Primera de las dos actuaciones en la capital de AC/DC, dentro de esta segunda parte del “Power Up Tour”, que arrancó en mayo de 2024 en Alemania, pasó ese mismo año por Sevilla y terminará en 2025 en Australia. Con más de dos millones de entradas vendidas en su periplo europeo, ha sido todo un éxito y ha vuelto a poner a los australianos en el foco del rock and roll mundial.

A las 20 horas, quince minutos antes de lo anunciado y con el sol todavía en lo alto, abrían los neoyorkinos The Pretty Reckless, con mucha gente todavía en los alrededores del estadio. La vocalista Taylor Momsen, que se dio a conocer en la popular serie Gossip Girl, se mostró muy agradecida y entregada durante casi una hora de actuación, aunque solo pudo conectar con el público más cercano al escenario.
¡Aún quedan entradas para el concierto del miércoles!
Formados en 2009 y con cinco trabajos discográficos en su haber, su propuesta musical, que se mueve entre el hard rock y el rock alternativo con toques grunge, logra fusionar la potencia de su sonido con partes más melódicas, con canciones como la enérgica “Death by Rock and Roll” con la que abrieron, “Since You’re Gone” o “Follow Me Down”.
Tras una poderosa “Only Love Can Save Me Now”, llegaba “Witches Burn” y “Make Me Wanna Die”, que se convirtió en su primer gran éxito en su etapa inicial. Completaron una impecable actuación con “Going to Hell”, “Heaven Knows” y “Take Me Down”.

A las 21:30 y ante un mar de diademas de plástico rojas con los cuernos demoniacos encendidos, llegaban los miembros de AC/DC trasladados hasta el backstage en cochecitos de golf. Con Angus Young y Brian Johnson al frente, fueron ocupando sus puestos Stevie Young en la guitarra rítmica, Chris Chaney con el bajo y Matt Laug en la batería.
Pudimos contemplar una enorme pantalla central, otras dos grandes a los laterales y con el añadido de dos pantallas más pequeñas, destinadas a los asientos con visibilidad reducida, un detalle poco habitual y que algunos agradecieron. Habían dispuesto un gran escenario con dos pasarelas laterales y una central, dominado por una gran cantidad de Marshall apilados a ambos lados de la batería.

Esta vez no tendríamos la presencia de un decorado con un enorme tren descarrilado, ni los hinchables que tan buen juego dan en directo, aunque el entusiasmo y la participación de los asistentes junto a una formación dando lo mejor de sí mismos hizo que se creara el mejor ambiente para otra de las noches memorables que nos dejaron en la retina estos australianos universales.
Comenzar con la potente “If You Want Blood (You’ve Got It)” y “Back in Black”, el homenaje al añorado Bon Scott, era toda una declaración de intenciones de lo que nos iba a deparar la noche, temás míticos reconocibles desde los primeros acordes, descarga de pura adrenalina y un público entregadísimo, dispuesto a saltar y a corear cada estribillo. Angus lució su impecable traje escolar de terciopelo rojo, con sus pantalones cortos, corbata de rayas, gorra amarilla y su melena blanca, portando su inseparable Gibson SG (Solid Guitar). Brian, por su parte, era fiel a sus vaqueros, su camisa sin mangas y su característica gorra irlandesa.

Su último álbum también iba a estar presente con “Demon Fire”, el primero de los dos cortes que sonarían, para volver a otro de sus éxitos como “Shot Down in Flames”, que rescataban de giras anteriores. “Thunderstruck”, quizás fue la canción que más se ha ralentizado respecto a su composición inicial, algo comprensible y fácil de entender, puesto que tanto Angus (70) y Brian (77) son septuagenarios, aunque aquí lo de pacto con el diablo cobra todo el sentido.
De vuelta al negro otra vez con dos temas de ‘Back in Black’, como el no muy habitual “Have a Drink on Me” y el emblemático “Hells Bells”, mientras descendía y sonaba la característica campana, que se situaba encima de los músicos ante el entusiamo de los seguidores.
Con “Shot in the Dark” finiquitaban su etapa más actual para seguir con “Stiff Upper Lip”, comprobando el papel secundario que desempeñaban tanto Stevie como Chris, sin apenas moverse de su posición cerca de la batería, donde Matt golpeaba sus baquetas con gran cadencia y efectividad.

Y llegaba el momento estelar cuando los primeros compases de “Highway to Hell” eran identificados por el gran público. El tema franquicia del grupo, todo un himno atemporal en la historia del rock, ponía los teléfonos en modo vídeo para grabar y compartir posteriomente una de las partes álgidas de este gran ceremonial, coreando su famosísimo estribillo.
El ritmo y la intensidad no iba a bajar un ápice, con un intenso “Shoot to Thrill” mientras Angus se movía con el paso del pato, popularizado por el genial Chuck Berry; un fantástico “Sin City”, con Angus quitándose la corbata y punteando con ella; un inesperado “Dog It Dog”; y continuando con tres trallazos de la epoca con Bon Scott, como el adictivo “Dirty Deeds Done Dirt Cheap”, el electrizante “High Voltage” y el trepidante “Riff Raff”.

“You Shook Me All Night Long” atemperó un poco los ánimos ante la tormenta final que llegaría con un imprescindible “Whole Lotta Rosie” y el desenfreno final de Angus con un gran solo de guitarra, que aunque ya no ejecuta desde el suelo y girando sobre si mismo como antaño, sirvió como gran catarsis final con sus dedos recorriendo los trastes y como testimonio de una de las grandes figuras del rock en activo.
Y como propina nos dejaron otros dos de sus grandes éxitos como el muy coreado “TNT” y el espectacular y efectista “For Those About to Rock (We Salute You)”, con los cañones a pleno funcionamiento y la pirotecnia final, como agradecimiento a todas las personas que han hecho que el rock sea un gran espectáculo de masas y cada concierto una gran ceremonia de hermandad y disfrute.
El sonido en el Estadio Metropolitano da para un capítulo aparte, todo depende de la posición que uno ocupe, ya que mientras en pista o grada baja puede ser más o menos aceptable, a medida que se sube en altura y se acerca a la estructura metálica de la cubierta del estadio, la acústica puede hacer que algunas canciones sean irreconocibles.
Angus posiblemente no sea el guitarrista más virtuoso, pero su carisma, su vitalidad, su magnetismo y la magia que desprende en cada nota están al alcance de muy pocos, manteniendo ese poso de espíritu rebelde que ha conseguido hacer de AC/DC toda una leyenda. No vamos a negar tampoco la gran labor de Brian a las voces, con un repertorio muy exigente, pero sabiendo dosificar y regular cada esfuerzo durante las dos horas y cuarto de actuación que nos llevaron al borde de la medianoche.
No sabemos si ha sido la última ocasión de poder ver a esta formación irrepetible. De momento, el miércoles tenemos una segunda oportunidad, pero mientras Angus y Brian sigan teniendo la ilusión y la salud para desafiar a la edad y contentar a sus seguidores, no perderemos la esperanza de contemplar una página más de esta gloriosa historia del rock.
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3 respuestas
Pedazo de resumen hacia el gran concierto que ofrecieron a través de estos grandes clásicos mis adoraos e históricos AC/DC en la rockera Madrid.
En la grada del fondo se oía todo distorsionado, hubo momentos en que no se distinguía a Brian del maullido de un gato.
¿Por qué es legal que puedan venderte unas entradas de 150 euros sin garantías de sonido? Si están obligados a avisar de 'visibilidad reducida' quizá sea más importante avisar de 'sonido distorsionado'
No más Metropolitanos por mi parte.
Yo estaba en pista, prácticamente en el centro, relativamente cerca de la mesa de sonido, y el sonido era pésimo. no se como explicarlo, pero era como un barullo que apenas se escuchaba nada.. Muy mal.
Ademas, el escenario estaba muy bajo, y no les veíamos.. y como digo, estabamos en pista, por el centro, no alejados excesivamente.
Asi que pagar mas de 120 euros para ver un concierto por las pantallas, y con un sonido horrible..
Como dice el compañero, no volveré a ir a ningún concierto a ese estadio.