STEVEN WILSON AND BAND: GENIO DEL PROGRESIVO CONTEMPORÁNEO

12 noviembre, 2013 1:11 pm Publicado por  4 Comentarios

Hotel Auditorium (Centro de Congresos Príncipe Felipe), Madrid

Steven Wilson, músico y productor ligado a múltiples proyectos –entre otros, Porcupine Tree, No-Man, Bass Communion, Blackfield o Storm Corrosion-, lleva unos cuantos años demostrando su maestría, y así lo pudimos apreciar en su esperada y extraordinaria actuación en Madrid. En un principio, los aficionados al buen progresivo en general y al universo Wilson en particular observaron que el artista londinense no incluía a España en la gira de su último lanzamiento, ‘The Raven That Refused To Sing (And Other Stories)’. Al final el tour pasó por Madrid y se eligió un escenario acorde al evento: un auditorio donde poder disfrutar del concierto cómodamente, con una buena visibilidad, una cuidada escenografía y una óptima calidad de sonido.

El líder de Porcupine Tree, banda que en la actualidad mantiene parada puesto que está centrado en su carrera en solitario, se encuentra en un gran momento. Así lo demuestra su tercer disco ‘The Raven…’, un cohesionado, bello y sofisticado trabajo que homenajea al prog setentero, siendo su productor Alan Parsons. Wilson siempre ha tenido predilección por la época dorada del rock progresivo, ha remezclado trabajos clásicos de Jethro Tull, King Crimson, Emerson, Lake & Palmer o Yes, y con su último disco ha dado un nuevo paso respecto a sus dos referencias anteriores en solitario. Para dar forma a estas ideas se ha rodeado de un elenco de lujo, que pone a su servicio una destreza superior a favor de unos temas donde la emoción tiene una presencia destacada.

Más o menos a la hora prevista, una gran pantalla proyecta un vídeo con un plano fijo de una calle algo insulsa, en la que vemos una pared de ladrillo rojo. Una inquietante y expansiva música es la banda sonora y por la imagen, que parece la de una cámara de seguridad, pasa gente distorsionada, en una especie de metáfora sobre el paso del tiempo, la vida y la muerte. Tras pocos cambios de plano y algunos efectos, aparece un músico callejero muy abrigado, que imaginamos es Wilson. Éste se toma su tiempo para prepararse y comienza a interpretar “Trains”, el magnífico tema de Porcupine Tree, mientras sale al escenario el propio Steven descalzo, como es habitual en sus directos, y armado con una guitarra acústica. La reacción del numeroso público fue un jubiloso estruendo ante una presentación original y efectista, a la que yo pondría un pero, la excesiva duración del vídeo, cerca de 20 minutos.

“Luminol” descarga con fuerza, presentando un sonido con algo de saturación en las partes más robustas, que irá equilibrándose a lo largo de la noche. Una composición extensa, con influencias de jazz-rock, en la que se puede apreciar el potencial de la banda, la misma que grabo ‘The Raven That Refused To Sing (And Other Stories)’, salvo el batería Marco Minnemann, que aquí es sustituido por Chad Wackerman, otro excelente percusionista que cumple bien su función. El hecho de que varios músicos de la actual banda de Wilson se muevan en el jazz resulta interesante, por su citada habilidad y su sensibilidad, precisión y capacidad de aportar matices. Sin embargo, poco hubo de improvisación en este concierto, en el que la ejecución fue bastante fiel a las versiones de estudio, aunque también pudimos observar algunas variaciones, como las que introdujo el veterano teclista Adam Holzman en el mencionado tema, que según avanza explota con un mellotron muy crimsoniano a manos de Wilson.

 El delicioso y relajado “Postcard” inició la representación de ‘Grace For Drowning’ (2011), dando paso a otro temazo reciente como es “The Holy Drinker”, con un arranque espectacular, teclados muy presentes, bajo profundo de Nick Beggs, guitarra afilada de Guthrie Govan, batería persistente de Wackerman (en esta ocasión sí que eché un poco en falta a Minnemann), o la intensidad y elegancia de Theo Travis con el saxofón. También debemos indicar la buena labor vocal de Steven Wilson aquí y a lo largo de todo el concierto.

 Tras esto Steven se dirigió por primera vez al público, agradeciendo su presencia, mostrándose orgulloso de compartir escenario con estos grandes instrumentistas e incluso bromeó con Guthrie, al que pedía que pusiera música a ambientes que le indicaba, como por ejemplo un bosque solitario. Donde sí que tuvo verdadero protagonismo el guitarrista fue en la preciosa “Drive Home”, primero con el slide y después con retazos de jazz y un solo excepcional. El emotivo vídeo de Jess Cope junto al resto de instrumentación, entre ellas una guitarra acústica muy sonorizada de Steven, provocaron una ovación enorme.

 Llegó el momento de uno de los dos temas inéditos que están presentando y que, según Wilson, cambia de título en cada actuación. Una composición estupenda de unos 15 minutos de duración que comienza de manera misteriosa con percusión electrónica, sigue con una flauta exótica de Travis, efectos sintetizados de cuerdas y un pasaje más rockero, donde la oscuridad queda sacudida por un break tremendo, dando paso a una avalancha de riffs metálicos con brillantes transiciones de velocidad y reposo. Acompaña al tema una proyección que mostraba imágenes de la escuela, con niños y símbolos religiosos, que debe interpretarse en clave crítica.

 Los músicos se retiraron cinco minutos y cayó sobre el escenario un telón semitransparente que serviría de pantalla para imágenes, como el turbador primer plano de una anciana, antes de dar paso a “The Watchmaker”, tema espléndido donde se aprecia la influencia de Genesis. Desde su comienzo se nos pusieron los pelos de punta con un sonido cristalino, magníficas intervenciones de Travis a la flauta y Govan a la guitarra -en parte diferentes a la versión de estudio-, inspiradas teclas de Holzmann, un breve “duelo” entre Beggs y Wilson con el bajo, la imponente pegada de Wackerman o una de las escenas finales, con Steven captando todas las miradas. Todo ello complementado con juegos de luces y sombras y proyecciones sobre la cortina.

 “Index” y el instrumental “Sectarian”, de ‘Grace For Drowning’, ambas con Nick Beggs al Chapman Stick, sonaron francamente bien, suponiendo un cambio de registro respecto a la pieza anterior. De nuevo apreciamos el equilibrio conseguido entre una música sensible y poderosa y una puesta en escena efectiva, sobre todo en el segundo tema con otro impresionante despliegue visual, culminando con la caída de la lona, que causó aplausos y gritos. En un bonito gesto Wilson pidió al público que se levantara de sus butacas y se acercara al escenario, transformando parte del auditorio en un recinto más parecido a una sala de conciertos al uso. Desde mi posición se tenía una buena vista del grupo rodeado de aficionados y proyectadas con un cañón de luz las sombras de su líder y del guitarrista sobre la pared. “Harmony Korine”, de ‘Insurgentes’ (2009), precedió a otra breve charla de Wilson, en esta ocasión sobre el melotrón, un instrumento simbólico del rock sinfónico y progresivo, que cumple 50 años. Para ello se valió como cómplice a Adam Holzman, con breves guiños al “Strawberry Fields Forever” de los Beatles y al “In The Court Of The Crimson King” de King Crimson.

 La actuación se alargaba y continúo con una versión acortada del ecléctico instrumental “Raider II” (en estudio dura 23 minutos), con alternancia entre sosiego y fiereza, ramalazos metálicos, efectos electrónicos y toques jazz-rockeros. Las imágenes del videoclip de “The Raven That Refused To Sing” mientras finaliza la anterior composición nos introduce en el hermoso y emocionante tema homónimo que cierra el disco y que gana en directo. Theo Travis se sienta al melotrón, luego se pasa a la flauta y el sonido global es increíble, pareciendo que nos arropa. Los músicos se retiran y tras los aplausos regresan a las tablas enfilando, ahora sí, la recta final del concierto. “Happy Returns”, la otra canción nueva, no sigue los derroteros vistos en otros temas, sino que muestra una cara más accesible. Mientras que el retorno al pasado tiene lugar con la querida “Radioactive Toy”, perteneciente al primer disco de Porcupine Tree, ‘On The Sunday Of Life’ (1991), que incluye pasajes psicodélico-progresivos.

 Sobre la pantalla unas caricaturas de los músicos junto a la indicación de los instrumentos que tocan despiden a unos hombres satisfechos del trabajo realizado y agradecidos por la entusiasta acogida de la audiencia. Una vez retirados de las tablas la música sigue sonando, concretamente una pieza instrumental aletargada y expandida, junto a imágenes de paisajes. Algunos aficionados, todavía hechizados por lo que habían visto y escuchado durante casi tres horas de espectáculo, se acercan al escenario para ver de cerca el arsenal instrumental que trae esta banda y se resisten a abandonar el auditorio. Es la magia que produce asistir a un maravilloso concierto de prog-rock.

 Texto: Borja Sánchez Mayoral  

Foto: José Luis Martín

Etiquetas: , , , ,

Categorizado en: ,

Esta entrada fue escrita por Redacción

4 comentarios

  • juandie dice:

    Según BORJA el fundador de PORCUPINE TREE arrasó en MADRID como nos tienen acostumbrados cada vez que visita la peninsula!!!

  • Francis dice:

    Muy de acuerdo con vuestra crónica del concierto.
    Gracias.
    Aquí tenéis alguna foto, un video y un comentario sobre el buen concierto de Steven Wilson en Madrid.
    http://enprimerafila.es/es/steven-wilson/

  • Anónimo dice:

    yo de este grupo estoy coleccionando todos sus dvd audios en sonido dts. es una pasada como suenan

  • insane kreator dice:

    Menudo conciertazo se marcó el genio y figura del Sr.Wilson, si ya flipé hace años con los Porcupine en directo, ahora lo ha sobrepasado, que artista. A ver si con su grupo Blackfied por Madrid para poder volver a disfrutar de este monstruo !!!!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *