40 años del lanzamiento de “Flick of the Switch” de AC/DC, el disco que marcó el principio de su declive comercial

Blog: Mariano Muniesa

‘Flick of the Switch’ fue el noveno álbum de estudio de los australianos y tercero con Brian Johnson como cantante, también fue el último con Phil Rudd a la batería, hasta su retorno en 1995 con ‘Ballbreaker’.

La grabación del disco se llevó a cabo en los estudios Compass Point de las Bahamas, donde también se realizó la grabación de ‘Back in Black’. Sin embargo, en esta ocasión la banda decidió producir ellos mismos el disco, prescindiendo de Robert “Mutt” Lange, quien había producido los tres últimos trabajos del grupo.

Según Malcolm y Angus, aquello fue un intento de hacer que la banda volviera a tener un sonido crudo, tal y como se puede leer en el libreto del DVD ‘Live at Donington’. Y no fue un camino de rosas, para nada; por una parte, tuvieron que lidiar con los problemas de alcoholemia de Malcolm, que años después le llevarían a ser sustituido durante la gira de ‘Blow Up Your Video’ por su sobrino Stevie, actual guitarra rítmica de la banda. Por otra, los problemas de alcoholismo y adicción a las drogas de Phil Rudd, que desembocaron en su despido en mitad de las sesiones de grabación, aunque sus partes ya habían sido grabadas y figura en los créditos del disco como batería.

Después de cientos de audiciones, un desconocido Simon Wright acabó haciéndose con el puesto de Rudd. De hecho, es el batería que sale en los tres videoclips extraídos del álbum. Con el despido de Rudd, ya no quedaba ningún nativo australiano en la banda.

En la portada del disco, obra de Brent Richardson, se muestra un sencillo dibujo a lápiz de Angus intentando bajar un enorme interruptor. Según el tour mánager de la banda, Ian Jeffrey, Angus quería que la portada fuese en relieve, como la de ‘Back in Black’, pero a la compañía discográfica ni le gustaba la portada ni pensaban que merecía la pena gastar más dinero en un disco que, en opinión de ellos, no contenía ningún éxito.

Vamos con la música. La cara A comenzaba con “Rising Power”, un buen tema. Empieza directamente con el riff, un medio tempo de guitarra sobre el que al poco comienza a cantar Brian Johnson, hasta la llegada del estribillo con el que entran los coros. La estructura se repite y después del segundo estribillo tenemos el solo, poco pretencioso y pesado en la línea del tema. Vuelta brevísima al riff que desemboca en el estribillo final, ligeramente modificado, para hacer las funciones de final de canción.

Una guitarra molona nos introduce a “This House Is On Fire”. Un tema cien por cien AC/DC. Buen riff de guitarra y perfectamente cantado por Brian, al que se le suma un estribillo bastante cantable. Después del segundo estribillo, tenemos el solo de Angus, bastante digno y acompañado de algún gritito de fondo de Brian, que desemboca directamente con el tercer pase por el estribillo, con el que acaba la canción en un vacile conjunto Angus-Brian.

Le seguía el tema que da título al álbum “Flick of the Switch”, un tema cañero. Entra con la batería alternando con el riff, y después de una repetición y un par de grititos de Brian, empieza la letra. Brian nos conduce a través de ella cantando agresivamente y en seguida llegamos al estribillo, coral como casi siempre y también bastante pegadizo. Mediado el tema, el segundo estribillo nos conduce al solo, pulcro y adornado con algún grito de Brian, y que directamente nos lleva al tercer estribillo, que se extiende más que los dos primeros, adornado con fraseos de Angus, para conducirnos al final.

“Nervous Shakedown” es un tema de corte pesado. Comienza con una guitarra que suena bastante a varios temas de ‘Back in Black’. A partir de ahí, Malcolm y Cliff Williams toman el control tejiendo una red sobre la que Brian va desgranando la letra. Un buen estribillo, bastante coral, alternando la parte de Brian con la de Malcolm y Cliff, como si fuera un tándem pregunta respuesta, y un excelente solo de Angus completan el pack del tema.

La cara A la cerraba “Landslide”, un tema rápido. Comienza con una guitarra juguetona sobre la que Brian empieza a hablar más que cantar. Al poco entra el bajo y la rítmica y aquello se convierte en el riff. Brian empieza a cantar y al poco llegan al estribillo, solo que esta primera vez omiten que sea cantado y simplemente lo frasean las guitarras. Vuelve Brian cantando a todo trapo y en seguida nos lleva, esta vez sí, a la primera entrega del estribillo, un visto y no visto, igual que la segunda, que nos conduce al solo, en la línea del tema veloz hasta ser casi trepidante. Volvemos al estribillo fugazmente y de ahí al riff que, finalmente, nos conduce a una versión más extendida y con variantes del estribillo con la que acaba el tema.

La cara B empezaba como los conciertos de la gira, con lo que fue el primer sencillo “Guns for Hire”. Un tema corto que abre la guitarra vacilona de Angus. La batería marca el momento de entrada del resto de instrumentos y aquello termina de estallar con la entrada de Brian, que nos conduce con maestría hasta el estribillo, bastante bueno y cantarín, todo sea dicho. Seguimos de la mano de Brian disfrutando del riff y enseguida estamos cantando otra vez el estribillo. Buen solo de Angus para enlazar de nuevo con el riff y, antes de que nos demos cuenta, el tema termina con una última pasada por el estribillo.

“Deep In the Hole” es otro medio tempo construido sobre la guitarra de Malcolm y el bajo de Cliff. Buen estribillo, con gran apoyo coral, como casi siempre, que enlaza de nuevo con el riff por medio de un punteo vacilón de Angus. Después de la segunda entrega de este, y para enlazar con la tercera, tenemos el solo de Angus, algo más pulcro y desapercibido de lo que acostumbra. Esta tercera entrega del estribillo se alarga más de lo habitual, con frases de Brian a las que responden fraseos de Angus, y con los que termina la canción.

“Bedlam in Belgium” es un tema que cuenta cómo casi se lía parda una noche en Kontich, cuando la policía pretendía que el concierto terminase abruptamente porque la banda, supuestamente, había ignorado un estricto toque de queda a las once de la noche. Musicalmente, el tema abre con una combinación de guitarra y platillos que da pie a la entrada del resto de la banda. Un riff sólido nos conduce de nuevo a otro estribillo corto y pegadizo. La estructura se repite y llegamos al segundo pase por el estribillo, bastante más largo que el primero y que desemboca en un solo rápido, breve y sin florituras, que a su vez desemboca en un estribillo con el que parece que todo va a acabar. Sin embargo, aquello arranca de nuevo durante otro minuto largo con un poco de todo, riff, estribillo, punteos, lo que haga falta.

El penúltimo tema del disco es “Badlands”. Empieza directamente con el riff de guitarra pero con mucho aporte de batería. Brian aporta un poco más de energía si cabe con su voz, de modo que recorremos el riff de su mano para llegar a un estribillo diferente y con menos apoyo coral de lo normal. Una leve variación del riff nos conduce al solo después del segundo estribillo, en la línea del disco, sin demasiados aspavientos, aunque alguno sí trae, y que nos devuelve a un nuevo estribillo con el que se cierra el tema.

La cara B terminaba con “Brain Shake”, otro tema rápido. Comienzo titubeante de guitarra y batería que al poco arranca. Algo después, entra Brian cantando a una velocidad que le viene al pelo. Casi sin darnos cuenta llegamos al estribillo, rápido y pegadizo, intercalando las líneas de voz con un fraseo de guitarra. Mediado el tema tenemos el solo, rápido en línea con el riff y que nos conduce al tercer y último estribillo, larguísimo y con fraseos ocasionales de guitarra que nos lleva al final del tema y del álbum.

En lo que a la recepción se refiere, el disco alcanzó un nada desdeñable puesto número 15 en el Billboard 100, así como el número 4 en las listas británicas. No sólo eso, también logró certificación de disco de platino en los EE. UU., triple platino en Australia, y la de oro en Francia, Alemania y Reino Unido.

Respecto a la prensa especializada, hay de todo. Rolling Stone, en la pluma de David Fricke, comentó que, "producido por la banda, ‘Flick of the Switch’ no es el monstruoso éxito que fue 'Back in Black', y el retoque de viejos riffs para nuevos éxitos por parte de Angus y Malcolm a veces parece autoplagio”. Todo lo contrario que el prestigioso periodista canadiense Martin Popoff, para quien el álbum recupera "la crudeza perdida durante los años de Mutt Lange", y lo convierte en “la cima de la era Johnson". Sin embargo, desde entonces ‘Flick of the Switch’ ha ido recopilando críticas benévolas hasta el punto de que en no pocos portales del género se incluye como uno de los mejores discos de 1983, un año cargado de buenos discos.

Después de leer esto, vosotros diréis: "¿Y entonces, dónde está el problema?" Pues es que a mi juicio no hay problema. A mi modo de entender, el disco no cayó en gracia a los directivos de la Atlantic y a partir de ahí empezó todo. Se negaron fondos para el acabado de la portada y tuvo poca y mala promoción. De hecho, en España salió como disco de “importación”, y digo importación entre comillas, porque no era una importación de verdad, de las que te tenías que ir a buscar el disco a una tienda especializada. No, nada que ver, lo encontrabas en El Corte Inglés, pero "doscientas calas" más caro que un disco normal, lo que venía a ser casi un treinta por ciento de incremento sobre el precio habitual de los discos.

También se ha especulado mucho con que el disco refleja la inmadurez de Malcolm y Angus como productores, ya que era una función que nunca habían llevado a cabo. Nada más lejos de la realidad, los Young produjeron el disco que querían y absolutamente todo lo hicieron aposta, el volver a las letras crudas y sexistas, los riffs simples, etc.

Todo esto lo atestigua Barry Harris, el que fuera assistant engineer del disco: “Después de trabajar con Mutt Lange, creo que Mal y Angus sabían lo que no querían que fuera ese disco. En mi opinión, nunca ha habido una pareja de maestros musicales como Mal / Angus y Mutt Lange, que abordan su oficio desde una ideología más opuesta.

En AC/DC se trata de machacar y ponerse manos a la obra, mientras que Mutt es un perfeccionista sónico con fama de llevar a los artistas al límite en el estudio. Todos conocemos la historia de Def Leppard. Así que creo que pueden haber oscilado el péndulo de la producción un poco demasiado lejos, en la dirección opuesta en su deseo de volver a lo básico en 'Flick'”.

Para terminar, simplemente quiero decir que, si te gusta AC/DC, ‘Flick of the Switch’ te gustará. Seguramente no sea tu disco favorito de la banda, pero tampoco el que menos te guste. Su crudeza le hace ser un disco con cien por cien sonido eisi, letras eisi, y rollo eisi, en definitiva. Y mucho mejor que hacer caso a lo que te cuenten, hayas oído o hayas podido leer, será que te formes tu propia opinión. Que lo disfrutéis y… ¡feliz cuadragésimo aniversario a ‘Flick of the Switch!

F. J. Villasante

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