Malditeria

Zozobra

Autoeditado, 2020

Por: Alfredo Villaescusa

9

Dan igual los años y las modas que pasen, cada cierto tiempo seguirán surgiendo bandas de rock n’ roll que no pretenden innovar lo más mínimo. Alejados de esos paladines que se autoproclaman revulsivos en el panorama nacional y otras expresiones pomposas semejantes, ellos confían tanto en su estilo que no necesitan esconderse detrás de términos rimbombantes que al final despistan más que otra cosa. Apelar a las entrañas resulta más efectivo, y tampoco hay que renegar de nada si se conquista el corazón de aquellos poco habituados a los decibelios y a la electricidad. Se acoge a todos en puro acto de caridad cristiana.

Con los referentes de Tequila, Los Zigarros o Fito & Fitipaldis en lontananza, estos alicantinos han alcanzado esa cuadratura del círculo que implica lograr que algo suene fresco en pleno siglo XXI. Sus ambiciosos planes incluyen “sacar punta al rock más clásico de los años 60 o 70, pero aportando la contundencia de décadas posteriores”, y por lo que escuchamos en este espectacular debut, van enfilados a conseguirlo. Sin prejuicios y sin que se les caigan los anillos si un estribillo se antoja más comercial que otros.

Así de entrada, “Dr. Paradigma” ya posee un inicio poderoso de los de levantarse de la silla; inevitable no pensar en los gloriosos tiempos de Platero y Tú con esas guitarras en la escuela de Uoho y esa letra en la que también se intuye la influencia del vocalista menudo de Zabala. “Ay Mama” vuela la cabeza de idéntica manera, pero en esta ocasión por los punteos y su aire frenético nos acordaremos de la banda de los hermanos Tormo. Esto en directo tiene que partir la pana, no cabe duda.

“Por las chispas” quizás se acerca más al rock urbano poético de Poncho K o incluso Doctor Deseo, mientras que “Sólo quería jugar” se antoja otro trallazo que debería funcionar a la perfección en las distancias cortas. El pulso rockero se mantiene con bastante dignidad en “El daño que has hecho”, antes de que “Tuve que correr” suponga un alto en el camino. Y soltar el pie del acelerador tampoco les sienta nada mal con una pieza de garito humeante cien por cien.

Exploran de nuevo su faceta reposada en “Restos”, con un leve aroma latino, y en “Trabajos sucios” vuelven a la ortodoxia rockera de las vidas miserables y la dignidad por las nubes. La recta final del redondo no decae en absoluto con “Me estoy rehabilitando”, con una letra de una ironía tremenda que tanta falta hace en los tiempos que corren. Y “Cuando caiga la noche” podría ser el acompañamiento ideal para cualquier velada de canalleo con alcohol a borbotones. La resaca quedará finiquitada con “Cambiará el papel”, un canto optimista ante la adversidad que nos anima a apurar la última copa.

Pues aquí estamos ante un debut excepcional fundamental para fans de los grupos mencionados en esta reseña y que cuenta además con textos currados que de verdad dicen cosas sensatas sin subirse demasiado a la parra, una cualidad que no es que abunde en exceso en la actualidad. Contagiémonos hasta las trancas de este malditismo.

Jason Cenador
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