De unos años a esta parte hay que rebuscar entre los más sórdidos rincones para encontrar vestigios de actitud políticamente incorrecta en una pacata sociedad en la que ofende casi todo. Con el delirio habitual de los conversos se pretende regular asuntos tan intangibles como la intimidad entre dos personas
Que en las actuales circunstancias restrictivas se sigan programando eventos debería merecer un aplauso monumental. Y más cuando seguramente somos el único país de Europa en el que los conciertos todavía se hacen sentados. Nos llegan imágenes de bolos abarrotados de peña en Reino Unido o al otro lado del