Rock Fest Barcelona 2017: crónica de la primera jornada
4 julio, 2017 12:29 pm 1 ComentarioParc de Can Zam, Santa Coloma de Gramenet (Barcelona)
Cuarta edición del Rock Fest Barcelona, un festival que cada año progresa en su afán de mejora. En esta ocasión, destaca la colocación de césped artificial, las pantallas gigantes en el fondo de los escenarios y el equipo de sonido.
La primera novedad ha propuesto una mayor comodidad a la hora de soportar el tiempo de estancia de pie en el festival; la segunda, mayor disfrute visual de los shows; la tercera, más detalle en el sonido que se reproducía en cada uno de los conciertos que completaban un cartel que sigue destacando en su variedad y calidad. Otros aspectos destacados han sido la mejora en los baños, que aún distan de ser perfectos pero que progresan adecuadamente –otra cosa es lo que cada uno pensemos que es lo perfecto-, y la situación del Metal Market, situado en paralelo al espacio de los directos.
En cuanto a cosas a mejorar, y según las expresiones que pude captar de muchos de vosotros, encontramos la falta de esas mangueras que refrescaban a las horas más calurosas del día; aunque desde los ventiladores exteriores de las barras dispensaban leves pulverizaciones de agua, se notó la ausencia de las duchas con las que alivianar las horas de calor, que este año volvieron a ser muchas. Aunque el punto más criticado, y a mejorar, fueron los precios del merchandising, de las bebidas y la comida, más acordes con los salarios del norte de Europa que con los del centro y el sur. Sin embargo, personalmente aplaudo que una botella de agua de medio litro se proponga al popular precio de 1 euro. Otro punto a mejorar sería la posición de la carpa Rock Tent, excesivamente próxima a los escenarios paralelos, lo que hacía que en muchas ocasiones el sonido se colara en la carpa, que lógicamente contaba con un sonido inferior al de los escenarios principales, Stage Rock y Stage Fest. Y aunque personalmente sólo pude disfrutar en ella de la propuesta de Eclipse y parte de la de Reincidentes, las críticas sobre el sonido reproducido en la carpa fueron muy acusadas.
Por lo demás, el punto de agua para refrescarse –no para beber-, los servicios auxiliares de seguridad y primeros auxilios, y el dinamismo en los cambios de escenario fueron puntos a alabar durante los tres días en los que la cordialidad y el civismo volvió a demostrar que el espíritu del rock ‘n’ roll tiene en Santa Coloma de Gramanet su lugar privilegiado.
A pesar de que en la madrugada una fuerte tormenta descargó en Santako, el día iba a ser semi-despejado, caluroso y con una leve brisa que hizo más soportable la intensidad del calor que se vivió hasta que el astro rey dejó de brillar. El calvario que significa poder aparcar en las inmediaciones del festival y pasar por la kilométrica cola formada para acceder al recinto del festival, significó, a pesar de prever esa situación de manera anticipada, perderme las dos primeras actuaciones del día, Astral Valley y Pretty Maids.
Con algo de contrariedad por no haber podido disfrutar de las dos primeras propuestas, pero con perspectiva positiva, me aposté frente al Stage Fest para disfrutar de la entrega y esencia de unos Paradise Lost que, a pesar de la alta temperatura, supieron proponer un concierto entusiasta y efectivo, en el que los cortes más potentes se encajaron perfectamente con los más moderados. Con su líder y cantante Nick Holmes como gran baluarte en la expresión del quinteto británico, nos animaron con un set en el que “No Hope In Sight”, “Pity The Sadness”, “One Second”, “As I Die”, “Embers Fire”, “Beneath Broken Earth” o “The Last Time” se desbocaron para entusiasmo de unos fans que se quejaron de la temprana propuesta de una banda que demostró seguir en muy buena forma.
En su día, el anuncio de la incorporación de Queensrÿche en el cartel del Rock Fest fue una tremenda alegría. Había podido disfrutarlos tres años antes como cierre del primer día en el Sweden Rock y me parecieron absolutamente fascinantes. En el Rock Fest la historia volvió a repetirse. Con un Todd LaTorre pletórico y una agrupación que acuciaba el calor pero que correspondió a las perspectivas, el quinteto de Seattle no defraudó en un show en el que los grandes hitos de la banda reverberaron en nuestras gargantas hasta secarlas por completo. Hits como “Operation Mindcrime”, “Empire”, “Queen Of The Reich”, “Revolution Is Calling” o “Eyes Of A Stranger” hicieron grande un espectáculo que acabó antes de su timing, pero que nos dejó muy buenas sensaciones. Plato de lujo para repetir.
Volvían Angelus Apatrida y lo hicieron por méritos propios, por suerte a una hora algo más propicia para que las directrices y poder de su thrash old school renovase las buenas sensaciones que el recuerdo de las dos anteriores ocasiones anteriores, en las que los albaceteños habían exaltado a una audiencia entregada al 100%; entrega que se repitió entre muestras del headbanging, circle pits y un tímido wall of death que propusieron descargas como “Immortal”, “Vomitive”, “Of Men And Tyrants”, “Give ‘Em War”, “Corruption”, “Serpents On Parade”, “Thrash Attack” o “You Are Next”. Comunicativo y nuevamente celebrado show que demuestra la buena consolidación que Angelus siguen apuntalando. Que a nadie le extrañe si vuelven en la próxima edición.
Sabedor de que tenía claro que quería disfrutarlos en Santako, en el Sweden aparqué el ver a unos Metal Church que vuelven a contar con el expresivo Mike Howe, aquel que propuso la voz en discos tan destacables como ‘Blessing In Disguise’, ‘The Human Factor’ y ‘Hanging In The Balance’, poseedores todos ellos de una estructura que les apoyó en su para entonces ya concebido encumbramiento. En el Rock Fest, Howe se unió a la efectividad del tándem de guitarras que procesan Kurdt Vanderhoof y Rick Van Zandt para apisonarnos a base de firmes y poderosos momentos en los que el heavy, el power y el thrash se desprendieron desde “In Mourning”, “Start The Fire”, “No Tomorrow” o un esenciado “Watch The Children Pray” que disfruté de camino hacia la Rock Tent, lugar en el que quería disfrutar de la propuesta de unos Eclipse cuyo inicio de su concierto coincidió con la conclusión de unos Metal Church que siguen en plenitud de condiciones.
Mis ganas por volver a disfrutar del talento y el buen saber hacer de Erik Martensson y sus pupilos, y querer acreditar gráficamente su actuación, hicieron que me perdiese el final de Metal Church; no se puede estar en todas partes a la vez, aunque confieso que a veces me gustaría poder disponer de la pócima de la duplicidad…
Eclipse estuvieron muy en su línea, apasionados, entregados, firmes, comunicativos, efectivos y, sobre todo, convincentes. La carpa fue un hervidero de una entrega que se enlazaba desde el escenario hasta las últimas filas que se daban más allá del final de la cubierta. Directos, concisos y enervantes, propusieron un setlist cargado de hits divertidos y efectivos, perfectos para disfrutar cantando y saltando. “Vertigo”, “Wake Me Up”, “The Downfall Of Eden”, “Never Look Back”, “Bleed And Scream”, “Killing Me” o “I Don’t Wanna Say I’m Sorry”, por nombrar algunos de los momentos más destacados, hicieron brillar el hard rock como género. Martensson prometió regresar antes de final de año; cuento los días para volver a disfrutar de su gran directo.
Tras Eclipse, aún tuve tiempo de disfrutar de la crudeza y garra de los temas finales que los controvertidos y eficientes Soziedad Alkoholika estaban proponiendo en el Stage Fest, escenario sobre el que el quinteto de Vitoria descargaban su potente y desgarrador thrash/hardcore/punk que mantenía a la audiencia puños en alto y con un headbanging sin intermitencias. Aún resuena en mi cabeza el fin de fiesta con el “polémico” estribillo de “Nos vimos en Berlín”, con ese “Jodido cabrón” entonado a la máxima potencia. Lo que decía, no se puede estar en todas partes a la vez…
Tras la potencia de S.A. tocaba el turno de cambiar totalmente de registros y adentrarme en la parte más oscura de las propuestas del festival con los noruegos del ex Immortal Abbath. Sus shows suelen ser polémicos por su futilidad, dado que en ocasiones han llegado a durar solo unos minutos si el voluble cantante y guitarra así lo cree oportuno. En esta ocasión, el ofreció con los casi sesenta minutos previstos, pero en esta ocasión el que se abandonó el espacio frontal del escenario fui yo, eso sí, no sin antes tomar las fotos de Abbath escupiendo fuego y deambulando mientras su black metal se disponía en los explícitos “To War!”, “Winterbane”, “Ashes To The Damned” y “Warriors”. Tras estos, me dirigí a la carpa para disfrutar de unos cuantos clásicos de manos de unos Reincidentes que no contaron con un buen sonido, pero sí que sintieron el arropamiento de un público que disfrutó de lo lindo con esos himnos de letras crudas y directas. Sonó extraña, pero “¡Ay!, Dolores” siguió pareciéndome una de las mejores canciones que se hayan compuesto en la lengua de Cervantes. Y tras Reincidentes, una pequeña parada en la Motörtent, carpa dedicada a la memoria de Lemmy y sus Motörhead en la que los amigos de Motörhits daban buena cuenta a esos clásicos que siguen teniendo en nuestra memoria el mejor de los homenajes.
Nueva visita de los suizos Krokus, esta vez presentando su nuevo larga duración ‘Big Rocks’, disco que propone un viaje por la historia del rock a través de unas buenas versiones matizadas a través de la esencia vocal del maltés Marc Storace. En esta ocasión, nos propusieron un espectáculo repleto de sus grandes hits, algún rescoldo de su ‘Dirty Dinamite’ y unos cuantos clásicos que resonaron con eficiencia por parte de la formación y los fans. Con aspecto recobrado y mejor condición que el pasado año, el guitarra Fernando Von Arb volvió a brillar de manera prominente en los solos que apuntillaron temas como “Long Stick Goes Boom”, “American Woman”, “Screaming In The Night”, “Rocking In A Free World”, “Bedside Radio”, “Heatstrokes”, “Easy Rocker”, “Hoodoo Woman” y ese clásico del actual Nobel de literatura, Bob Dylan, “Quinn The Eskimo (The Mighty Queen)”, que estuvo apuntalado por cuatro guitarras, al contar con la colaboración sorpresa de Leo Leoni (Gotthard). ¡Nos recordó al desaparecido Steve Lee! Otra buena actuación de una banda que sigue teniendo suficiente punch como para seguir dejándonos sin aliento.
Estábamos llegando a la parte final del día y aún quedaban muchas horas y muchas sensaciones para su conclusión. El cansancio de las horas y el calor del día se iban reponiendo gracias a un ambiente que con la caída del sol había refrescado y eso, junto a las buenas sensaciones musicales, ayudaba a mantenernos vivos, animosos y despejados. Fueron culpables Running Wild, que contaron con un buen número de seguidores internacionales apostados en primera fila, de los que brasileños, mexicanos, griegos y franceses eran los más destacados. Con una legión de fans ávidos de los míticos himnos de los piratas del heavy metal espoleando a un incombustible Rock n Rolf, el bolo del Rock Fest fue mucho más celebrado que el que pude vivir en el Sweden de este año. “Fist Full Of Dynamite”, “Rapid Foray”, “Souless”, “Locomotive”, “Running Wild”, “Under Holy Roger”, “Stick To Your Guns” o “Conquistadores” contaron con mayor fuerza y expresividad, lo que consiguió una fiesta digna de ser reproducida en varias ocasiones.
Pasaban ya unos diez minutos de la una de la madrugada cuando Tobias Sammet surgió con una propuesta indeleble al tiempo gracias a unos fans a los que no les importa cuántas veces hayan disfrutado de esta obra magna que es Avantasia. Con un elenco de vocalistas que sigue sorprendiendo, Tobias tuvo que “improvisar” para no cancelar, según él mismo relató, y es que la salud y el estado de forma es algo inherentemente incontrolable. Su propuesta se engalanó por la inclusión de un invitado de lujo, un Geoff Tate que falló en algún momento, pero que supo constreñir la baja de Michael Kiske con mucha dignidad. Mención aparte la del ajado Ronnie Atkins, que estuvo irregular y falto de potencia vocal más que de actitud. Desde otro ángulo, y tampoco en su mejor estado de forma y voz, estuvo un Jorn Lande cuyos registros agudos cada vez se parecen más a los del añorado R. J. Dio. Con mucha solvencia y apasionamiento en los coros y las partes allegadas a lo más melódico estuvo la diva Amanda Somerville, siempre nítida, apasionada y efectiva. En la parte masculina de los coros estuvo un ya clásico Herbie Langhans que como corista estuvo al nivel, pero que sólo cumplió sin más en las partes en las que le tocaba mostrarse como solista. El ámbito vocal también tuvo en el guitarra Oliver Hartmann su parte más chic aportando su voz en “Dying For An Angel”. Y el mejor de largo, el más pasional y fino, el maestro que hasta se atreve con el power metal dejando su propio pabellón bien alto, fue el incombustible y entrañable Bob Catley. ¡Ah! Y desde luego que Tobias dio la talla en todo momento.... incluso se cortó a la hora de sus consabidos monólogos para ir más al tajo, aspecto que personalmente agradecí y mucho. Con estas premisas vocales, Tobias enlazó dos horas de profundidad musical en las que la fuerza de los fans daban mayor ímpetu a unos temas que resolvieron con buena nota un concierto; y es que la propuesta reposa en el alma de unos seguidores que, sin discrepancia, se dejaron el todo por el todo al apoyar piezas como “Mystery Of A Blood Red Rose”, “The Scarecrow”, “Promised Land”, “Dying For An Angel”, “The Story Ain’t Over”, “Farewell”, “Avantasia”, “Runnaway Train”, “Lost In Space”, “Sign Of The Cross”. A pesar de la tardía hora y el cansancio acumulado, la de Avantasia fue una propuesta que excusó la hora en la que para mí finalizó el intenso y bien disfrutado primer día de festival.
Texto: Josep Fleitas
Fotos: Íñigo Malvido
- ¿Se unirá Axl Rose (Guns N' Roses) a la gira próxima gira de AC/DC? Muchos dicen que sí - 21 noviembre 2024
- Crónica de Sum 41 + Neck Deep en Barcelona: Una despedida a su manera - 21 noviembre 2024
- Crónica de Chino Banzai + Shalom + Davil Fantasies en Madrid: Trío de ases - 21 noviembre 2024
1 comentario