St. Vincent

Daddy's Home

Loma Vista Recordings (2021)

Por: Alfredo Villaescusa

8.5

Pocos recordarán la mejor campaña que se ha hecho en el mundo a favor de la lectura. Hablamos, por supuesto, de esa mítica frase del cineasta y escritor John Waters que decía lo siguiente: “Si vas a casa de alguien y no tiene libros, no te lo folles”. Una idea que bien podríamos aplicar al universo musical y así juzgar a las personas por la cantidad de discos que tengan en sus domicilios. Cierto es que hoy en día la popularidad de las plataformas de streaming complicaría tal vez en exceso esta tarea, pero no cabe duda de que todavía hay resistencia entre los aficionados al formato físico y encontrarse con uno de esos personajes ya debería ser motivo suficiente para querer intimar con él. Casi como toparse con un trébol de cuatro hojas.

Un testimonio de lo importante que pueden llegar a ser ciertos álbumes lo hallamos en el último trabajo de la artista conocida como St. Vincent, una colección de canciones inspirada en los vinilos que le ponía su padre a principios de los setenta. El motivo de este homenaje reside en la reciente excarcelación del progenitor tras pasar una década en el trullo por delitos financieros. Y esta sería la forma en la que alguien tan peculiar como Annie Clark le da la bienvenida, apelando a la bohemia neoyorquina del pasado siglo y a una tremenda versatilidad que va desde Stevie Wonder o Sly & The Family Stone a Steely Dan. Ahí es nada.

No debería sorprender en un camaleón acostumbrado a cambiar de piel con cada lanzamiento el aire Bowie de “Pay Your Way In Pain”, pero no nos referimos aquí a su etapa Ziggy Stardust, sino más bien a los destellos soul de ‘Young Americans’. Que me aspen si los coros de ese estribillo no recuerdan al celebérrimo “Fame” junto a John Lennon. “Down And Out Downtown” rememora un flotante descenso hacia el bullicioso Manhattan entre melodías de sitar sin perder ni una pizca de glamour, mientras que la homónima “Daddy’s Home” adopta un tono más sosegado, aunque hay por ahí alaridos a lo James Brown y hasta veleidades operísticas en la senda de Kate Bush.

“Live In The Dream” se trata de una sentida balada sobre una joven ignorada por la sociedad que encajaría cual guante entre los habituales de la Factory de Andy Warhol. Una atmósfera rompedora que repite con notable elegancia en la soberbia “The Melting Of The Sun” o en “The Laughing Man”, donde hasta cuela una alusión a “las heroínas de Cassavettes”, en referencia al director de culto fallecido en 1989 de cirrosis. Y las menciones artísticas no se quedan ahí, pues también el título “Candy Darling” se refiere a la actriz transexual del mismo nombre que apareciera en la portada de ‘I Am A Bird Now’ de Antony & The Johnsons.

Y en cuestión de transgresión destacaría del mismo modo “Down”, que funde lo añejo y lo contemporáneo, como si metiera en la misma trituradora al Duque Blanco y a Anna Calvi, PJ Harvey u otras féminas semejantes. “Somebody Like Me” no es un desenfreno, pero mola su delicado ambiente vintage y hasta se podría decir que es de lo más conseguido del redondo. El melodrama se abre paso en la sentida “My Baby Wants A Baby”, otra dosis de emoción antes de “…At The Holiday Party”, una curiosa incursión en nuevos terrenos con moderados vientos y la sombra de Van Morrison allá en lontananza.

En resumen, una obra muy recomendable si te llaman artistas de esas que no dejan indiferente, desde figuras clásicas como Nico o Patti Smith hasta musas de David Lynch o contemporáneas bizarras tipo Grimes o Zola Jesus. A lo largo de unos cuarenta minutos pensarás en todas ellas, con una personalidad apabullante muy por encima de cuotas y demás zarandajas postmodernas. Desde el fondo del rincón los penetrantes ojos de la bellísima Edie Sedgwick te lanzarán un beso de buenas noches.

Redacción
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