MARK LANEGAN: LA DISCO TRISTE

13 marzo, 2015 11:40 am Publicado por  1 Comentario

Kafe Antzokia, Bilbao.

El placer de la novedad es algo embriagador que a veces altera por completo la percepción de las cosas. No es lo mismo disfrutar de una experiencia por primera vez, con los sentidos en plena alerta, que volver a revivir sensaciones ya conocidas por muy gratas que estas sean. De sobra es sabido que la costumbre a la larga conduce al tedio y lo antaño deslumbrante, va perdiendo poco a poco su fulgor.

Ese no es el caso empero del ex-Screaming Trees Mark Lanegan, que después de coincidir con él en festivales conjurandintlanegano a las tormentas o en reducidos espacios rebosantes de calor humano, sigue conservando la habilidad necesaria para hacerte sacudir el espinazo por muchas veces que le hayas visto. Y es que para cualquier fan del malditismo resulta complicado resistirse a su pose cabizbajo y apesadumbrad; a sus roncos “thank you”, que más que un agradecimiento parecen la bendición divina de un profeta, o al ambiente sepulcral de muchas de sus composiciones.

Su tirón de convocatoria permanece intacto, abarrotando recintos hasta la bandera con un público mayoritariamente madurito, vestido elegante y que a buen seguro no se prodiga demasiado en espectáculos de esa índole. “¿Hace cuánto tiempo que no venías a un concierto?”, escuchamos desde la retaguardia. Tampoco era raro observar a tipos bailar de forma peculiar como en los vídeos de Nick Cave.

Por motivos laborales no conseguimos llegar para los primeros en liza The Faye Dunaways. Únicamente alcanzamos a catar unos pocos temas de Duke Garwood, que a tenor de lo contemplado, quizá fueron hasta demasiados, pues aburrió hasta a las piedras. Ya habíamos visto en el pasado a este cantautor crepuscular en la línea del protagonista de la velada, pero sin la garra de este último, por lo que ni nos sorprendió, ni tampoco decepcionó al saber ya de antemano lo que ofrecía. Un domingo de resaca mortal podría ser tolerable.

Con esa habitual iluminación tenue, suplicio para fotógrafos, el gigantón Mark Lanegan se aposentó apoyado en el micrófono cual Jim Morrison decadente y, valga la ironía, incitó a apagar las luces en la letra de “When Your Number Isn’t Up”, una intlanegan2opción recurrente para iniciar sus recitales. Basculando entre lo intimista y la electricidad, como nos tiene acostumbrados, ofició en formato minimalista en el tramo inicial, acompañado únicamente por un guitarrista, y fue ganando progresivamente ímpetu, en una suerte de in crescendo finiquitado con las piezas más contundentes.

En un movimiento que pilló descolocados a críticos y público en general, ha publicado hace apenas unos días un disco de remezclas de su anterior trabajo de estudio ‘The Phantom Radio’. Y eso se vio también reflejado en el directo, en los toques electrónicos de “Floor of the Ocean” o “Torn Red Heart”, donde las chicas se movieron ligeramente y que lo mismo podrían sonar en una sesión gótica aperturista. La verdad es que se agradecieron estos golpes de timón para romper la dinámica del show.

Pero el Lanegan de siempre estaba presente en “Gray Goes Black” o los resabios de su pasado grungero “Hit The City” o “Riot In My House”. A estas alturas, ya dió rienda suelta a los vatios, dejando atrás la sobriedad del comienzo. Seguía la abundancia de temas de ‘Blues Funeral’ con “Harborview Hospital”, demostrando la importancia que ha concedido a este lanzamiento; y cuando se arrancó con el “Black Rose Way” de Screaming Trees, algún “ohhh” se escapó de entre la concurrencia.

Muy bien estructurado el repertorio, por tanto, a modo de una especie de viaje interior, transitando una senda lúgubre que se iba iluminando a medida que uno se adentraba en ella. Pocos bolos acostumbran a llevar semejante sentido del dinamismo y pasan de un plumazo del recogimiento, a la explosión eléctrica-Moló desde luego mucho más que la vez precedente, en un coto reservado de gafapastas.

Y en los estertores “Sleep With Me”, de puro crepuscular, rememoró la mala crianza del fantasmagórico Nick Cave, nombre que se hace fundamental citar a la hora de hablar de este artista con cara de pocos amigos, que como él mismo afirma, “hace años que no lee reseñas de sus discos” porque “no le interesan”. Con un par. Toda una bofetada en los morros al mercado.

Por ese carácter tan suyo, que impide por ejemplo preguntarle cosas sobre el pasado en las entrevistas, pensábamos que no habría ni bises ni nada, pero el hombre debía estar contentillo, pues retornó con una de las piezas gordas: “The Gravedigger’s Song”, tal vez de lo más contundente de su cancionero, y a continuación volvió a nuevo a la pista retumbando graves con un corte bailongo a lo New Order.

Pero en el final había que apelar a las esencias y lo hizo con el chute en vena de “Methamphetamine Blues”, con la dosis justa de chatarrería y poso rockero para sacudirse sintetizadores y demás elementos accesorios. El personal explotó con toda la razón del mundo en un sonoro aplauso, que ratificó una vez más el poderío de Lanegan a las tablas.

Los mayores genios son aquellos que con los años no pierden la capacidad de reinventarse y sorprender con lo que uno menos esperaría de ellos. Como ese viraje electrónico que en ocasiones transformó el recinto en una discoteca triste, decadente, donde la gente levanta un brazo, en la otra mano hay una copa; y de esta guisa dan un giro de ciento ochenta grados como si llevaran encima quince metros de pura nieve blanca. ¡Oh, señor!

 

TEXTO: ALFREDO VILLAESCUSA
FOTOS: MARINA ROUAN

 

 

 

 

 

Redacción
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1 comentario

  • Juandie dice:

    Genial crónica en tierras vascas por parte de ALFREDO sobre éste pedazo de músico como es MARK LANEGAN que tanto con sus canciones propias como con alguna que otra de los Screaming Trees ofreció un buen recital allí en el norte.Siempre será un estupendo músico vinculao a ese gran movimiento de los finales de los ochenta como fue el GRUNGE que al rollo "electrónico" que ofrece desde que lleva años por su cuenta!!!

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