Crónicas

Alice Cooper: ¡Alice for president!

«Sublime final para un concierto que acabó con los míticos "oe, oe, oe, oeee" y con Alice Cooper prometiendo volver y hacerlo para que nuestras pesadillas sean lo más horrendas posible»

28 junio 2024

Alma Festival, Poble Espanyol, Barcelona

Texto: Josep Fleitas. Fotos: Irene Serrano

Desde aquél intento de gira fallida por culpa de una huelga de transporte en Francia que en 1982 nos dejó sin la oportunidad de disfrutar del ‘Special Forces Tour’ y las subsecuentes visitas de Vincent Damon Fournier, como la primera en incluida en la segunda edición del Doctor Music Festival de 1997 (ésta en la localidad de Escalarre – Lleida), aquella espectacular en el Palau Sant Jordi del 2002 en la gira del ‘Dragontown’, su primera visita al Rock Fest Barcelona en 2017, la subsecuente en el St. Jordi Club del 2019 o la última y, para mí, la más destacable de todas, también en el Rock Fest Barcelona del 2022, la Ciudad Condal volvía a recibir a Alice Cooper y a sus pesadillas con los brazos abiertos, el corazón entregado y nuestra pasión tan enervada como su vitalidad.

También volvía a despedirle con las gargantas al rojo y las manos rotas por los más que merecidos aplausos que el pionero del shock rock y el más influyente sobre las performances del mundo del rock provocó en un espacio tan original. Como siempre ha sido con un Alice Cooper que se niega a envejecer por dentro.

El anteriormente popular Festival Jardins Pedralbes se reconvierte en el Alma Festival, y se ha vestido de eclecticismo y gala rockera al incluir en su propuesta a bandas como Queens Of The Sone Age y a quien aquí nos concierne, a un Alice Cooper que volvió a dejar huella imborrable de su paso por Barcelona, haciendo aún más grande y memorable su ya de por sí legendario legado en sus visitas a tierras catalanas. En esta ocasión sería una visita en la que Cooper comprimió su espectáculo, pero ensalzó su entrega en un show repleto de esos grandes himnos que todos los asistentes queríamos volver a entonar.

Con la reincorporación de Nita Strauss tras su, por fortuna, corto periplo acompañando a Demi Lobato y sustituyendo al musculoso guitar hero Kane Roberts, Alice Cooper se nutre del acompañamiento ya clásico en los últimos años de la banda: Ryan Roxie (Casablanca, Slash’s Snakepit) y Tommy Henriksen (Warlock, Doro, Hollywood Vampires) a las guitarras, Chuck Garric (Beasto Branco) al bajo y Glen Sobel a la batería (Sixx:A.M., Saga, Alcatrazz…). Lo hace de una forma elegante, intensa y, sobre todo, efectiva, para dar color y textura a ese amplio espectáculo, que en esta ocasión no fue tan opulento, lo que otorgó unos matices más próximos y familiares, que hicieron que el show se disfrutase de una forma tan especial como lo es la Plaza Mayor del Poble Espanyol, esa réplica de la segoviana Plaza de Riaza que se llenó casi al completo para recibir con honores a una formación que mereció cada uno de los aplausos y vítores que se les dedicaron.

Puntual en el horario, el show se inició con el intenso “Lock Me Up”, ese tema en el que en su álbum ‘Raise Your Fist and Yell’ (1987) Alice se hace acompañar a las voces por el mítico Robert Barton Englund (Freddy Krueger en ‘Pesadillas en Elm Street’).

En ese inicio, y aún con el brillo del ocaso sobre nosotros, ya pudimos disfrutar de las primeras imágenes de un escenario en el que una pantalla posterior, dividida en cuatro ventanales con semejanza de rectangulares espejos mágicos, iban a reproducir tanto imágenes como a los músicos en un reflejo, en muchas ocasiones por cuadruplicado, dando un efecto que cubría en gran manera la falta de una mayor producción, que, a decir verdad, si bien hubiera servido de mayor espectacularidad, tampoco eché en tanto en falta, ya que muchos de los detalles más comunes en los shows de Alice Cooper sí estuvieron representados.

La corta interpretación del tema, con Cooper empuñando una espada, dio paso al tintineo de campanas realizado por dos encapuchados que presentaban las noticias con un “se busca” como detalle destacado. La escenografía continuaba con el único tema extraído del último larga duración de la banda, ‘Road’ (2023), que como single lucía un exuberante “Welcome to the Show” y a Alice Cooper entonándolo enfundado en frac y sombrero de copa.

El sonido era poco nítido, algo que no mejoró demasiado en los temas posteriores, pero que quedó en segundo término gracias al apoyo vocal que proferimos en los siguientes en turno, unos himnos que dieron inicio con “No More Mr. Nice Guy”, que desde que se editó en ‘Billion Dollar Babies’ (1973) no ha parado de reproducirse en sus más que memorables directos.

Muleta en ristre, era el turno para otro de los grandes clásicos. El álbum 'Love it to Dead' encunaba en 1971 “I’m Eighteen”, himno que resultó el primer gran hit de la banda, un éxito que en el concierto se vio engalanado por nuestro apoyo a las voces y por un doblete de solos con los que Nita y Roxy nos embelesaron.

La cosa no aflojaba y, tema tras tema, sin innecesarias ni cortantes pausas, la cosa cada vez se calentaba más y más, algo que se elevó con un intenso y metalizado “Under My Wheels”, al que solo le faltó la aparición de Alice con la serpiente en su cuello, pero que tuvo a Henriksenn dando ese "paso del pato" (Duck Walk) que el tan influyente para Cooper Chuck Berry tanto popularizó.

Los minutos caían a la misma velocidad con la que los tres guitarristas se empleaban y eso propició que las luces y pantallas ejercieran la misión para la que estaban situadas, algo que el penetrante “Bed of Nails” agradeció, igual que nosotros el ver cómo Strauss se arrodillaba ante la capacidad de un Alice Cooper que con sus 76 febreros a cuestas sigue teniendo la agilidad, la voz y la tesitura de hacernos vibrar tanto como lo hizo el que fue el tema homónimo al gran éxito de la banda clásica hasta su desmembración tras la gira de ‘Muscle Of Love’ en 1974. “Billion Dollar Babies”, esta vez con lluvia de billetes virtuales y con el clásico juego de esgrima, estoque en mano, volvió a incrementar el volumen en la plaza.

El ambiente estaba en lo más alto. Cada tema se disfrutaba en el frontspace tanto como lo hacía sobre el escenario una banda totalmente entregada. Pero queríamos más, y nos lo dieron a capazos con ese “He’s Back (The Man Behind the Mask)” teatralizado por un Jason que con su palo de hockey sobre hielo masacró a una intrépida fan que osó pedirle un autógrafo al protagonista de las más teatrales pesadillas del vodevil del rock.

Tras la reproducción de la escenografía que nos trasladaba a esa interminable serie de películas en las que Jason se convierte en el asesino más inmortal de la gran pantalla, tocaban unos minutos de relativo relax, algo que tanto la banda como Alice y nosotros agradecimos cortejando con la letra de la canción a esa fácil mujercita con un dedicado “Be My Lover” que ejercía el mismo efecto en ese fenómeno titulado ‘Killers’, álbum en el que la producción de Bob Ezrin tanto brillo supo sacar.

Hablando de producciones y sonido, Alice no ocultó esa parte más moderna y hasta alternativa que imprimió en un “Lost in America” que inició una pisada de acelerador que ya no tendría limite. Pie a fondo que encabezó ese hímnico “Hey Stoopid” en el que Alice llegó a congregar a nombres como el de Ozzy, Slash, Mars, Sixx y Satriani en su faceta de estudio y que se refrendó con nuestro apoyo a la paliza virtual que en el show Alice propina a un paparazzi, lo que daba paso a un intenso solo de batería por parte de Sobel mientras las escalinatas situadas a ambos extremos del escenario cambiaban de posición, convirtiendo los púlpitos en escaleras por las que desciende entre efectos de tormenta un Alice que nos saluda con ese definitorio “Welcome to my Nightmare” que da inicio a la parte más visual del show.

Parte en la que “Cold Ethyl” propone el juego sádico con una muñeca a modo de mujer fácil de la noche, tras el que Alice, empuñando unas maracas, nos transporta a la parte masoquista a ritmo de “Go to Hell” fustigando a su hija, acto que se eleva a la máxima expresión con el esperadísimo “Poison”, ese veneno que nos rasgó la garganta al entonarlo a todo lo que daba la capacidad vocal de cada uno de los allí congregados.

Todo se había vuelto en locura colectiva y tocaba seguir disfrutando. La pesadilla seguía y lo hacía igual que con “Poison”, a todo volumen, entonando “Feed My Frankenstein” mientras el gigante monstruo recorría el escenario intentando atrapar a cualquiera de los músicos que nos estaban haciendo disfrutar de lo lindo.

Conocido es que Alice Cooper ha sido influencia y amigo no solo de una gran variedad de músicos, sino que para artistas de toda índole, caso de Salvador Dalí o de un Vincent Price que, al igual que en el video que usaba en su etapa de sus shows más sangrientos y disparatados, apareció en las pantallas para relatar la previa de un “Black Widow” que se elevó gracias a los previos solos que Nita, Roxy y Tommy nos regalaron antes de que Alice apareciera atrapado en la mítica camisa de fuerza de la que se deshace tras la tenue “Ballad of Dwight Fry”. Esta se entrelaza con esa oda a la necrofilia que se desenvolvía en ‘Billion Dollar Babies’, me refiero, cómo no, a un “I Love the Dead” que propone esa ejecución a guillotina tan espectacular como esperada por todos.

Alice sabe perfectamente lo que los fans queremos y necesitamos, lo que esperamos y exigimos de él, de su show y de su banda, algo que usa en el momento justo y adecuado para motivar, recrear, para emocionar y hasta para machacarnos de la manera más sádica pero también complaciente posible. Eso lo usó en el final de un show que acabó de la mejor de las maneras, con ese "Elected" cuya versión entonada a dúo con Bruce Dickinson sirvió para presentarse en las elecciones del Reino Unido a Rowan Atkinson (Mr. Bean), algo que en su día ya hiciera Alice Cooper presentándose a presidente de los Estados Unidos en la época de Richard Nixon y que ahora vuelve a repetir contra Trump y quien se le ponga por delante. Si un actor como Bush pudo, ¿por qué no Alice? Seguro que el mundo sería mucho mejor, al menos para el mundo del rock… ¡Alice For President!

Con su frac de blanco impoluto y con todos rendidos a sus pies, Alice Cooper tenía su ultima bala en la recámara y la usó para descerrajarla directamente a nuestro punto neurálgico más vulnerable, ese en el que se funde el dolor con el placer: dolor por la llegada del fin del show y placer por volver a entonar ese himno de rebeldía juvenil tan incombustible como incendiario. “Schools Out” fusionado con el también mítico himno de revelación teenager como lo es esa segunda parte del “Another Brick in the Wall” de Pink Floyd que nos hizo saltar y volar tan alto como lo hicieron los enormes globos que surcaban nuestras cabezas hasta que Alice acababa con ellos con su bastón de mando.

Sublime final para un concierto que acabó con los míticos "oe, oe, oe, oeee" y con Alice Cooper prometiendo volver y hacerlo para que nuestras pesadillas sean lo más horrendas posible.

Etiquetas: , , , ,

Categorizado en: , ,

Esta entrada fue escrita por Redacción

1 comentario

  • Juandie dice:

    Extenso resumen hacia el gran concierto rockero que se marcó ALICE COOPER y sus buenos músicos en dicho festival español a través de estos clásicos junto a sus temas de álbumes más recientes.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *