MCD: NADA HA CAMBIADO

Sala Rock Star, Barakaldo

Por más que pasen los años parece que siempre perdurarán las actitudes cerriles que se resisten a extinguirse cual inmundas cucarachas. Aquella astracanada de ‘muera la inteligencia’ que pronunció el infame golpista Millán-Astray nada menos que en una universidad ha cobrado plena vigencia si nos da por mirar un poco alrededor y ver en qué cachondeo se está transformando todo esto: un país, ya no de ciudadanos con derechos y obligaciones, sino de súbditos a los que no les queda otra que obedecer los designios del señor feudal de turno, y ojo con rechistar.

Por eso, más allá de la lectura cómica del asunto, que las leyendas del punk vasco MCD irrumpieran a escena ataviados con parafernalia militar no era para nada casual. Y más cuando todavía tenemos que soportar a trogloditas que amenazan con consejos de guerra o con intervenir en virtud a ese artículo de la Constitución insertado para agradar a los del brazo en alto que encomienda a las Fuerzas Armadas la defensa de la integridad territorial. ¿Democracia vigilada?

Casi a las puertas del nuevo año, el tema de la asistencia era un tanto dudoso, con la mayoría pensando en los festejos de Nochevieja, regalos y cosas típicas de esas fechas, pero hay que tener en cuenta que se trataba de una ocasión especial, y quizás irrepetible, pues los bilbaínos contarían a la voz con Rockan, su mítico cantante entre 1978 y 1994. Y pese al desolador panorama inicial, la peña respondió con un entusiasmo desbocado hasta conseguir que la cita no pasara ni mucho menos desapercibida.

Los teloneros Esteka, con su hardcore punk, no desentonaban en el espíritu combativo de la velada y sirvieron para que el personal fuera abarrotando la sala con cuentagotas, mientras ellos descargaban cortes tipo “Arde París” con una foto de Iñigo Cabacas de fondo, el aficionado del Athletic que murió a consecuencia de un pelotazo de goma fortuito de la Ertzaintza. Quizás se mostraron un tanto reiterativos con su propuesta de caña burra sin contemplaciones, aunque en su condición de aperitivo punkarra tampoco se lo montaron mal a las tablas.

Con motivo del 25 aniversario de su debut ‘Bilboko Gaztetxean’, MCD habían preparado un repertorio intachable de hasta 30 canciones que se inició con “Terrorista” y la ya mencionada estética militar. El cantante Koldo, encapuchado y con casco, no tardó en acompañar a la voz al invitado Rockan, con camiseta futbolera del Barakaldo, y que cosechó de primeras una ovación inmensa, atronador en este aspecto resultó el estribillo de “Puta Cerda”.

Aquí daba igual que ambos voceras no interpretaran armonías como los ángeles o que se escuchara más a Rockan que a Koldo, era un bolo punk, no cantos gregorianos, así que ese tipo de consideraciones estaban totalmente fuera de lugar. ¿Quién se iba a acordar de semejantes nimiedades con himnos del calibre de “Pánico en las Calles” o un “Bilbao, Mierda, Rock N’ Roll” entonado puño en alto a pleno pulmón por la muchedumbre?

Tenían al público en el bolsillo y no había intención de que la cosa decayera, de eso se encargaba “No hay libertad de expresión”, su adaptación del “(I’m Not Your) Steppin’ Stone” que popularizaran The Monkees y más tarde Sex Pistols. Una pieza básica en la trayectoria del combo, sobre todo a raíz de aquel intercambio de cartas en un conocido periódico entre el propio grupo y unos bienpensantes indignados por la supuesta naturaleza ofensiva de sus letras, que suenan igual de provocadoras a día de hoy décadas después. Está claro que por mucho que nos vendan la moto de la democracia y tal todavía siguen existiendo muchos temas tabú que uno no debe tocar bajo peligro de ser linchado verbalmente por los integristas, ahí están por ejemplo las siempre polémicas banderas que ponen a la peña espadas en alto.

Otro de los aciertos del recital fue que no existían ni pausas, ni remansos de paz ni chácharas interminables, rock n’ roll y punto, como debe ser. Imperaban asimismo los clichés punkis y Rockan escupió antes de que cayera sobre el escenario una lluvia de escupitajos. Ni decir que abajo entre el público los pogos eran de impresión, el grado de entrega de la afición no aminoró en ningún momento y alcanzó picos considerables en “Asesino a Sueldo”, “Sucio Amor” o la inevitable versión del himno del Athletic, todo un cántico religioso aquí.

Y sin apenas darse cuenta llegaban los bises con el clásico “No Más Punkies Muertos”, una de sus primeras cartas de presentación originaria de ‘Condenados a Luchar’,  aquel disco compartido junto a Zer Bizio? y otras bandas en la órbita del llamado ‘rock radikal vasco’. Y precisamente para homenajear a ese movimiento que cambió el panorama musical de la península se marcaron un soberbio e inesperado “Enamorado de la Muerte” de RIP. Ya que en el exterior se recogían firmas para conceder una calle en Santurtzi a Jualma y Iosu, si se hubieran atrevido con una de Eskorbuto ya lo habrían bordado.

No decepcionaron con el rock n’ roll macarra de “No Hay Sitio Para Ti” antes de centrarse en las pasiones noctívagas en “Barrenkalle” y el colofón etílico “Entre Borrachos”, con Koldo llevado de un lado a otro en volandas por la marabunta. Tal y como afirmaron al salir a escena, nada ha cambiado, ni la entrega desbordante de sus seguidores, ni las mentes obcecadas de las fuerzas vivas, ni por supuesto el buen hacer en directo de estos bilbaínos que ya deberían ser una institución del panorama estatal. Un conciertazo de tomo y lomo.

Texto y foto: Alfredo Villaescusa

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