Alcalá Norte llegaba a La Riviera para inaugurar la primera de tres noches consecutivas con sold-out, una cifra que ya no habla ya de una banda promesa sino que hace tiempo se han convertido en realidad. En pleno crecimiento exponencial, y con el anuncio reciente de su salto al Movistar Arena en 2027, el concierto fue una fotografía exacta de su momento vital: lo que hace relativamente poco tiempo era rumor de barrio, ahora es una evidencia empírica.
Green Class y Amposta ejercieron de antesala con dos propuestas distintas pero bien ensambladas, cumpliendo ese papel tan delicado de calentar al personal. Lástima que el sonido no fuera el más idóneo, algo que afortunadamente se solucionó con la salida de Alcalá Norte al escenario.
A las 21:30, los de Ciudad Lineal tomaron el escenario con el carismático Jaime Barbosa (batería) a la cabeza, ejerciendo una vez más de maestro de ceremonias, armado con ese humor seco y de barra de bar que ya es marca de la casa. Bota de vino en mano, nos dedicó unas palabras y sin más preámbulo, trago largo y bota de obsequio al público. Así, sin más, quedó inaugurada la noche.
Una gélida noche que empezaba a calentarse con “Dr. Kozhev” donde reivindican que "para ser humano, hacen falta dos", pero cuando tienes a dos mil personas coreando desde el primer minuto, debes sentirte como “Supermán”. Tema de corte muy punk donde nos convertimos en héroes momentáneos durante tres minutos.
Sin duda, uno de los grandes termómetros de la noche fue Barbosa, cuyo sentido del humor característico funcionó como contrapunto perfecto entre tema y tema: “Se viene una noche potente. Os voy a decir una cosa, os han repartido en la puerta unos rasca y gana, así que a quién le haya tocado que se acerque al merchandinsing”, bromeaba antes de atacar "El guerrero marroquí” y “420N”. Se trata de uno de los temas más reconocibles donde todos gritábamos ‘¡Presente!’ mientras el "Power Ranger verde" se adueñaba del escenario con unos pasos de break dance tan absurdos como celebrados.
Unos superhéroes disfrazados con los mismos trajes que la franquicia japonesa que, por cierto, ya merodeaban por los exteriores de la Riviera promocionando el concierto del Movistar Arena de 2027. “Vamos a echar un tema viejo, viejo. Igual no se vuelve a tocar en mucho tiempo”, nos adelantaban para revisitar sus primeras maquetas con “Codere”, un guiño al pasado más embrionario del grupo pero perfectamente integrada en el repertorio, demostrando que el discurso de Alcalá Norte estaba ya ahí antes de que todo explotara. Tras él, llegaba “La sangre del pobre”, con un Álvaro Rivas articulando cada verso cargado de conciencia de clase y que enlazaban con el “10K” de Los Planetas en casi un punto de conexión generacional.
“Esta va por el Robe Iniesta”, una frase con la que ya nos ganaron mientras nos embaucaban con “No llores, Dr G”, uno de sus temas más tranquilos que se convirtió en un karaoke gigante coreado a capella en su parte final. Siguieron “El rey de los judíos”, la adaptación del “Cosquilleo” de La Paloma, con una atmósfera casi hipnótica que se apoya en una imaginería bíblica antes de ‘echar otra vieja’ como es “Inteligencia Artificial”.
Uno de los momentos de la noche llegaba con Barbosa dirigiéndose a nosotros: “Ya sabéis que si me levanto es por algo muy especial. Alcalá Norte somos hobbits”, bromeaba el batería antes de colocar la clásica corona de laurel a Rivas para interpretar “La calle elfo”. Esto desembocó en algunos pogos, que se incrementaron con “Los chavales” y el humor negro sin anestesia de “Barbacoa en el cementerio”.
Llegábamos a la parte final del concierto con una trilogía que marcaba un cierre casi perfecto. Un último acto que comenzaba con la bélica “Langemarck”, inspirada en la Primera Guerra Mundial y recreada en directo con dos militares que ejecutan a Rivas, seguida de “Westminster”, donde el cantante bajaba al público momentáneamente como dando su bendición al pogo gigante que se formaría a continuación. “Hemos anunciado que vamos a tocar dentro de 14.000 millones de años en el Movistar Arena. ¡Para que os mentalicéis!”. Y sin más, sonaba su principal éxito y el que les puso en boca de todo el mundo, es decir, “La vida cañón”.
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