los guturales del bajista Marc McKnight.

No olvidemos que Saller es un vocalista melódico y resulta difícil pensar que pudiera llegar a los guturales de Varkatzas. Sea como sea, la ausencia del vocalista original no se echa tanto en falta como pudiera pensarse.

Atreyu (Dan Jacobs, con el que tuvimos esta entrevista)

La primera vez que vi a Atreyu en directo mi decepción fue mayúscula. 'The Curse' es uno de los discos de mi adolescencia, y su espectáculo me pareció justamente eso… un show; pero eché en falta contundencia, garra y más metal. En realidad, era fallo mío, ya que los americanos son otra cosa. En esta segunda vez, ya sabía a lo que iba, y reconozco que, sin ser un show tremendo, sí que resultó divertido y ameno, aunque repitan mecanismos y lugares comunes que quitan espontaneidad al concierto.

El grupo venía a presentar 'A Torch In The Dark', disco que habíamos escuchado previamente al setenta y cinco por ciento, aproximadamente, en forma de varios EPs (cosas de la música de hoy en día) y del mismo sonaron una notable “Drowning”, una correcta "(I)", una previsible “Gone” y una soporífera “Watch Me Burn”, y es que hay que reconocer que Atreyu no solamente han dulcificado su propuesta en relación a sus primeros discos, es que también han perdido duende compositivo y sus melodías suenan, en ocasiones, bastante trilladas.

De ahí que los temas que mejor siguen funcionando sean las tremendas “Right Side of The Bed”, “Bleeding Mascara” (con Brandon volviendo a la batería) o clásicos como “Ex's and Oh's”. Frente a canciones así, uno tiene la sensación de que composiciones como “Save Us” o “Warrior” podrían ser descartes.

Atreyu

Su mayor éxito comercial, 'Lead Sails and Paper Anchor' (los buenos tiempos en Roadrunner), sigue teniendo un papel fundamental en sus shows en directo: como segunda canción plantan “Becoming The Bull” y dejan para el final dos canciones que, para mí, representan a la perfección lo que es Atreyu: “Falling Down” y “Blow”.

Y es que a los de Orange County se les pasaron pronto (quizás demasiado) las ganas de ser un grupo de metal y, después de convertirse en el grupo más duro de Victory Records, se empeñaron en teñir sus composiciones de un aire festivo, con dejes hard rockeros. Ese camino tomaron, y de aquellos barros estos lodos: solos de saxofón en lugar de bises, paseos entre el público que siempre son en la misma canción…

Atreyu dieron un buen concierto. No gozaron de mucha afluencia de público, pero los presentes bailaron, corearon y sonrieron. Si en la primera vez me irritaron, en la segunda reconozco que me han transmitido muy buen rollo. ¡No se puede estar todo el día enfadado!

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