Esclavitud

Stronger Than a God

Autoeditado (2024)

Por: Javier Pérez

7.5

De ellos mismos dicen que son una banda de metal sin etiquetas, y nos podría valer de entradilla. Esclavitud tocan todos los palos del heavy clásico, roza el thrash en algunos picos de velocidad, bordean con clase ciertos aspectos del progresivo, hunden su base en el speed, y el entrelazado que promueven funciona.

Lo hace desde que arranca el ajetreo, con el tema que da nombre al trabajo, que te sacude con un raudo y satisfactorio redoble de batería. En estos compases iniciales van a por todas; es en la que menos se salen del guion. Imprimen cera sin más motivo que el de gozarlo ellos y tú. “Break the Chains” cambia el rumbo. A las prisas le toman el relevo las cadencias densas. Aquí, según arranca una voz envuelta en todas las coordenadas en las que se mueve la canción, se me vinieron al recuerdo los Stratovarius de las épocas gloriosas de finales del milenio pasado. No es que la voz de Marc Quee vaya hasta los límites de los agudos de Kotipelto, pero el engranaje, hasta el estribillo, gesta esos aires.

Esas sensaciones se alargan en la tercera en discordia: “Coming Back to Life”. Aquí podremos reparar también en ecos de Queensrÿche, melodías a lo Maiden, y los cambios de ritmo nos llevan hasta Opeth sin el deje oscuro de los suecos. También mantienen un tempo contenido, algo que se vuelve a disparar ligeramente en “Eppur si Muove”, sin alcanzar los reglajes inaugurales. “Peace of Mind”, que no "piece" (of Mind), nos va a llevar sin divagaciones a la banda de Steve Harris. “Pero a lo mejor lo dices por el título, ¿no?”. Pues, igual sí: lo lees y ya estás sugestionado. El caso es que, cuando suena, te cuadra. Incluso si estiras aparecen destellos de Helloween.

Es un EP que contiene seis pistas. En metraje es tirando a largo, porque los cortes superan los cinco minutos, seis… hasta por encima de ocho. Como el caso de “Lord Have Mercy”, que llega pronto y a la postre bajará el telón. En él echan el resto, depositan las dos variantes más opuestas que venían exponiendo: velocidad y cadencia.

Quizá me quedo con el inicio del redondo, donde la faceta más heavymetalera, más vertiginosa, los acerca al oyente con una carta de presentación más factible. De un modo u otro, saben lo que se traen entre manos, porque aunque con otro nombre, nacen en Canarias en 1996, han trabajado con leyendas como Andi Deris o Charlie Bauerfeind, y tienen varios LPs a sus espaldas.

Si eres de los que les va el rollo de antes, de los 80, y probablemente con más ahínco de los 90, aquí tienes una formación a la que atender si es que aun no lo has hecho. Pero vaya por delante que lo escuchado suena fresco, actual y vibrante. Yo me he quedado prendado con los cascos puestos y olvidando el mundanal ruido de alrededor.

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Esta entrada fue escrita por Redacción

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