Junior Mackenzie

Now That We Are Dead

Autoeditado (2022)

Por: Alfredo Villaescusa

9

No resulta frecuente encontrar artistas osados sin miedo a convencionalismos sociales, las modas del momento o esa dictadura tan férrea del qué dirán. Podríamos contar con los dedos de una mano a esos tipos que lo mismo le dan a un género o a otro y no se preocupan en absoluto por encajar en un molde determinado. Vale que eso de las etiquetas facilite el trabajo a los que nos encargamos de la ardua tarea de valorar discos, pero en ocasiones se antoja algo tan estéril como poner fronteras al mar.

Tal reflexión suscita la última obra de Junior Mackenzie, un peculiar compositor al que colgarle la dudosa etiqueta de cantautor, con todas las implicaciones que ello conlleva, sería una tremenda injusticia. Porque a pesar de que el capitán en materia creativa responda al nombre de Juan Fortea, el espíritu que se respira en este redondo es el de una banda al uso, con notables colaboraciones como la de Aurora & The Betrayers en “Birds with No Feathers”, que aporta la guinda necesaria a una canción deslumbrante.

Ya nos hicimos eco del lanzamiento del disco, por lo que vamos a hincar el diente a un festín del que conviene rebañar hasta las migas. Tras la solemne intro “Rise and Shine” de ecos góspel, nos sumergimos en el subidón que comentábamos hace pocas líneas, que ejerce a modo de impresionante percutor para bajar hasta las profundidades abisales de la atmósfera de este álbum. Sin temor al vértigo.

“The Slayer” aminora la velocidad, a la par que se acerca al country o folk campestre de regusto americano, no sería descabellado acordarse de Townes Van Zandt. “Half Dead” aporta un poco más de brío antes de que “Loneliness”  recupere de nuevo la faceta intimista sin renunciar al poso rockero vía Tom Petty y nos demuestre lo bien que pueden llegar a funcionar en ciertos momentos diversos elementos como los coros o los arreglos orquestales, aparte de ese soberbio solo de guitarra que proporciona la estacada final. Para enmarcar.

“Don’t Become a Liar” posee un ligero aire funky, pero el marcado carácter eléctrico nos hará rememorar los instantes más inspirados de Black Crowes. “Key In The Sea” quizás vira levemente hacia el rock alternativo en plan Pearl Jam, aunque tampoco se trata de un excesivo cambio que afecte a la cohesión global del conjunto.

“Unforgiven” sería sin duda de las piezas más reposadas de este lanzamiento, mientras que “Closing Time” constituiría uno de los puntos más álgidos por ese rollo fantasmagórico en la senda del desaparecido Mark Lanegan o de Nick Cave & The Bad Seeds. Flipantes esos coros de influencia góspel que es probable que te hagan pensar en tipos con tanta clase como Leonard Cohen. Para quitarse el sombrero.

Y “Goodbye Love” no está exenta de adrenalina rockera, con el acelerador a fondo, punteos a las entrañas y esas voces de acompañamiento que aportan una vez más el toque maestro a un corte rotundo de principio a fin. Después de tanto ímpetu solo queda relajarse con “Sunny Days” que bordea el jazz de garito y se convierte en ese reposo del guerrero al que volverías sin descanso un domingo de resaca. Cierren la puerta y no molesten.

Si bien sería una temeridad identificar este interesante esfuerzo con un estilo determinado, casi resulta inevitable que se te acumulen en la cabeza referencias de corte setentero o pretérito, pues las canciones irradian tanta alma como cualquier clásico imaginable. Una maravilla que recomiendo descubrir urgentemente a todos aquellos que flipan con The Black Crowes, Morgan o M-Clan, entre muchos otros. Genio absoluto.

Alfredo Villaescusa
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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

1 comentario

  • Juandie dice:

    Interesante propuesta musical la que se gasta JUNIO MCKENZIE y sus buenos músicos en ambos temas. Será un buen álbum sin duda.

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