Johnny B. Zero

Metonymy of Sound

Rock from the Future (2020)

Por: Alfredo Villaescusa

8

Que pasen los años y sigan saliendo cosas de esas que te dejan ojiplático es un síntoma claro de que en lo que respecta a la música todavía estamos lejos de afirmar esa frase tan complaciente de que todo está inventado. Pues oigan, depende de lo que uno escuche. Ya hemos mencionado en alguna ocasión que la península es territorio prácticamente virgen en determinados estilos, mientras que en otros las bandas florecen como setas hasta alcanzar la sobresaturación. Responsabilidad de cada cual resulta escorarse hacia un lado u otro.

Todo eso suponiendo que tengamos en mente las categorías tradicionales de géneros, pero con este cuarteto valenciano no van a funcionar en absoluto las ideas anquilosadas. Porque lo maravilloso precisamente de estos tipos es que se antoja muy complicado encuadrarles en un movimiento musical determinado, por mucho que se escoren en ciertos momentos hacia el rock progresivo, sus chaladuras recuerden a King Crimson y no sea descabellado imaginárselos tocando muy juntitos en un cuartucho infecto. La imaginación al poder.

En este soberbio lanzamiento se perciben influencias tan dispares que es probable que lo que uno intuye de una manera, no sea ni de lejos así para otra persona completamente distinta. A un servidor, por ejemplo, la enérgica apertura con el tema homónimo “Metonymy of Sound” le hace pensar de inmediato en The Mars Volta, otros genios inclasificables como pocos. El saxofón de “Characters” nos vuela la cabeza y nos da por acordarnos de la no wave neoyorquina o de los álbumes más jazzísticos de David Bowie. O tal vez estos detalles sean un mero espejismo, quién sabe.

“Love Is Alive” parece una pieza más amable, mientras que en “People” volvemos la vista hacia los Arctic Monkeys reposados de ‘Tranquility Base Hotel & Casino’, en este sentido destaca la enorme similitud entre los tonos de su vocalista y los del último Alex Turner. Los ritmos latinos o caribeños de “Family” terminarán de sorprender a los que duden de su valía y tremenda versatilidad. Pero será “It’s So Hard” el corte que puede que les convenza para adherirse a su causa, con una clase tremenda y un ambiente noctívago de poner pelos de punta. Marchando un copazo.

“True Fact” continúa desafiando moldes con las islas británicas en lontananza y la colaboración de Aurora García (Aurora & The Betrayers) que les sienta como un guante. Y “Broken Nature Love” posee cierto rollo playero que nos hace añorar el calor estival y aquellas noches en las que uno podía estar en mangas de camisa.

En pleno subidón rememorativo, uno apreciará sin duda el rollito funk de “Biscuits”, que entretiene a la par que no se ponen muy bailongos, los falsetes nos incitarán a convencernos de que a estos muchachos a veces se les va un poco la pinza. Y para acabar con galones, “Horror Song” apela al rock clásico de los setenta vía Led Zeppelin que debería hacer estremecer a cualquiera con dos dedos de frente. Para degustar.

Si estás cansado de los grupos predecibles hasta la náusea y anhelas emociones fuertes que te hagan sentir vivo, es probable que ya estés tardando en subirte a la montaña rusa que proponen estos chalaos plagada de tirabuzones en el aire, caídas repentinas o acelerones de los de chillar hasta que se vean las amígdalas. Escuchar este redondo o probar el puenting. Ambas actividades son igual de extremas.

Alfredo Villaescusa
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