Crónica del VOA (Portugal): Giro a la oscuridad
17 agosto, 2017 9:13 pm Deja tus comentariosQuinta de Marialva, Corrios (Portugal)
El año pasado dije que volvería y he vuelto. Este festival al sur de Lisboa ofrece mucho por muy poco y sirve como contrapunto a los macrofestivales que protagonizan el verano. Eso sí, la propuesta está cambiando. Este año se ha pasado de dos a tres días, ha aumentado el número de grupos y se ha añadido otro escenario. Uno pequeñito, pero que ha cumplido su función.
Lo que no ha cambiado es la facilidad para acampar, el buen ambiente que se respira y el calor. Gracias a que el sol vino acompañado de alguna que otra brisa se pudo llevar mucho mejor. Lo que merece un comentario especial es el tema de las duchas. Llevo muchos festivales a las espaldas y no conozco uno donde haya agua caliente a cualquier hora del día, sin necesidad de esperar y al lado del camping. En este la hay. Y cualquiera que haya acampado sabe lo que eso se agradece.
Pasando al tema musical, para no tener que repetirlo, diré que la calidad del sonido fue ideal todo el festival. Tanto ecualización como volumen apenas sufrieron defectos. No recuerdo a músicos haciendo el gesto de “baja esto, sube aquello” o meros problemas técnicos. Dicho esto, pasemos a los grupos.
VIERNES
Process of Guilt abrieron el festi con mucha caña, dejando claro desde el primer momento que el cartel se había endurecido. Su death doom empezaba a poner a los presentes en situación y la verdad es que se hizo el show algo corto, como es habitual en estos primeros conciertos.
Tras un periplo en busca de sombra, The Charm The Fury salieron a escena, aumentando la velocidad y derrochando energía. Los holandeses están bien definidos por su nombre: Encanto y furia. Caroline Westendorp, no paraba de moverse por todo el escenario dejando buena muestra de lo que es ese ‘The Sick, Dumb & Happy’. Una mezcla entre metalcore y groove metal bastante accesible.
Aquí una las novedades de este año empezaba a funcionar. Una especie de mini escenario, el Palco Loud!, que iba a amenizar el tiempo que había mientras se preparaba el principal para los grandes nombres del cartel. La regla del sonido impecable no se aplicaba aquí, y los grupos no competían con el resto del line-up, pero hubo algunos que destacaron y que comentaré de postre.
El primero de los “grandes” era uno de mis preferidos y, por tanto, de los que más esperaba. La duda de que Insomnium tocasen su último lanzamiento de manera completa fue permanente hasta ese momento. Un grupo no siempre se sabe desenvolver para tocar treinta y cinco minutos de una canción en directo, pero hay que decir que esta es muy buena. Y el grupo también. Así que el aclamado ‘Winter’s Gate’ sonó íntegro para disfrute de los que lo habíamos escuchado y de los que no. Fue curioso ver como el público puede pasar por diferentes estados a lo largo de su duración. Por si fuera poco, luego tiraron de discografía para tocar “Mortal Share”, “Ephemeral” y “While We Sleep” entre otras. Las expectativas estaban cumplidas. Sobrepasadas incluso.
Empezaba a caer el sol cuando aparecían las primeras notas del ‘Holographic Principle’ y Epica salió al escenario. La pirotecnia cuadró perfectamente con su sonido, ampuloso desde el primer momento. Mientras que los guturales de Mark Jansen acompañaban a la voz más limpia del festival. Una impecable Simone Simons iba a deleitarnos con una velada inolvidable. A pesar de la presencia de su vocalista principal, es increíble como este grupo se maneja de una manera coral y sus componentes se conjugan para generar esas sinfonías tan características. Así, aparte de una buena dosis de ese, su último trabajo, tendrían a bien tocar clásicos como “Consign to Oblivion”, “Sensorium” o un intenso “Cry for the Moon”.
Tras las pruebas de rigor, puntualmente arrancaban Carcass con el telón del ‘Surgical Steel’ tras ellos. Experiencia y potencia a partes iguales. Jeff Walker y compañía tirarían de ese y del ‘Heartwork’ principalmente para que no quedase cabeza sin agitar. La moderada actividad del público hasta el momento se iba a tornar en una marea de mosh pits y crowdsurfing, algo que ya es una constante en Portugal con cualquier concierto con un poco de tralla. Y en este caso, no era solo un poco precisamente. Apenas sin pausa entre un corte y otro, los afilados instrumentos repartían energía que el público no dudaba en aprovechar. Lo único que realmente chocó fue el hecho de que acabasen tan pronto.
Sin bises ni despedida, a las doce, el sonido cesó y el primer día quedaba concluido. Posiblemente, este sea el mayor fallo del festival, acaba excesivamente pronto. Aún dejan un momento para comer algo en los diversos puestos o revisar las oportunidades del merchandising, pero es demasiado el tiempo que hay hasta el día siguiente y la noche queda algo desaprovechada. En cualquier caso, tocaba descansar.
SÁBADO
De la misma manera que el día anterior, la caña marcaba la apertura. Terror Empire hacían lo propio, repartiendo riffs de thrash metal contra un sol de justicia. Y es que a esas horas algo más lento no sería tan grato. Los vascos Childrain cogieron el relevo. Animaron al público a base del melodic death metal de sus tres discos y una buena comunicación, y dieron una actuación bastante decente.
Entre grupo y grupo, había la posibilidad de echarse en la ladera que rodea al festival, desde la cual puedes ver cualquiera de los dos escenarios y, de camino hidratarse con alguna que otra Super Bock.
Death Angel serían otros que tendrían muy buen feeling con el público. Mark Osegueda se mostró muy divertido entre canciones. Mientras que en las mismas dejó entrever la rabia que emana de las letras de ese ‘The Evil Divide’. La unión de energía y veteranía no suele ser habitual, y la verdad que sienta bien ver como un grupo con tanto recorrido como los de San Francisco sigue tan en forma y tan comprometidos con lo que hacen. Los presentes respondieron muy positivamente. Muchos de ellos no paraban de sobrevolar las primeras filas y acabar recogidos por el personal de seguridad, siempre atento a que a nadie le pasase nada. Tuvieron mucho que hacer, sobre todo con temas tan coreados como “Kill as One”.
Algunas cervezas después, aumentaría el nivel de veteranía con Venom, tanto que uno nunca sabe si tendrá la oportunidad de volverlos a ver. Por el momento, todavía se puede disfrutar de ese sonido tan característico que tiene casi cuarenta años de historia. Ese que sigue sembrando el caos entre las filas de seguidores y genera un aura tan siniestra. Fueron de menos a más, sobre todo porque en la parte del final se pudo escuchar clásicos como “Welcome to Hell”, “Countess Bathory”, “One Thousand Days in Sodom”, “Black Metal” o “Witching Hour”, prácticamente seguidos.
Para contrastar con ese sonido auténtico de los británicos, Apocalyptica venían a recordar aquel ‘Plays Metallica By Four Cellos’, lo que significaba que ninguno de los temas sería propio. Más allá de la controversia que esto genera, hay que decir que lo hicieron muy bien. Ellos disfrutan lo que hacen y es algo que se transmite. Así fueron coreada toda una ristra de temazos provenientes de los cinco primeros trabajos de Hetfield, Ulrich y compañía. Mención especial para un “Escape” que era lo único que se salía de un guión que cualquiera se puede imaginar. Discusiones aparte, era obvio que el público se lo estaba pasando bien. El hecho de que el show terminase veinte minutos más tarde que el día anterior también favoreció el buen sabor de boca que queda tras escuchar un encore con “Nothing Else Matters” y “One”.
DOMINGO
Igual que el resto de días, un grupo portugués de caña daría el pistoletazo de salida de la jornada. Por más que prefiera algo con esa actitud a estas horas, nunca dejará de resultarme extraño escuchar metal extremo a las cinco de la tarde en medio del verano. Soy partidario de la oscuridad para todas estas lides, y si por mí fuera, todo el festival se haría de noche o en una cueva bajo tierra en su defecto. Aunque Colosso estuvieran dejándose la piel con su death metal de toques progresivos, siempre falta alguna pieza para el puzzle. La verdad es que creo que esto es algo en que los todos festivales tienen que trabajar. Nadie va allí a ponerse moreno. Sobre todo cuando llevas el maquillaje de los siguientes que van a aparecer.
Desde la Comunidad Valenciana venían Killus (“Kill Us” tal y como se presentaron). Con cinco LP's ya a sus espaldas, uno no puede evitar acordarse de los Misfits a la hora de verlos en escena. Y si aquellos hacían Horror Punk estos hacen Horror Metal, algo cercano al metalcore pero con una base electrónica por detrás. No pararon de moverse entre las lápidas de atrezo que adornaban su escenario mientras sonaban estribillos pegadizos de temas como “Ultrazombies” o “Feel the Monster”. Sin embargo, el público se mantuvo un poco tímido, posiblemente reservándose para lo que iba a llegar.
Entre la omnipresencia de lo moderno en este último día de festival, Obituary marcaron la diferencia. Con disco homónimo bajo el brazo, sonaron “Ten Thousands Ways to Die” o “Sentence day” del mismo. Y a medida que los circle pit desprendían más y más polvo, se podía rememorar temas como “Internal Bleeding” o un aclamado “Slowly We Rot”, con el que cierran. La verdad que el timbre de voz de John Tardy sigue inconfundible y el público lo celebraba como se merece.
The Dillinger Escape Plan no solo volverían a esta época, sino que sorprenderían a muchos con ese sonido tan actual. Los que abrazaban la descarga sónica de su mathcore sin parar de moverse estaban rodeados de una multitud con la boca abierta. Entre las ondas sonoras, el juego de luces y la incapacidad de mantenerse quietos, el disfrute dependía en buena medida de una apertura de miras considerable. Una vez ahí, es un grupo que merece la pena ver. Crecen en directo y su propuesta es ciertamente característica. La voz de Greg Puciato lo mismo se desgarra brutalmente que sirve para entrar en terrenos emotivos sin reparo. Repartieron muestras de todos sus álbumes y apenas pasaban segundos entre ellos. Quizá eché de menos un tema como “Dissociation” pero seguramente sea más propicio para shows en solitario.
Para terminar, Trivium eran esperados por buena parte de los que allí estábamos reunidos. A mí no me desagradan pero tampoco les tiro muchas flores precisamente. Que sonase “Run to the Hills” antes de su salida al escenario demostraba el aprecio que Matt Heafy tiene por los grupos de su niñez. Pero es algo que pone el listón muy alto para una banda que, si bien tiene un éxito considerable, no se acercan a la calidad de la Doncella de Hierro. Dicho esto, las sensaciones eran contradictorias. A pesar de que su música tiene cierto gancho e intensidad, tal y como la entrega del público demostraba, falta cierta magia. De esa que hace que un grupo grande se convierta en una leyenda. Sin embargo, la multitud de temas conocidos (“Rain”, “In Waves”, “Strife”, “A Gunshot…”) y la cercanía con la que su frontman empatizaba con el público estaban hicieron del disfrute la sensación preponderante en ese lugar en particular de Portugal.
CONCLUSIÓN
Hay que decir que la afluencia por día este año fue algo menor. El cartel se antojaba muy espaciado y creo que habría sido mejor haber concentrado el festival en dos días en lugar de tres. Pero, por alguna razón que desconozco, parece que no se podía tocar hasta muy tarde. Con la presencia del segundo escenario se podría haber logrado sin problemas. Si bien en este algunos no destacaron, otros como The Ominous Circle dieron un show interesante, mientras que The Black Wizards o Cruz de Ferro sonaron bastante bien.
Como siempre, la comida y el trato portugués son un seguro para estar a gusto allí. Y como dije al principio, un festival con esos alicientes y ese cartel, donde puedes ver a todos los grupos por 65€, es una oportunidad que no se debe desperdiciar.
Texto y fotos: Krovikhan Fahrenheit
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