Nunca me gustó demasiado el estudio de la química, esas fórmulas engorrosas, esos cálculos interminables, ese barullo de átomos, moléculas, compuestos y reacciones. Que sí, que son muy útiles, esenciales, pero no eran lo mío. Siempre fui más de la otra acepción de la química, la humana, ese vínculo emocional