Canciones que pensaste que eran suyas. 10ª entrega: Extremoduro sacó de las catacumbas a Tabletom

11 octubre, 2020 8:48 pm Publicado por  2 Comentarios

La historia de la música está plagada de grupos que pasaron desapercibidos en su momento por ir a contracorriente del gusto mayoritario en su época. Unos quizás aparecieron demasiado pronto, cuando estilos futuros ni siquiera se vislumbraban, a otros les sucedió lo contrario e irrumpieron en escena cuando todo andaba más acabado que el chotis. Y en un punto intermedio, en una suerte de limbo, tendríamos a todos aquellos chalados para los que las definiciones estrictas de géneros se quedaban cortas, pues su rollo sonaba tan extraño como si unos alienígenas de costumbres dispares a las nuestras se hubieran plantado allí mismo.

En esta última categoría englobaríamos sin dudarlo a los malagueños Tabletom, que le daban a la fusión de flamenco, blues, jazz o rock y cuyos orígenes se remontan hasta una comuna anarco-hippie de los campos del sur. Formados en los setenta, entre sus filas podemos destacar a su excéntrico vocalista Roberto González “Rockberto”, que se inventó un lenguaje propio para no tener que memorizar letras, Jesús Ortiz (bajo y violín), Javier Denis (oboe y saxos), los hermanos Pedro “Perico” (guitarra) y José Manuel “Pepillo” Ramírez (flauta) o el batería Paco Oliver.

Gracias a su debut ‘Mezclalina’ se les incluyó en la etiqueta del llamado “rock andaluz”, pero los directivos de la discográfica RCA enseguida se dieron cuenta de que todo intento de domesticar a este anárquico combo iba a resultar tan infructuoso como ponerle cerco al aire. Sobrevivieron creando su propia productora, algo tan raro en aquellos tiempos como contemplar un perro verde, y a pesar de su leyenda maldita, debido a su poderío en directo consiguieron a lo largo de los años amasar un puñado considerable de seguidores, o más bien “incondicionales”, como decía la prensa.

Y aunque poseían cierto predicamento en su ciudad natal, nunca habrían salido del más puro underground si no hubiera sido porque Roberto Iniesta de Extremoduro se empeñó en rescatar su legado en el laureado álbum ‘Agila’ de 1996. Aquella composición llamada “Me estoy quitando”, dedicada en su origen a Camarón de la Isla, sirvió para que los aficionados al rock descarnado de los extremeños descubrieran a una de las bandas patrias más infravaloradas. Los fieles por aquel entonces se contaban a miles, por lo que no sorprende que se convirtiera en la pieza de Tabletom que más derechos de autor generó.

Dicho tema apareció por primera vez en el trabajo ‘Inoxidable’ de 1992 y según se cuenta en el documental ‘Todos somos estrellas’ el título viene de una frase que Camarón soltó en una entrevista cuando le preguntaron acerca de su estado de salud. “Me estoy quitando, solamente me pongo de vez en cuando” se convirtió en el estribillo más célebre de los malagueños y en todo un emblema del rock andaluz y derivados.

Pero el homenaje de Roberto Iniesta hacia estos pioneros del mestizaje patrio no se quedó ahí, puesto que también prestó su voz en “No tengo ná” del álbum ‘7.000 kilos’, otra pieza que alcanzó del mismo modo notable repercusión. Y en plena coalición de talentos, en el mismo redondo Kutxi Romero puso asimismo sus cuerdas vocales en “Guadalmedina”, un viaje lisérgico a la manera de Tabletom durante más de siete minutos.

Por desgracia, el inigualable cantante Rockberto nos dejó a las puertas del verano del 2011, pero queda constancia de su peculiar personalidad en esas improvisaciones en las distancias cortas capaces de provocar cortocircuitos mentales entre los asistentes. Como cuando en una gira delante de miles de personas en Jaén para conmemorar la autonomía andaluza no se le ocurrió otra cosa que con el “Why Don’t We Do It In The Road?” de The Beatles de fondo cantar por encima el poema ‘Aceituneros’, que se utiliza de himno oficial de la provincia. Las caras del personal debieron ser épicas. Esa pura locura desatada solo reservada a los espíritus libres de verdad.

Alfredo Villaescusa
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