Crónicas
Rock Fest Barcelona 2019: Calor, riesgo y buen sonido
«Un caluroso día en el que magos y brujos nos dejaron hechizados»
4 julio 2019
Parc de Can Zam, Santa Coloma de Gramanet (Barcelona)
Texto: Josep Fleitas. Fotos: Íñigo Malvido
Por primera vez, Rock Fest Barcelona presenta un cartel de cuatro días, una apuesta algo arriesgada en nuestro país, sobre todo habiendo cerrado la edición del pasado año con un cartel de lo más lujoso. Pero, como se suele decir: "nada se escribe sobre los cobardes" , y hay que aplaudir la confianza y valentía que, tanto la organización como los estamentos municipales, han depositado en un festival que cada año se consolida más entre la escena de los Open Air europeos.
En esta edición, las infraestructuras del evento casi no han variado con respecto al pasado año, pero sí hay cambios significativos en algo que personalmente, y creo hablar por todos, se agradece, que es la calidad del sonido.
El calor, el alto grado de humedad y las largas horas frente a los escenarios serán mucho más llevaderos con unas condiciones de sonido que nos harán disfrutar nuevamente de las propuestas de bandas que seguro darán mucho que hablar y que esperamos reproducir puntualmente, día a día, desde aquí.
Lo dije, lo digo y lo diré hasta la extenuación: abrir un festival no es nada fácil. Los condicionantes van todos en contra de la banda, a la que le toca lidiar con esa apertura de puertas, lo que desde el escenario significa toda una proeza de sobriedad y confianza. Mientras el público se asienta y reconoce los espacios del recinto, el sonido se debe acomodar y el ambiente debe caldearse, la banda debe esmerarse para ir congregando y convenciendo a los parroquianos de que su propuesta es la acertada entre todo lo elegible, y a veces esa oportunidad es tan veloz como lo son unos segundos en la atención de cada uno. Kilmara cree en su apuesta, y consiguió el objetivo de llamar la atención de aquellos a los que aún no había podido conquistar en sus directos.
Recién llegados de Suiza, donde actuaron con éxito en el Rock The Ring, el quinteto barcelonés supo estar a la altura de las circunstancias con temas que, por desgracia, se escuchaban embarrullados y sin matices desde los altavoces. Aun así, gracias a las buenas ganas que Kilmara puso a una propuesta que supo liderar apasionadamente el cantante Dany Ponce, el inicio del festival caló entre el puñado de valientes que se enfrentaron a los 32º y la alta humedad reinante en Santako, un calor que no consiguió derretir la energía que se filtraba desde piezas como ”Purging Flames”, “Fantasy”, “Disciples” u ”Out from the Darkness”. Aunque el sonido no hizo justicia, Kilmara abrió con buena nota esta sexta edición del Rock Fest.
Con diez minutos de retraso sobre lo que anunciaba el timetable, y casi empalmando con el final de Kilmara, Raven volvió a demostrar que, guste o no musicalmente, su propuesta y entrega siempre son sinónimos de la máxima pasión por un heavy metal de rabiosa rapidez y persuasiva estridencia, características y cualidades de las que los hermanos Gallagher son verdaderos maestros. Sello inequívoco de ello fueron himnos rompedores y enfáticos del estilo de “Take Control”, “Destroy All Monsters”, “All for One” o “Rock Until Your Drop”, temas que John Gallagher se encargó de amenizar con unos agudos que siguen siendo marca de la casa. ¡Por cierto! Más que destacable la tarea de su hermano, Mark Gallagher, que a pesar de su lesión en la pierna derecha no paró de empujar a base de punzantes solos de guitarra. 45 años de NWOBHM se merecieron la acogida que los de Newcastle tuvieron.
Sabedor de que era una elección difícil, ya que los conciertos de Imperial Jade y Primal Fear coincidían en horario, no quise perderme, al menos, el inicio de una banda que cada vez que la veo en directo me convence más. Mi último encuentro ante ellos fue este año, en el concierto que el pasado 25 de enero ofrecieron en la 2 de Razzmatazz como escuderos de Uriah Heep.
Allí los del Mares me dejaron claro que necesitan de espacios amplios en los que explayar una música, la cual recoge esa esencia que destila la ribera del Mississippi, ahumada, eso sí, por los efluvios del hard rock y el experimental que en los 70s reflejaron bandas como Led Zeppelin, Free y que más tarde acompasaron unos Black Crowes de espíritu onmipresente en los tres primeros, enérgicos y entregados hits que el sexteto apuntaló de forma exquisita: “You Ain’t Seen Nothing Yet”, “The Call y “Mr Rock n' Roll". Joder, qué bien sonaron. Por desgracia, el guion me obligaba a cambiar de escenario... (Según me comentaron posteriormente, la banda blandió en su set una parte demasiado psicodélica para algunos, lo que dejó la carpa algo huérfana, de público, que no de buenas sensaciones).
Con las buenas impresiones que el inicio de Imperial Jade había dejado impregnadas en mí, me fui acercando al escenario gemelo izquierdo mientras podía escuchar la fiereza de una banda que no duda en su propuesta, pero que, a mi parecer, reincide excesivamente en ella. Primal Fear, pupilos de Matt Sinner dieron buena cuenta a esos himnos de indeleble firma Priest, firma plasmada en los agudos de un Ralph Scheeppers que se apoya cada vez más en las reverberaciones para sostener la exigencia de piezas que, como “Nuclear Fire”, “The End is Near”, “Chainbreaker” y “Metal is Forever”, volvieron a ser puras dagas en nuestras gargantas.
Tercera oportunidad que tengo de ver a U.D.O. en lo que llevamos de año y tercera vez que Dirk Schneider me demuestra que su estado de forma vocal es impolutamente secuencial a la eficacia de un setlist que ni cambia ni desentona. Aunque, reconozcámoslo, eso tiene el problema de llegar a tornarse en reiterativo, sobre todo porque, escénicamente, y a pesar de que las poses estudiadas de los mástiles de Andrey Smirnov, Tilen Hudrap y Dee Dammers abanicaban el cada vez menos caluroso aire del escenario, la consabida estaticidad del bulldog germano es calcada en uno y otro concierto. A pesar de ello, la banda puso ganas y entrega, la voz de Udo, como decía, no desfalleció en ningún momento y el set estuvo dispuesto para volver a secar gargantas, siendo piezas como “24/7”, “Mastercutor”, “Vendetta”, “Animal House”, “Man and Machine” y “They Want War” las máximas responsables de ello. Por cierto, cada vez son más evidentes los guiños que las guitarras de Andrey y Dee lanzan entre temas a unos Accept que ya son la primera confirmación para el Rock Fest 2020.
Demons & Wizards ya me sorprendieron en Sweden Rock Festival, pero aquí remataron con excelencia lo que en tierras vikingas iniciaron. No puedo decir que para mí fuera una sorpresa lo ocurrido, ni que la banda no se emplease a todo gas en estas dos ocasiones, ni que su show fuera más vistoso que lo que pude ver en Norje-Sölvesborg (las dimensiones del escenario, hicieron imposible la reproducción del cementerio y el gigantesco cartel con la muerte arpeando el violín), pero la voz de Hansi Kürsch en esta ocasión estuvo en un nivel muy superior, y eso propuso que cada minuto de actuación fuera un tiempo en el que las sensaciones, la energía y el feeling se disfrutasen de una forma especial. Quizás, por poner una pega, el setlist no fue tan contundente como lo fue en Suecia, pero, como decía, la voz de Hansi hizo que todo fuera un perfecto poema. Una oda a la calidad y a una magia que distribuyeron especialmente en los inconmesurables himnos de fuerza, destreza, brillo y elegancia que fueron “Heaven Denied”, “Poor Man’s Crusade”, “Touch by the Crimson King”, “Blood in my Hands”, las extensiones de Iced Earth en el siempre sentimental “I Died for You”, el enormemente celebrado “Valhalla”, “Tear Down the Wall” y esa obra de arte en la que las guitarras de Jon Schaffer y Jake Dreyer, los teclados de Van Den Broek y la máxima afinación en las cuerdas vocales de Hansi Kürsch estuvieron realmente magistrales, poniendo a un servidor los pelos de punta de inicio a fin en esa inmensidad llamada “Fiddleronthe Green” que propuso un final de lo más apoteósico. ¡Simplemente geniales! ¡Quiero repetir, ya!
Mr. Bendix, o lo que es lo mismo, King Diamond, cumplió con lo que la promotora había predicho. Un show en el que la teatralidad y la escenificación se hicieron dueños de una noche en la que los mil y un matices de agudos reverberaban hasta el paroxismo en la ya atemperada nocturnidad de Santako. Con una formación en pleno éxtasis, un sonido eficiente y un escenario mucho más recortado que el que he podido ver en las cinco anteriores ocasiones, en las que he presenciado un show que poco ha variado desde el retorno del rey a los escenarios en 2016. En esta oportunidad sí hubo una sorpresa en su set, y no fue otra que la inclusión del nuevo tema que Bendix se sacó de su chistera en lugares como el Grapop o el Hellfest, “Masquerade of Madness” y que, al parecer, ya es pieza integra de un set en el que también recupera un reconcebido “The Lake”. Estas dos interpretaciones acompañaron a “The Candle”, “Voodoo”, “Arrival”, “A Mansion in Darkness”, “Behind this Walls”, “Halloween”, “Welcome home”, “The Invisible Guests” , “Sleepless Nights” y los bises “Burn” y Black Horsemen”. Algunos piensan que los vecinos de la zona pudieron descansar tras la actuación de King Diamond… A mí, a pesar de su reiteración, el brillo del diamante sigue gustándome.
Bueno, bueno, bueno… ¿Cómo lo digo, lo expongo o lo suelto? Bueno, pues a piñón: Si lo que va a primar a partir de ahora en los festivales son las pregrabaciones en las voces, pues… Uds me perdonen, pero yo paso, me niego en rotundo a apoyar a bandas que se venden como cabezas y, supuestamente (y no tanto), aplican lo que criticamos del pop u otras músicas para seguir viviendo de un suculento (para ellos) cuento que prolonga su eterna y económica juventud. Debido a esto, de WASP sólo comentaré que, o fue magia o fue un truco que, después de los cuatro primeros temas de su set, “On Your Knees”, “Inside the Electric Circus”, “The Real Me” y “L.O.V.E. Machine”, la voz de Blackie resurgiera como ave Fénix ante el resto de su setlist. La banda muy bien, y yo, “I need a Doctor”… A ver quién es el primero que me pone a parir (aviso: no suelo contestar a sandeces, caen en el ridículo por su propio peso…).
Como decía, y no era broma o sátira, necesité un médico y acudí a urgencias debido a un cólico nefrítico agudo, por lo que siento no poder escribir nada sobre la actuación de Ankhara…
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2 comentarios
En mi modesta opinión, WASP más allá de que hubiese o no pregrabaciones, estuvo falto de carisma y lejos del público. No tuvo un solo comentario, un guiño de complicidad ni nada de nada. Tampoco es pedir mucho en un festival.
La mayoría de las bandas y cada cual a su estilo musical estuvieron a la altura sobre todo las actuaciones de DEMONS AND WIZARDS y los históricos de la New Wave Of British Heavy Metal como son RAVEN. No pasa absolutamente nada por parte de Josep Fleitas la que lo primero fue su recuperación debido a dicho cólico ya que habrá muchos más conciertos de ANKHARA para que pueda hacer su pedazo de crónica.