Crónicas
Camel: Ambrosía sonora
«Una banda que se nota muy compenetrada, con un gran trabajo detrás y con muchas ganas de seguir dejándonos sus credenciales dentro del universo progresivo»
3 septiembre 2018
Sala But, Madrid
Texto: José Luis Martín Fotos: Nerea Ramos
Tras haber visto a Camel por primera vez hace quince años en la desaparecida sala Macumba, en la que fue anunciada como gira de despedida, presentado su trabajo 'A Nod and a Wink', y más recientemente hace cuatro años, en el teatro Apolo, el fenómeno de Andy Latimer, alma mater de la banda, se asemeja al personaje cinematográfico de Benjamin Button, pareciendo rejuvenecer con el paso del tiempo, y nos deja impresionados con su clase y su talento con actuaciones como la de esta noche.
Quizás alguna bendita casualidad (recintos ocupados en la capital) hiciera que en esta gira, que pasó en nuestro país por Jerez y Barcelona, no se utilizara en la capital un teatro para esta actuación, y cuánto nos alegramos de ello. Aunque su música está concebida para disfrutarla en espacios escénicos con una acústica apropiada y una comodidad para los espectadores, lo que vivimos en la sala But será algo inolvidable. El tener al público más encima arropando y dando calor a los músicos, siguiéndoles a instancias de un Latimer muy comunicativo y entregado (no nos olvidemos que, al inicio de la gira, realizó algunos conciertos sentado en una silla por sus problemas de espalada), consiguió crear un clima en la sala difícil de igualar, donde había momentos que el silencio se cortaba con un cuchillo, para estallar en grandes ovaciones al final de cada tema.
No nos cansaremos de reivindicar el papel de Camel como uno de los grupos pioneros del rock progresivo y uno de los pilares del género junto a Pink Floyd, ahora con la bicefalia de David Gilmour y Roger Waters, King Crimson (recientemente hemos podido comprobar el magnífico estado de forma de estos dos últimos), Genesis, de los que se rumorea su vuelta a escena, y los añorados Yes, que llevan mucho tiempo sin visitarnos.
El concierto estaba dividido en dos grandes actos, en el primero se iba a interpretar al completo su cuarto trabajo en estudio 'Moonmadness', realizado en 1976 y objeto de esta presente gira; y en el segundo se tocarían los grandes éxitos posteriores al citado álbum.
Pasaban tres minutos de las nueve de la noche cuando los músicos fueron ocupando sus posiciones mientras sonaba la intro "Aristillus". El guitarrista Andy Latimer a nuestra derecha, el bajista Collin Bass en el centro, el teclista y saxofonista Pete Jones en la izquierda, y el batería Denis Clement en la parte posterior.
Desde la inicial "Song Within a Song" pudimos comprobar el excelente sonido que iba a presidir toda la actuación, escuchando con perfecta nitidez cada instrumento, donde el trabajo previo de la banda junto al técnico de sonido iba a tener un papel determinante.
Nos quedamos en esta primera parte con la extraordinaria "Another Night", con el impresionante solo de saxo de Jones, un músico invidente que estuvo inmenso durante toda la noche también con el teclado y las voces. Y también destacamos la sensibilidad, el buen gusto y el feeling con los fraseos de guitarra de Latimer en "Air Born", alternando su labor con la flauta, que levantó la admiración de los allí presentes.
Tras un descanso de veinte minutos, muy bien aprovechado por Latimer que volvió con un abanico ante el calor reinante en la sala, iban a volver con las pilas cargadas para interpretar la intrincada y magistral "Unevensong" de su disco 'Rain Dances'. Se sumergieron en pasajes más introspectivos con "Hymn to Her" de 'I Can See Your House From Here' y con "End of the Line" de 'Never Let Go', para volver a ritmos más intensos con "Coming Home" de 'Nude', en la que Latimer conseguía transmitirnos esas magníficas sensaciones con sus punteos limpios, llenos de calidez, y su música embriagadora.
Tras "Rajaz", donde Jones volvió a levantar la admiración por su destreza con el saxo, pasaron a la extensa y cautivadora "Ice" que sonó de forma majestuosa.
Para la parte final nos dejaron dos piezas de ‘Dust and Dreams’ como la enérgica "Mother Road" y la sinfónica "Hopeless Anger", destacando en esta parte el gran trabajo de Clement con su manejo de las baquetas.
La despedida momentánea fue con la emotiva "Long Goodbyes" de 'Stationary Traveller', alternándose Jones y Bass en las voces, donde fluye más el sonido AOR que el progresivo, pero que juega un papel trascendental en el ceremonial que Camel oficia con sus fieles seguidores.
Tras una larga ovación, la vuelta fue para ofrecernos la guinda final de esta ambrosía sonora, como la excelsa "Lady Fantasy", que consiguió que el público tarareara la música y los solos, creando un ambiente impresionante con la sala totalmente entregada.
En esta ocasión, el solo de teclado original del fallecido Peter Bardens lo iban a cambiar por uno de saxo de Jones, que estaba en estado de gracia. Era el resumen de una formación capaz de embarcarnos en un fascinante viaje por esos pasajes sonoros, donde las melodías, el virtuosismo instrumental y el crescendo musical de canciones intemporales, quedarán grabadas eternamente en nuestras retinas.
Habían pasado casi dos horas de concierto y la ovación para despedir a una banda que se nota muy compenetrada, con un gran trabajo detrás y con muchas ganas de seguir dejándonos sus credenciales dentro del universo progresivo, duró varios minutos.
Set list:
Intro: Aristillus
Song Within a Song
Chord Change
Spirit of the Water
Another Night
Air Born
Lunar Sea
Unevensong
Hymn to Her
End of the Line
Coming of Age
Rajaz
Ice
Mother Road
Hopeless Anger
Long Goodbyes
Lady Fantasy
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1 comentario
Totalmente de acuerdo con tu crónica del excelente concierto ofrecido por Camel en la sala "But", al que asistí y que considero el mejor que he visto en décadas, junto al de King Crimson el 22-11-16 en el Palacio Municipal de Congresos.
La formación actual de Camel es sencillamente magnífica; capitaneada por un Andrew Latimer en estado de gracia y con el gran descubrimiento del soberbio multiinstrumentista invidente Pete Jones.
Una noche mágica e inolvidable con un Latimer emocionado y con los ojos encharcados de lágrimas, ante un público entregado que le ovacionaba y le animaba a seguir adelante. Música hechizada y hechizante, en cuyos acordes pervive el espíritu de aquel genio irrepetible que se nos fue, Peter Bardens.