Crítica de Niño Muñeco: Abriendo bocas, cerrando picos

Niño Muñeco

Abriendo bocas, cerrando picos

Autoeditado (2022)

Por: Javier Pérez

Rock con eñe. Con dos eñes, incluso. Así se autopresentan, así te dicen a las claras de qué va esto. Urbano, del que se cuece por estos lares, de toda la vida; rocanrol con energía, con ganas, dosis de protesta, y diversión.

Declaraciones de principios que ayudan a entender, antes de empezar la escucha, lo que trae consigo ‘Abriendo bocas, cerrando picos’, un EP que únicamente contiene cinco cortes que pasan deprisa mientras, ensimismado, te cuelas en el mundo reconocible que proponen Niño Muñeco.

“Me agarro de su pelo” inaugura la obra explotando de entrada el potencial que irán, poco después, desgranando con garbo. Con una letra que se parte en dos, ligadas ambas partes con atino, batallan con mimbres que florecen en influencias palpables de los mitos y leyendas del panorama, véase Extremoduro, Marea, Leño… La segunda que presentan es “Miau”, y en ella ofrecen un golpe de chulería radiante que le sienta bien al corte y al grupo. Musicalmente es más pausada, acorde con ese poso granuja de la lírica.

“Taskero” revoluciona el orden establecido, aprietan más en términos de velocidad y los versos que la forman son una oda a la cultura de las tascas, de los bares; a las gentes, situaciones y vicisitudes que en ellos surgen. Probablemente, en cómputo global, de las más completas.

“Kinkis”, otra vez con un compás marcado y más sosegado, revuelve aquel rock cañí de los albores del Iniesta o, viniendo a tiempos actuales, lo que pueda hacer una banda como Brava.

Mi favorita es “Maldito sol”, que despide el trabajo y recupera un puntito más de velocidad bajo la perspectiva de una temática más abrasiva y a su vez liberadora.

La composición es interesante, la ejecución correcta, las ideas frescas. La producción, desconozco si adrede, expone en un primer plano muy marcado la voz, dejando los demás instrumentos sonando por detrás. Sorprende, quizá extrañe, pero si lo que buscaban era un regusto clásico, conseguido queda.

Una banda más a tener en cuenta en la ebullición que nuestro rock ofrece sin parar.

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