MARTY FRIEDMAN: LA ENERGÍA DEL SOL NACIENTE
16 mayo, 2011 10:57 am Deja tus comentariosSala Heineken, Madrid
El hombre que vino del sol naciente, llegaba a nuestro país con un halo de misterio sobre el repertorio que nos iba a ofrecer y con una banda de la que no conocíamos nada, salvo que los músicos eran nipones y que tenían el beneplácito del propio Friedman. Para el que a estas alturas no lo sepa, Marty Friedman vive en Japón, en Shinjuku (Tokio), aunque constantemente está viajando por todo el mundo dando seminarios, master class y colaborando con músicos de distintos estilos, desde el Rock al Pop japonés, Psicodelia, New Age y música tradicional nipona como Enka o Gagaku. Después de dejar Megadeth a finales de 1999, Friedman decidió dar un vuelco a su carrera buscando nuevas sensaciones y afrontó la inmersión en la cultura oriental japonesa estudiando la música autóctona y compartiendo experiencias con artistas locales. Actualmente, Friedman habla un fluido japonés, tiene su propio programa de televisión, escribe en una de las principales revistas musicales del país y es columnista de un periódico nacional, demostrando una integración en el país y la cultura japonesa como pocos.
Antes de ver al guitar heroe de Washington, los madrileños Inordem tuvieron ocasión de presentar sus credenciales ante un escaso público que iba llegando a la sala poco a poco. Después de sufrir varios cambios en la formación y endurecer su sonido, de un Heavy Metal inicial a unas tesituras más Thrash, afrontan una nueva etapa con un cuarto disco a punto de aparecer en el mercado. Durante su pequeña actuación, sonaron “Indomable”, “La miseria”, “Intacto 1 y 2”, “Yo no quiero tu paz (americana)”, “El martillo de las brujas” e “Inmortal”.
A las 21:30 en punto salió Marty Friedman al escenario acompañado de unos músicos veinteañeros japoneses como el bajista Ryota Yoshinari, el guitarrista Takayosi Ohmura -que portaba una llamativa guitarra rosa purpurina y un pañuelo kamikaze anudado en una pierna- y el batería Mitsuru Fujisawa que físicamente era un cruce entre Marilyn Manson y los actores del teatro japonés kabuki.
El repertorio que nos ofreció el guitarrista americano se basó en su carrera en solitario, para desgracia nuestra no cayó nada de Cacophony, ni de Megadeth, aunque hubo un pequeño guiño con “Tornado of souls”. Los cuatro pilares de su actuación fueron sus álbumes ‘Music for speeding’ -del que sonaron “It's the unreal thing”, “Gimme a dose”, “Cheer girl rampage” y “Ripped”-; ‘Loudspeaker’ -eligiendo “Street demon” con la que abrieron su show, "Elixir”, “Stigmata addiction” y “Devil take tomorrow”-; y ‘Tokyo jukebox’ -disco en el que Friedman refleja su admiración por el país asiático, como en “Amagigoe”, “Tsume, tsume, tsume”, “Yuki no hana” y “Kaeritaku Nattayo”-.
De su último trabajo, inédito por estos lares, ya que solo se ha publicado en Japón y que podía conseguirse en el puesto de merchandising, nos presentó tres canciones: “Picture”, “Time to say goodbye” y el tema título con el cerraron una soberbia actuación, “Bad DNA”, después de dos horas encima del escenario. De su ópera prima ‘Dragon's kiss’ rescataron un par de temas, “Dragon mistress” y “Thunder march”, llegando incluso a recordar un trabajo muy intimista como ‘Scenes’ con la canción “Angel”.
Toda la actuación se desarrolló con una fuerza muy intensa, con una banda que a pesar de su juventud sonó atronadora, acercándose en algunos momentos al punk. El batería Mitsuru Fujisawa demostró unas excelentes cualidades, muy espectacular y con una gran pegada, con gran histrionismo en su expresión facial, acompañado por un bajista muy efectivo y con gran movilidad como Ryota Yoshinari, que además se cantó la única canción de la noche que no fue instrumental y en japonés, y que sirvió para homenajear a este país después de los fatídicos terremotos que sufrieron. Takayosi Ohmura, el otro guitarrista, fue el perfecto complemento de un inmenso Friedman que dio todo un clinic de larga duración, lleno de garra, intensidad, destreza y con un dominio asombroso de la técnica con las seis cuerdas, donde el uso de arpegios en las escalas que toca han sido toda una escuela para las nuevas generaciones. A punto de cumplir el medio siglo de existencia, Friedman se mantiene en una gran forma y se le nota que disfruta realizando conciertos como el que pudimos ver. Por ponerle un pero, tenemos que decirle que en deferencia a sus fans que estaban como locos por hacerse una foto con él, no es de recibo remitirles a un “meet & greet” en el que tenían que pasar por caja dejándose 50 euros, que después de pagar una entrada nos pareció un auténtico pasote. Larga vida a Friedman, pero sin discriminaciones y menos por temas económicos.
Street demon
It´s the unreal thing
Amagigoe
Ballad or the Barbie bandits
Tsume, tsume, tsume
Elixir
Stigmata addiction
Gimme a dose
Cheer girl rampage
Ashes to ashes/Tornado of souls
Devil take tomorrow
Letter/Picture
Novocaine kiss/Angel
Salt in the wound
Ripped
Yuki no hana
Kaeritaku nattayo
Dragon mistress
Time to say goodbye
Thunder march
Bad DNA
Texto y fotos: José Luis Martín
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