Crítica de Enbor Arnasa: Sentitu Bahitu Kateen Hotsak - MariskalRock.com : MariskalRock.com

Enbor Arnasa

Sentitu Bahitu Kateen Hotsak

Autoeditado (2023)

Por: Alfredo Villaescusa

Hay grupos que destacan por ser fieles a un determinado sonido y no se bajan de ese burro en ningún momento a lo largo de su trayectoria, una filosofía que está muy bien para cuando a uno no le apetecen los experimentos sino los sabores tradicionales de toda la vida. Luego tenemos esos que no se conforman con repetir esquemas manidos y tratan de buscar una nueva vuelta de tuerca en cada lanzamiento. En realidad ambas posturas resultan igualmente respetables, solo hace falta encontrar el instante propicio para cada género.

Este ambicioso proyecto comandado por el multiinstrumentista, vocalista y técnico de sonido Iñaki Espartza va subiendo peldaños y cuenta ya con tres trabajos que nada tienen que ver unos con otros. Si en ‘Ilunari Argia’ el enfoque andaba más cercano al thrash/death, en esta ocasión los guturales casi han desaparecido por completo, y pese a que la música sigue conservando la faceta experimental de antaño, hay piezas que no distan demasiado de las que podrían facturar Alcest en su vertiente shoegaze.

De esta forma, ‘Sentitu Bahitu Kateen Hotsak’ aborda asuntos tan complejos como la reconexión con uno mismo o el ansia de ser libre con la pura naturaleza como telón de fondo sin que esta se limite a convertirse en una mera convidada de piedra. Las aguas y la vegetación salvaje presente en la portada ya nos dan a entender que nos encontramos ante un producto bruto, sin aditivos, igual que cuando se sacan lechugas y otros productos directamente de la tierra.

La cosecha promete con la suerte de intro “Emaria”, que sigue conservando la contundencia del trabajo precedente, pero con una mayor carga melódica. En “Kateak Hausten” se percibe especialmente la influencia de los franceses Alcest de la que hablábamos antes, o eso por lo menos le parece a un servidor. “Otoitza”, por el contrario, se mueve en dos planos diferentes, con una base potente, pero con una voz etérea no muy alejada del shoegaze.

“Ibilbideko Zuhaitzen Biloben Ondoan” afloja el pistón y podríamos considerarlo una especie de transición hacia “Apurtuko Al Du Itsasoak”, donde tenemos guitarreo reseñable desde los primeros segundos antes de que la pieza vaya cogiendo intensidad paulatinamente. Y cuando te quieres dar cuenta, zas, ya estamos en “Zeruratu”, dominada por un punteo desde el mismo inicio. Probablemente sorprenda la accesibilidad, si nos da por comparar con el material anterior, pero la versatilidad se torna una de las señas de identidad de este artista. Es lo que hay.

La voz gutural regresa en “Ez Gaituzte Honetarako Hezten”, que conserva ese halo Napalm Death que poseían algunos cortes del álbum ‘Ilunari Argia’. Nuevo giro de timón en “Kontrasteak Beltz Eta Grisean”, que se acerca al rock alternativo de corte noventero con aceptables resultados, mientras que “Askatasunari Askatasunetik” se antoja una ambiciosa composición que bascula entre el post punk, una batería a punto de desbocarse y el spoken word. Todo ello en minuto y poco. Desde luego este álbum no está hecho para inmovilistas acostumbrados a pasarse en un mismo sitio horas y horas.

“Nintzena Zinen” adopta una tónica bucólica que la podría transformar en una buena compañera para darse un garbeo por los bosques o la naturaleza más salvaje. Y “Bidea Berregin Zen” pone el broche final apelando a la épica y añadiendo densidad a medida que transcurren los segundos. El canto definitivo para elevarse y alcanzar un ansiado plano superior.

Al igual que en el anterior lanzamiento, la producción artesanal puede que no sea plato para todos los gustos, pero es evidente que al autor le gusta este tipo de sonido, por lo que hay que aceptarlo como si fueran lentejas. El aspecto positivo es que difícilmente sea posible aburrirse entre temas que en ningún caso llegan a los tres minutos. Apalancados, vade retro. Empezad a fluir.