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Crítica de Caballo Moldavo: Marcados

Asturianos, rudos, barbudos, haciendo “rock – metal monolítico”, como les gusta decir a ellos. Todo ello protestando por el feo mundo que tenemos y la estulticia de la sociedad actual, y ofreciendo una propuesta musical cruda, primaria y visceral que te golpea sin cariño desde la primera escucha. Pero que nadie piense que hablamos de algo básico, ancestral o solo rudo, que en este primer trabajo completo de Caballo Moldavo encontramos más.

Musicalmente hay metal, stoner, sludge, doom y hay rudimentario hard rock pesado como base. Y las canciones son oscuras, pesadas (que no necesariamente lentas) y rítmicas, pero pronto se les coge el punto y comienzas a disfrutarlo y entender mejor la denuncia, protesta y profundidad que lleva implícito este disco. No tienen que ser los mejores instrumentistas del mundo para dar con la tecla y que los temas funcionen, ni para que te hagan pensar y reflexionar sobre qué estamos haciendo con el mundo actual.

Es decir, ¿qué pintamos aquí con la mente subyugada por el peso del sistema y de la vida? (que te mastica y te empuja a un miserable destino). Nos pasamos media vida cavando nuestra tumba, maldiciendo nuestra angustia existencial y con la muerte afilando la guadaña, mientras desde fuera nos dan toques constantes que nos alientan a despertar y cambiar las cosas, o al menos las actitudes. Así, sin esquivar los golpes ni eludir el choque, cada canción te va dejando cicatrices visibles hasta la catarsis final tras la escucha completa del álbum.

De frente, sin medias tintas y a pecho (lobo) descubierto, que dirían aquellos, desde la tralla inmisericorde de “Alimentándose en secreto” o “Réprobos” a la pesadez oscura e infernal de “Misa negra”, “El cuervo” o la brutal “Mi muerte centinela”. Para cerrar, nos dan acertadamente la “Bienvenida al valle del Cielo”, y nos esperan “Al otro lado del viento”, en el paraíso de los condenados al olvido. Y que nunca falten las referencias literarias en la creación y en el resultado final de las canciones.

Misfits, Danzig, Black Sabbath, Type O Negative, Venom, Mercyful Fate o Pantera hasta nuestros Bolu2Death, Grapeshot o Escuela de Odio. Un amplio espectro y abanico de influencias para al final ofrecer una propuesta particular, personal y que engancha, o más bien aplasta como una prensa industrial, para regocijo de nuestros sentidos oscuros, vísceras e instinto primario. El que quiera música sobre las flores o melodías que nos hagan bailar y enamorarnos, a por otra banda, que aquí no es.

Recuperando algunas canciones de su primer EP, y dándoles una vuelta para homogeneizar el sonido y rollo de las mismas con el resto del disco, al final recomiendo la escucha completa, a la vieja usanza, y si fuera en vinilo aún mejor, aunque por ahora aún tendremos que esperar para esto. Por cierto, buen trabajo de maridaje entre unas canciones “así” con ese sonido profundo, oscuro, cavernoso y monumental conseguido en los Breakdown Studios de Gijón.

En fin, que vuelva a destacar la parte profunda de la música y el sentido reflexivo y trascendental de las canciones frente a la parte lúdica, luminosa y tan banal que parece que tiene que ser santo y seña de nuestro rock y metal a día de hoy. Me niego a darme por vencido, que si lo buscas siempre hay alternativas y caminos disidentes. Por lo pronto, ¡yo me apunto al team barbudo y monolítico!

David Esquitino

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