Lemniscata

The Night Traveler

Autoeditado (2022)

Por: Josep Fleitas

8.5

La historia del rock experimental en España nace, crece y se desarrolla en Andalucía gracias al polémico tratado de Madrid de 1953, pacto en el que la iglesia, el régimen dictatorial franquista y el gobierno de los EE.UU., liderado por el presidente Dwight Eisenhower, pactan los asentamientos de cuatro bases militares norteamericanas en el estado español, dos de ellas en la estratégica región de Andalucía: Morón de la Frontera (aérea) y Rota (naval).

Los soldados norteamericanos asentados en esas cuatro bases, entre muchas otras cosas, trajeron consigo sus pasatiempos, entre los que se encontraban los vinilos, que incluían una música tan variopinta como extravagante para la época, una música que se encontraba en plena ebullición y en un periodo de experimentación y transformación, llegando una década más tarde a plasmarse en ese concepto en el que el Rock iba tomando formas eclécticas y transgresoras.

El Rock, una forma de divertirse y transmitir, de evolucionar y protestar, no sin, en muchas ocasiones, caer víctima de las garras de un mugriento filtro, la censura, un cedazo a veces tan ilógico como ridículo. La censura fue una reprensión por cuyas fisuras intelectuales se colaban partes locuaces y críticas, lo que, al contrario de lo pretendido, el muro se convirtió en una autopista por la que jóvenes ávidos de sensaciones y libertad querían proponer un viaje en el que dejar transitar su energía, su sentimiento revolucionario y crítico, su capacidad y su virtuosismo intelectual, su rebeldía y su insumisión a un acatamiento amoral y represivo...

Con ello, la música se convirtió en una exponencial válvula de escape divertida, rebelde y comunicativa a la vez. Así fue como bandas pioneras en el ámbito más descarado y desfasado de un estilo que rompía los densos moldes de una impuesta radicalidad moral consiguieron licuarla, gota a gota, hasta que se transmutó en imparables ríos por los que el Rock creaba las corrientes más rápidas y bravas, esas por las que inicialmente navegaron bandas como los pioneros Storm, que significaron un canal por el que se deslindaron ramales de fusión entre el folk andaluz y el rock experimental, como el popularizado por Smash y Triana.

Esa imparable vertiente fue derivando hacia diversos cauces por los que se iban cruzando y popularizando bandas, modas y estilos que han llegado a nuestros días gracias a un sentimiento de rebeldía y a la indiscutible capacidad y calidad de sus integrantes.

Dignos representantes de ese legado, bajo el ecléctico y matemático nombre de Lemniscata (entre otros, el significado conceptual del 8 como símbolo de lo infinito), en 2015 nace un proyecto que, basándose sobre todo en el rock experimental y el progresivo, inicialmente pretende dar rienda suelta a la inquietud que se deriva de las ansias de expresar su propia propuesta y al virtuosismo personal derivado de la amplitud de las miras musicales del quinteto.

Este, de manera autónoma, crea su propia experiencia plasmada en un álbum conceptual, cuyo viaje, odisea entre lo humano, lo fantástico y la ciencia ficción, crea unas bases sólidas y muy pulidas; plasmadas éstas en un recomendable primer larga duración, que bajo el nombre de ‘Entelechy’ (2017) deja fundadas las bases de una banda que no cierra fronteras a estilos como el blues, el jazz, el pop, el folk y el heavy, cimientos en los que el grupo ha fundamentado su segundo longplay.

Un álbum brillante, a pesar de haber sufrido los cambios de sus dos guitarristas iniciales (Benjamín Plantrose y Samuel Beamount), suplidos por la virtuosa destreza de Alberto Mayorgas y el ex-Stinger Yeyo Fernández; así como el relevo del batería Pedro Vázquez, sustituido por el excomponente de Carving Colours Luis Ruiz; o el cambio más actual, el de su bajista, Ismael Román, cuyo instrumento queda aún sin repuesto, dejando como única figura fundadora al ambivalente cantante David Lázaro al frente de una formación digna de distinción y elogio.

Aun con todas esas transiciones, y muy en gran medida gracias a ellos, Lemniscata ha sabido consolidar, amplificar y solidificar lo aportado en ‘Entelechy’, merced a haber ampliado sus estructuras y estilos musicales, ahora reforzados por la inyección de virtuosismo y creatividad que los nuevos componentes han aportado en esta nueva y sensacional experiencia musical llamada ‘The Night Traveler’.

Aunque el álbum acaba de caer en mis manos, este nuevo trabajo de Lemniscata fue acabado el 28 de octubre del pasado año, y aunque desde esa fecha ya está disponible en la mayoría de plataformas digitales, es ahora cuando la banda da un mayor empuje a una obra que visualmente despunta por su gran arte en la portada y el contenido de su artwork, en el que podemos encontrarnos con unas excelentes imágenes que hacen resaltar las letras propuestas en el idioma en el que la banda se expresa, el inglés, y que para facilitar el disfrute de éstas también están traducidas al castellano, cosa a agradecer y que ya define la meticulosidad con la que la formación sevillana trata y cuida cada uno de los parámetros incluidos en el álbum.

Personalmente, tanto el contenido del artwork como la historia, me han trasladado a la saga de videojuegos de X-Box ‘Halo’, eso sí, sin su matriz bélica. Una historia que da continuidad a la ofrecida en ‘Entelechy’, historia que en este caso se desenvuelve en un viaje de ciencia ficción hacia un planeta de la constelación de Orión, Saiph, en el que el viajero busca la redención en un mundo de ensueño que se acaba descubriendo tan inocuo en sensaciones que se torna insano, dejando solo el escape hacia la nostalgia o el despertar de una pesadilla…

Así que, sí, estamos ante una nueva obra conceptual de gran capacidad y calibre dividida en cuatro partes: un prólogo (‘A Dream Farewell’) y tres actos (‘Faces of Light’, ‘The Call of Black Chaos’ y ‘Traces of an Origin’).

El despertar del álbum, el prólogo, se realiza con “Encounter”, una intro de lo más espacial, concebida a base del suspiro de sintetizadores que saben trasladarnos a un resumen del viaje al que Lemniscata nos introducen con fuerza y virtuosismo gracias al impulsivo “Goodspeed”, un tema repleto de grandes melodías dirigidas por unas bases creativas, una voz eficiente en matices, y, sobre todo, guitarras virtuosas y muy ambivalentes, tanto que saben trasladarnos sin chirriar de los parámetros del progpower más dinámico a convertirse en su ecuador en un planeo acústico que entrelaza el jazz rock y el rock latino de espíritu sonante al del mexicano Carlos Santana para subsecuentemente retomar la energía y los ritmos más agudizados del principio.

Tras el buen inicio, pasamos al primer acto, titulado ‘Faces of Light’ gracias a una nueva intro, “(Interl. I) Naïve Wonder”, en este caso concebida a través de la sensación de tranquilidad otorgada por las tenues melodías de guitarras acústicas y partes vocales que aportan ese trasfondo sinfónico que Robert Fripp imponía a King Crimson en sus partes más melódicas e intimistas.

Con estas partes entramos en una espiral de sensaciones gracias a tres piezas de largo y eficiente contenido: “First Night in Saiph”, un tema de casi once minutos forjado al más puro estilo Dream Theater; “Sense of Entity”, casi nueve minutos de componentes más experimentales en los que los medios tempos asienten y apoyan la versatilidad que David luce en las partes vocales; y la efervescencia de “Noetic Epiphany”, ocho minutos de intercambios musicales y emocionales que transportan hacia la experimentación más épica que apostillan bandas como los británicos Porcupine Tree.

Entramos en un nuevo episodio de la odisea, un ámbito que en sus dos primeros capítulos se centra en la experimentación narrativo-musical para finalizar con cierta fuerza y comercialidad. ‘Act II: The Act of Black Chaos’, se abre con la intro “(Interl. II) Geometric Desert”, un tema pendular y coagulado, que tiene eco en el también experimental y condensado pasaje que ofrece “Non-Place”, quizás el más controvertido tránsito del álbum para los que busquen nervio e intensidad, pero una delicia para los que sepan apreciar las técnicas más clásicas en el flujo de lo progresivo y la experimentación, términos que acaban por enfatizarse y dar buena perspectiva en la efectiva “Sonic Mirages”.

La historia llega a su fin con ‘Act III: Traces of an Origin’, sin duda la parte más intensa y técnicamente trabajada, una parte que demuestra la gran capacidad y solidez de una banda que podemos equiparar a lo más virtuoso y reverenciado del estilo a nivel internacional, y eso Lemniscata lo saben proyectar de una forma fastuosa en lo que son dos grandes y largas propuestas, como lo demuestran en la trabajadísima y dinámica obra cumbre del álbum, “Fleeing the Alien Cold”, y en los más de catorce minutos de elegancia destilados a través de la efervescente “The End of the Night Traveler”, tema que tantos recuerdos a lo más técnico de Sonata Arctica aportará a los oyentes.

Estos tramos finales dejan con las ganas de que este viaje hacia el mundo de los sueños vuelva a reproducirse en aras de la calidad y el virtuosismo forjado en nuestro país, y lo haga con otro episodio de una formación que lo tiene todo para convertirse en ampuloso referente de las partes más técnicas del rock a nivel internacional.

Mientras el sueño se vuelve realidad, disfrutar de la fastuosidad y el equilibrio de esta obra debería ser término obligatorio para los amantes del rock más enfático, experimental y progresivo.

Escucha 'The Night Traveler' en Spotify:

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Esta entrada fue escrita por Josep Fleitas

3 comentarios

  • Juandie dice:

    Currada propuesta la que se marca esta banda de nuestro pais como son LEMNISCATA a través de estos videos para su nuevo álbum de estudio. Me encanta su nueva portada.

    • Lemniscata dice:

      Ey! Mil gracias Juandie. Fue todo un reto el poder representar lo que contamos también con imágenes. Nos alegra mucho que te guste ese apartado más 'audiovisual' de la banda. Un abrazo.

  • Lemniscata dice:

    Muy agradecidos por la crítica y por el tiempo dedicado a conocer nuestro proyecto y nuestro trabajo!

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