Atlántico: El tipo que siempre se va, volvió

Un poco más tarde de las diez de la noche y después de una actuación estelar de la telonera Rocío Morera, comenzaba, entre aplausos de cerca del centenar de asistentes que llenaron gran parte de la sala, el esperado concierto de presentación de disco de Atlántico, ‘El tipo que siempre se va’.

El murmullo de los allí presentes se apagó cuando una intro al estilo de un coro celestial eclesiástico lanzada desde el control de mandos gestionados por el teclista dio pie al espectáculo. Apareció entonces, con los zapatos rojo velvet y americana a rayas, Juan, que asió el micro para no dejarnos indiferentes a los que acudimos al evento. Punteos con toque rockabilly mezclados con cierta influencia sureña en la voz nos transmitían un mensaje de rock al más puro estilo de Phish con pinceladas de grupos como 091.
La primera canción en sonar fue “Sol de otoño”, que dejó el listón bien alto al conectar con el público desde el primer acorde.  Acto seguido y casi sin tiempo para respirar, las baquetas marcaban la siguiente, “No, No, No”. Letra pulcra y exquisita para los amantes de la “reivindicación amorosa”.En “El tipo que siempre se va”, tema que da nombre al segundo trabajo de Atlántico, bajaron un poco las revoluciones, aunque solo por tres minutos porque con el siguiente tema volvimos a saltar. Fue ‘Lo que quieras y más’, la cual no está comprendida en el disco debut.

Sin darnos tregua ni para pedir otra ronda en barra, continuábamos con el show a todo gas con “Vuelo de emergencia”, la cual necesitó de la colaboración de la telonera Rocío, ya que, según Juan, fue compuesta para una voz femenina. Tras corear todo el mundo la letra y dar las gracias mediante aplausos a Rocío, ya preparaban las afinaciones de la siguiente en sonar, “Un rincón de Chamberí”, la cual habla de lo a gusto que se está en el centro de Madrid. Menos mal que no trató acerca de los precios de los alquileres...
El repertorio continuó con la también inédita “El último instante”, para proseguir más tarde con “Salto y vuelo”, otra de las más aplaudidas del nuevo disco.

La cosa se iba acabado, después de unir prácticamente “Soy pleamar” y “Monstruo”, otra más de nueva cosecha, supongo que por lo de siempre: el horario de las salas hay que cumplirlo a raja tabla. No obstante, aún quedaba mecha por quemar y las gotas de sudor que corrían por la cara de los artistas merecieron la pena para acabar con dos temas muy movidos, “Y sonreír” y “Promesas de portal”.
La despedida del concierto con los bises “The Waiting”, versión de Tom Petty, y “En Berlín”, pedidos a viva voz por la generación de rockeros allí presentes, puso el punto y final a una noche de rock country como lo define Juan. Aunque no le gusta meterse en discusiones bizantinas sobre etiquetas a su música; simplemente prefiere que cada cual la juzgue como mejor le guste y que, sobre todo y ante todo, la disfrute como pudimos hacer aquella noche los que asistimos a su presentación del segundo trabajo.

Respecto al sonido de la sala, ¡qué os voy a decir de la Moby Dick! Que suena increíble y que los técnicos de sonido hacen todo lo posible por la comodidad de los músicos y sin ellos no habríamos podido disfrutar de tal maravilloso concierto.

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