Ciclonautas On Tour: Tras las huellas del animal
21 abril, 2025 5:55 pm Deja tus comentariosViajamos junto a Ciclonautas a la República Argentina con su disco ‘Ecdisis’ bajo el brazo y con destinos tan destacados en esta nueva visita al otro lado del charco como la participación de la banda de Mai Medina, Alen Ayerdi y Txo Pintor en la nueva edición de Quilmes Rock o su concierto en la futbolera y apasionada Rosario.
Por Fede DeMarko
Parece un tanto absurdo pensar que una banda oriunda de las afueras de Pamplona encuentre en una de las regiones más importantes de la República Argentina algo más que su hogar. La realidad supera la ficción.
Rosario, provincia de Santa Fe, autodenominada por sus gentes como “la capital mundial del fútbol”, algo que para el lector puede sonar exagerado hasta que se percata de que esta importante ciudad a orillas del río Paraná ha sido cuna de uno de los futbolistas más grandes que ha dado la historia del fútbol, al menos el más importante de este siglo, Lionel Andrés Messi, se dibuja en el horizonte. A poco menos de diez kilómetros del centro de la ciudad, la localidad de Pérez dio a luz a otro genio en lo suyo. Un músico que lleva la palabra “lucha” tatuada en el corazón, la que le ha hecho recorrer kilómetros y kilómetros en pos de conquistar la cima del rock hispano.
Mariano “Mai” Medina lleva en España el mismo tiempo que el que pasó en su Argentina natal, por lo que personifica perfectamente la mezcla estilística del rock nacional argentino con nuestro rock urbano, tanto en su forma de componer líricas como de tocarlas. Un artista que, pese a no haber llegado a trascender de la forma en la que merece, creo que tiene un hueco predilecto en la historia de nuestro rock, puesto que aún le quedan muchos años para seguir demostrando su talento.
Junto a Alen Ayerdi, batería de una de las bandas de rock más influyentes de la historia, como lo es Marea, y Javier “Txo” Pintor al bajo, forman parte de una ecléctica familia rockera llamada Ciclonautas, que hace poco más de un mes ha dado a luz su cuarto trabajo de estudio, ‘Ecdisis’.
Un servidor ha tenido el privilegio de compartir con ellos un par de días de carretera, risas y rock n’ roll, y a través de estas líneas os lo contaré de la forma más fidedigna posible.
Llegada a la Ciudad de la Furia
Transcurridos varios días desde mi llegada, Alen y Mai pisaron tierras argentinas uno de esos días en los que Joaquín Sabina se despedía de su público argentino en el marco de su gira “Hola y adiós”, que llenó hasta el tope el Movistar Arena de Buenos Aires a lo largo de ni más ni menos que diez fechas. ¡Está claro que los argentinos son auténticos degustadores de la obra del jienense!
Mientras cuadraba mi encuentro con los músicos, el mismo Alen, que estuvo presente la noche del miércoles 9, me contaba con cierta resignación el lastimoso hecho de que uno de los grandes se retirara de los escenarios y la falta de relevo de calidad que hay en la escena musical. “Nosotros seguimos en la lucha; seguimos luchando”, me contó por teléfono haciendo referencia a sus largos años de carrera musical, tanto en su papel como reconocido músico como dentro de la industria.
El encuentro se dio finalmente el jueves por la mañana. Quedamos en la puerta del hotel y fuimos un pequeño séquito a dar una vuelta por zonas emblemáticas de la ciudad, como lo es la avenida 9 de Julio, la más ancha del mundo, en la que además se encuentra un monumento tan icónico como lo es el Obelisco. Allí tomé un par de imágenes del encuentro y les hice entrega del presente número de La Heavy que protagonizan en la sección Estatal con motivo del lanzamiento de ‘Ecdisis’, esa metamorfosis sonora en forma de LP.
Más tarde recorrimos la emblemática avenida Corrientes rumbo a la Pizzería Güerrín, para muchos de los locales la mejor pizzería de la ciudad. La característica pizza argentina, de masa más gruesa y mayor cantidad de queso, que hace que se derrame por los costados cuanto más caliente está, ¡no decepcionó en absoluto! Por algo lleva en pie más de 90 años.
Tras recorrer otros puntos de tan céntricas ubicaciones, acabamos en una fernetería de lo más clásica de la zona de San Telmo, donde culminamos la jornada departiendo acerca de lo que nos esperaba el sábado en el Quilmes Rock, festival que acogería su directo por primera vez.
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Quilmes Rock: ¡Corto pero intenso!
Llegó el tercer día del Quilmes Rock y la primera de las dos grandes batallas de esta aventura por tierras argentinas. El repertorio se compuso de seis temas, cuatro de su último disco, una carta de presentación somera de su último trabajo, para cerrar con dos de sus más aclamados clásicos como lo son “Qué tal?” y “Bienvenidos los muertos”, a los que el nuevo sonido de la banda les da un toque de frescura más que notable.
La verdad es que otro de los aspectos a destacar de este show fue el sensacional juego de luces que el festival proporcionó a los navarros, pudiendo ellos ilustrar muy bien sus canciones en forma de visuales.
Esto solo fue un pequeño “calentamiento” de cara a su fecha grande en Rosario.
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Ciclonautas a la carrera
Al poco de acabar el show, nos enteramos de la mano de Kolo, reconocido mánager que ha trabajado con bandas de renombre del panorama del rock nacional argentino, que a las 8:30 de la mañana tendríamos que estar con extrema puntualidad en la puerta del hotel de cara a pillar rumbo a Rosario en la furgoneta. “¿Las ocho de la mañana? ¡Esa no es hora de levantarse para un rockero, la c* de su madre!”, exclamó Mai resignado. Mi reacción fue algo similar, puesto que a mi cobertura del festival le quedaban un par de horas y sabía de primera mano que iba a abandonar el recinto del Tecnópolis bastante tarde.
A la mañana siguiente, las ganas de recorrer el interior argentino junto a Ciclonautas y su tropa superaron con creces el haber dormido tan pocas horas. Total, lo que no hagan un buen café y unos tragos de mate no lo puede hacer nada. ¿Somos heavys o no somos heavys?
Una vez llegué al hotel, ya estaba todo listo para marchar. Algo más de tres horas de camino hasta Rosario nos esperaban. Lo que yo no esperaba es que el camino fuera a ser tan monótono, y no lo digo en mal sentido. Cuatrocientos kilómetros de plano recorrido a través de la Ruta Nacional 9 en línea recta fue el trayecto que nos comimos. Yo no sería capaz de hacerlo sin quedarme dormido.
Entre medias no había bares de carretera. Humildes puestos de choripán y bebidas en medio de la nada servían de puntos de descanso para los viajeros. Parece algo peligroso dejar a un costado de la carretera tu vehículo para hacer una paradita desde el punto de vista europeo, ¡pero los argentinos están hechos de otra pasta!
La primera parada del itinerario rosarino fue dejar las cosas en la casa rural en la que nos hospedamos parte de la compañía ciclonaútica, una parcela de lo más apetecible para pasar una tarde de asado, cosa que aconteció al día siguiente y que yo no pude presenciar para mi absoluta desgracia.
Comimos en un acogedor club de golf en la ciudad de Pérez, Santa Fe, en la que toda la expedición pudo degustar las mejores delicias gastronómicas del lugar. Allí los miembros de Ciclonautas se reencontraron con amigos locales de cuando pasaron largas temporadas por esas tierras.
La siguiente parada fue tal vez el momento más emotivo para mí de todo este viaje: la casa en la que se crió Mai y en la que tanto Alen como Txo han pasado largos meses creando sus dos últimos trabajos de estudio, ‘Camping del hastío’ y ‘Ecdisis’.
En la casa nos esperaban la madre de Mai y su pareja, que saludaron con gran efusividad al músico tras la larga temporada en la que no se veían las caras.
Dicha morada es probablemente de las más acogedoras que he visto en mi vida. Dentro de su extenso jardín contaba con otra edificación habitada por un miembro de la familia, y al final del mismo estaba la sala en la que los Ciclonautas han pasado tantas horas dando rienda suelta a su creatividad. Toda esa casa estaba plagada de referencias a las letras de las canciones, algo que comentaba con Mariano mientras me hacía un tour a lo largo de la misma.
Ciclonautas en Rosario: Jugar de local a 10.000 km de casa
Una banda oriunda de Navarra, España, llenando un garito hasta arriba en Rosario, Argentina. La cosa parece de coña, pero es totalmente verídica. La cuna de Lionel Messi es la ciudad que mejor acoge a Ciclonautas, y el concierto del domingo 13 de abril fue la mayor prueba de este hecho.
Lo que pudimos presenciar la semana pasada en el Centro Cultural Güemes no tiene nombre. Me esperaba que la acogida fuera a ser más que aceptable, pero la pasión y garra con la que se vivió este concierto se antoja indescriptible. El público argentino en estado puro, algo que eché en falta en bandas de supuesto renombre en el Quilmes Rock de Buenos Aires lo viví esa noche en Rosario.
Mientras que una parte del público de los shows de los “ciclos” en España son fans de Marea que acuden llamados por la presencia del batería, aquí pudimos ver un cien por cien de fanáticos de nicho de la banda. La mayoría de gente se sabía las letras de las canciones y coreaba las líneas de guitarra, algo a lo que en España no estamos para nada acostumbrados y que es muy icónico del público argentino.
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El extenso setlist se compuso de 18 cortes variados de su discografía, que interpretaron de una forma totalmente sublime, contagiados con toda certeza de la pasión de su público rosarino. Entre risas, Martín, su backliner, y un servidor lo comentábamos anonadados: ¡juegan en casa!
Lo más icónico de la noche fue el cántico que su público, convertido casi en barra brava, entonó a lo largo de todo el show: “Escúchelo, escúchelo, escúchelo, la mejor banda de rock and roll es Ciclonautas la p* que lo parió”. ¡Incluso el propio Alen Ayerdi acompañó con un solo de batería! Sencillamente, espectacular.
Si de algo tienen que tomar nota los navarros, es de que casi seguro lo mejor que pueden hacer de cara a un segundo álbum de directo, es que, cueste lo que cueste, muevan los hilos necesarios para grabarlo en Rosario. Estoy seguro de que el éxito sería rotundo. Sin duda, he presenciado el directo más intenso que haya dado jamás no solo Ciclonautas, sino una banda de la factoría El Dromedario.
Conclusión: Grandeza sideral
Tras esta aventura sideral, la vuelta a mi “piso franco” en el porteño barrio de Flores se hizo cuanto menos pesada. No solo me jodió perderme el brutal asado que algún paisano estaba preparando en el jardín de la casa en la que nos hospedamos, sino que fue una lástima no poder compartir más tiempo con la banda y su equipo.
Ha sido un privilegio poder compartir esta aventura con ellos y vivir tan de cerca los entresijos de una de las mejores bandas del panorama rockero contemporáneo estatal.
Espero haber transmitido de la manera más fiel posible lo que significa estar entre bastidores con una banda que, pese a los años de tablas que tienen sus miembros, se siguen poniendo igual de nerviosos que el primer día, demostrando de esta forma la garra, corazón y cuidado que le ponen a las cosas. Al final las huellas del animal me condujeron a su hogar, al que espero pronto volver a hacer una visita.
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