Crónica del Sweden Rock Festival 2016: 25 años al servicio de la mejor música
16 junio, 2016 11:59 am Deja tus comentariosUn año más nos situamos en las praderas de Sölvesvorg/Norje para disfrutar del Sweden Rock Festival, este año en su vigésimo quinta edición. Veinticinco años han dado para mucho y eso lo pudimos comprobar en la carpa del Rockklassiker, lugar dónde se sitúan los carteles de cada una de las ediciones que resumen un montón de buenos momentos y sensaciones irrepetibles que cada uno recuerda o envidia de manera particular.
Este año son varias las novedades que podemos encontrarnos en el festival. La más destacada el posicionamiento de los escenarios, más cercanos entre sí, lo que facilita el trayecto entre ellos y, también importante, nos ahorra un buen puñado de kilómetros, cosa a agradecer debido a la duración del festival. El sonido es otro de los puntos a destacar ya que, a excepción del escenario principal (Festival Stage), el resto sufre por una disminución de los decibelios que desde los equipos se desprende. Este año el que podríamos catalogar como segundo escenario del festival, habitualmente el definido como Rock Stage, ha cambiado su nombre para dar homenaje al tristemente desaparecido Lemmy Kilmister (en las pantallas del escenario se emiten imágenes y frases del ídolo caído, lo que lo hace aún más emotivo). Cabe recordar que hace seis años se hizo algo similar con el 4 Sound Stage, en esa ocasión en formato no tan completo, en homenaje a Dio. Y un punto muy importante ¡el cartel! Si bien las bandas individualmente sí tienen su importancia, en global no creo que sea el mejor cartel para un festival de la envergadura del Sweden Rock, máxime siendo un aniversario tan señalado como el que conmemora los veinticinco años de edición. Por lo demás, lo consabido, un festival con calidad, en el que tanto los servicios como la calidad prestada están pensados para dar lo que el público paga. Para nosotros, humildes ciudadanos de a pie quizá es algo exclusivista, ya que cada año el incremento se deja notar y la inflación nos sitúa en un lugar poco privilegiado frente al poder adquisitivo escandinavo, pero realmente sigue valiendo la pena viajar hasta el sureste de Suecia para disfrutar del, para mí, mejor festival de rock europeo.
Miércoles 8
El festival inició como viene siendo habitual en el 4 Sound Stage con una de las bandas revelación en el panorama nacional sueco, lo que en el festival se denomina como NEMIS (New Music In Sweden). Este año tuvieron la fortuna de hacerlo Saffire, un quinteto procedente de Göteborg que cuenta con dos discos en su haber y cuya música contenida en ellos nos acerca a lo que Dio nos ofreció en su época en Black Sabbath y lo que Jorn nos dejó en aquel excelso 'Starfire'. Con intensidad y buena ejecución de temas como el apasionante "End Of The World” o el extraordinario momento que propuso "Casters Of The First Stone", Saffire dieron buen inicio al festival.
Tras las buenas sensaciones que me dejaron Saffire corrí hasta el Sweden Stage, escenario en que le tocaba el turno a Mike Tramp & The Rock 'n' Roll Circuz. Sinceramente, me sorprendió que Mike Tramp actuase tan pronto en el festival, y eso a pesar de que el pasado año fue uno de los que menos aportó en el festival alemán Rock of Ages. En esta ocasión, Mike se mostró algo más carismático y con mejor voz que en el festival germano. Sigue chocando el tratamiento de medio tempo que da a los temas más dinámicos de White Lion que incluye en su set como "Hungry" o "Broken Heart"; tratamiento que no acaba de reencontrar la aceptación de un público que también se mueve a medio camino entre la aprobación. Aun así pude borrar la decepcionante imagen que Mike ofreció y disfrutar con los buenos momentos que ofreció junto a su joven banda danesa en "You Give It Up" o "When The Children's Cry". El león sigue rugiendo, pero menos.
De regreso al 4 Sound para disfrutar del efectismo del genial Erik Materson con Eclipse. Erik sabe muy bien lo que quiere su público y se lo da a toneladas. Dinámico, entregado y comunicativo en su terreno personal. En cuanto al combo, aunque fueron musicalmente efectivos, la guitarra de Magnus Henriksson no se escuchó del todo bien. Eclipse no me defraudaron y convirtieron en una gran fiesta el espacio con temas como "Stand On Your Feet", "Wake Me Up", "Breakdown", el tema de W.E.T. "One Love" y el trallazo final "Breaking My Heart Again". Merecieron actuar en un lugar más destacado en el cartel.
Escalando posiciones, y cada vez más valorados, Bonafide recalaron de nuevo en el Sweden para aportar esa esencia del hard rock con esos contrafuertes boogie que en sus manos se convierten en pura electricidad. El feedback entre banda y público se dio desde el primer tema y no se rompió hasta que el reloj les dejó sin segundos. Además de clásicos como "Hard Linvin' Man" y de la colaboración del cantante de Mustasch, Ralf Gyllenhammar en "Michelangelo", también disfrutamos de uno de los himnos más coreados del festival, "Fill Your Head With Rock!". Entusiastas y muy celebrados.
"Divertidos" sería la mejor manera de definir a Sitarg, una banda en la que confluyen el frikismo y el metal moderno. Musicalmente no destacan e incluso son poco definibles, pero entregados y gamberros lo son un buen rato... Así es como hay que tomarse a este sexteto de Estocolmo que no duda en mostrar sus partes o tragar helio para cantar a voz de pito si eso sirve para subir la adrenalina de su público. Su show es el de un gracioso freak circus. ¡Muy divertidos!
Uno de los momentos que personalmente más esperaba del día era la actuación de unos Diamond Head que para nada me defraudaron. Con fuerza y ganas, el pequeño escenario del Rokklassiker albergó al mítico quinteto de la NWOBHM, el cual tuvo la suficiente clase y garra como para merecer haber actuado en el escenario principal, al menos el mayor del día (Sweden Stage). Himnos como "Play It Loud", "It's Electric", "To Heaven From Hell" o "Shoot Of The Light" rompieron nuestras gargantas e hicieron que nuestros puños apuntasen a lo más alto de una carpa que recibió a uno de los grandes baluartes de los clásicos del heavy metal de base. En Diamond Head hay mucho más que el inconmensurable "Am I Evil", el cual no faltó.
Desde Göteborg nos llegaban unos Amaranthe que, tras ocho años de existencia, parecen querer tomar relevo generacional a bandas como Within Temptation o Epica. Su originalidad de tener tres cantantes, uno gutural, uno melódico y otro mezzo soprano, de poco les sirvió en este directo ya que esa parte, la vocal, fue la que menos se escuchó desde el frontstage. Además de eso, su propuesta dista mucho de tener la frescura y dinamismo de quien ofrece algo nuevo en el panorama gótico/melódico. Enseñar cacho y una voz lírica no lo son todo, pero para gustos, colores. Temas con componente semidiscotequeros como "Digital World", "Hunger", "Afterlife", "Electroheart" o "Amaranthine" parecen acertar en un juego que no acabo de disfrutar. Quizá es que soy más de rugby...
Temor es lo que sentía mientras me dirigía hacia el 4 Sound Stage; temor porque recordaba las dos últimas actuaciones de Graham Bonnet que he podido ver, en las que su voz era escandalosamente horrible. Pero algo le ha pasado a Graham... y algo muy bueno. Sin ser nuevamente un portento su aspecto vocal, ha mejorado en mucho y, aunque con fallos y forzando diafragma a tope, Graham le puso huevos y nos mostró su otra cara, esa que pude ver en su colaboración con Axel Rudi Pell y que casi me hace llorar de emoción. Con un nuevo componente y virtuoso guitarra, teclados pregrabados y solidez en las líneas de bajo y batería, Graham pudo con un setlist exigente al máximo y que cubría casi todas las facetas de su carrera: "Eyes Of The World", "All Night Long", "S.O.S.", Stand In Line", "God Bless Video", "We'll Be Home Tonight", "Jet To Jet", "Night Games", "Suffer Me", "Love's No Friend", "Dancer", "Desert Song", "Island In The Sun", "Since You Been Gone", "Assault Attack" y "Lost In Hollywood". Que tuvo fallos, sí, alguno, pero intentad cantar vosotros a vuestra manera tres temas seguidos de los de este setlist y si no falláis una nota, barra libre a mi cuenta. ¡Graham con casi 70 estuvo genial!
Llegaba el final del primer día y, como corresponde en Escandinavia, el frío apretaba. El frontspace del Sweden Stage estaba repleto de fans que teníamos ganas de alargar la noche y seguir disfrutando. Era el turno de Blind Guardian, una banda a la que hacía años que no veía en directo, no por oportunidades, sino por qué las últimas actuaciones en las que había podido verles no me habían satisfecho lo suficiente como para que mis ganas de disfrutar de su directo me hicieran querer repetir. Ahora, tras saciar mi curiosidad, me daré otro buen tiempo antes de reencontrarme con ellos. ¿Por qué? Su impulso y conexión ante el público eran buenos, la voz de Hansi ya no se ahoga como llama sin oxígeno, el set es variado y contiene muchos de los elementos de la que personalmente creo que es su obra maestra: 'Imaginations From The Other Side'. ¿Entonces? Su tranquilidad sobre el escenario dista mucho de la energía que destilan los mejores temas de un set que contó con un sonido embarullado y nada nítido, en el que las guitarras quedaron muy por debajo de todo, quizá sacrificadas para que la voz de Hansi predominase."Script For My Requiem", "Nightfall", "Tanelorn", "Prophecies" "The Lord Of The Ring", "Bright Eyes", "Time What Is Time", "Imaginations From The Other Side" y un "Valhalla" (que se repitió en la garganta de los asistentes hasta la extenuación); "The Bard Song" y "Mirror Mirror" fueron lo más disfrutado de una actuación que me agradó pero que no me convenció.
Ya con el sol de medianoche despuntando, tocó ir a descansar con la siguiente jornada al caer.
Jueves 9
Primer día completo de festival. Con un sol de justicia y una brisa que apaciguaba en algo el calor, inicié el día frente al 4 Sound Stage con Banditos, un sexteto norteamericano que sabe energizar el blues despeinándolo a base de southern, bluegrass, soul y guiños de punk. ¿Raro? Sí, igual que divertido. Buena banda para descubrir mientras conduces.
Ya abierto el total de los cinco escenarios del festival, piso por primera vez el frontstage del escenario dedicado a la memoria del siempre eterno Lemmy. Y seré breve en mi crónica de Lordi: las fotos, los hits "Dynamite Tonight", "My Heaven Is Your Hell", "Hard Rock Hallelujah", "Would You Love A Mosnterman?" y poco más es lo que da de sí una banda que aún sobrevive gracias a su monstruosa estética y unos éxitos que encajaron comercialmente. A veces el agua pasada sí mueve el molino.
The Struts era uno de mis objetivos en esta edición del festival y no sólo por la calidad musical que contiene 'Everybody Wants', sino porque el gran trabajo que realizó el vocalista Luke Spiller en el último álbum de Mike Oldfield 'Man On The Rocks' (2014) es impresionante. Con una voz, estética y gran parecido físico de Spiller con Freddie Mercury en su primera época con Queen, The Struts supieron vencer y convencer en uno de los conciertos más destacables de esta edición del festival. Y es que Luke sabe bien lo que su público necesita para hacerse con él desde un primer momento. Estética Glam muy cuidada, cambios de vestuario, movimientos provocativos y una banda bien condensada hicieron que temas como "Put Your Money On Me", "Could Have Been Me", "Dirty Sexy Money", "I Just Now" o la celebradísima "Where Did She Go" no dejaran lugar a dudas de su grandeza. Si imaginas una mezcla entre Queen, T. Rex y los Rollins, ya lo tienes: The Struts son la respuesta; una respuesta que Brian May y Roger Taylor parecen ignorar por completo situando al fiasco del triunfito Adam Lambert para cargarse una de las más grandes bandas de la historia del rock.
Tras The Struts, y mi encuentro con Mariskal y Antonio para perpetuar el momento en una instantánea con el cartel de Lemmy de fondo, por suerte aún estuve a tiempo de poder disfrutar frente al Sweden Stage de los tres últimos temas de Halestorm y comprobar la pasión con la que Lzzy Hale se desenvolvía en los intensísimos "I Am The Fire", "Here's To Us" y "I Miss The Misery". ¡Extraordinarios!
Era hora de volver a cumplir con otro de mis objetivos en el festival, el concierto de Sixx:A.M., la banda de hard rock de Nikki Sixx. Parece mentira cómo cambian las cosas cuando interesa promocionarse. De una radical negativa a poder hacer fotos a Mötley Crüe, a posar para nosotros. This is rock n roll... Comentarios personales a parte, Sixx: A.M. supieron convencer a todos los que nos presentamos frente al Lemmy Stage con un hard rock lleno de medios tiempos pero de corte moderno, ejecutado por una banda muy activa y con carisma sobre un escenario que se cubrió de las excelencias de Nikki, la gran voz de James Michael, las esenciadas guitarras de DJ Ashba y los acompasados ritmos de Dustin Steinke a la bateria. El cuarteto nos embadurnó de armonía, intensidad y pasión en "Rise", "We We Were Gods", "Live Forever", "Prayer's For The Damned", "Líes Of The Beatifill People" o "Life Is Beatiful", además del desgarrador feeling que propuso la balada "Skin", la cual Michael inició con un teclado al que se le fueron añadiendo Ashba, Sixx y Steinke. Aún se me pone la piel de gallina al recordar lo vivido en este concierto.
Aún con la sensación de seguir flotando, me acerqué al Festival Stage para darles personal oportunidad a otro cuarteto norteamericano, Shinedown. Sinceramente el metal alternativo y el post grunge no es plato que digiera fácilmente y, tras hacer las fotos desde el photo pit a los tres temas de rigor, que en este caso fueron "Asking For It", "Fly From The Inside" y "Diamond Eyes", me decidí a ir al espacio del Sweden Stage para reencontrarme con el sleazy de unos L.A. Guns sin su máxima estrella, Tracii Guns, en este caso sustituido a las seis cuerdas por un brillante Michael Grant. Con Phil Lewis como conductor a las voces, un dinámico Steve Riley a la batería y el efectivo Kenny Kweens a las líneas de bajo, sonaron himnos clásicos del sleazy como "Sex Action", "Electric Gypsy", "Gypsy Soul", la intensa "Over The Edge", y las emotivas "The Ballad Of Jayne" y el cover del "Purple Rain" en homenaje a Prince que se marcó el guitarra Michael Grant. Fue buen momento para el hard macarrero.
Ya con la adrenalina en progresión, el camino hacia el alejado Festival Stage se me hizo casi tan corto como la actuación de unos Slayer que asesinaron el tiempo con el poder de unos temas que nunca dejan de sorprendernos. Entregados y desgarradores, sólo el menguado sonido que emitía la guitarra de Kerry King supuso algo de negatividad a un show en el que los circle pits, el headbanging y el slam, además de algún conato de wall of death (todo ello muy poco común en el festival), acompañaron a los dieciocho trallazos que completaron un setlist en el que "Repentless", "Die By Sword", "Black Magic", "Seasons In The Abyss", "Dead Skin Mask", "Raining Blood", "South Of Heaven" y "Angel Of Death" casi consiguen rompernos las vértebras. Inmensos Tom Araya, Gary Holt y el bien adaptado ex-batería de Forbidden, Testament y Sodom Paul Bostach a la batería. ¿Y Kerry King? A pesar del sonido de su guitarra, él solo podría haber llenado el gran escenario principal del festival. ¡Matadores como siempre!
Tras la descarga de Slayer y un par de cervezas que repusieron mi garganta, refrescaron la temperatura del calor de la tarde y vaciaron mis bolsillos, me dirigí de nuevo hacia el Lemmy Stage con la intención de seguir destrozando mi cuerpo a base del thrash de unos siempre reformados Megadeth. Lo cierto es que no tenía claro cómo iba a comportarse Kiko Loureiro en la banda y, aunque las críticas eran diversas, en este caso el resultado fue más que positivo. Kiko ha sabido endurecer su estética sobre las tablas y su tradicional manera de tocar la guitarra ha variado en mucho con respecto a lo ofrecido en la última vez que pude verle con Angra, en el mexicano Hell & Heaven Festival. El que sí quedó por debajo de lo que recordaba de él fue Dave Mustaine, que en esta ocasión susurraba al micrófono más que desarrollaba los temas. Por suerte, el sonido del micro le apoyó, así como los coros de Kiko y los nuestros que consiguieron hacer audibles y disfrutables despuntes tan férreos como lo fueron “Hangar 18”, “Wake Up Dead”, “In My Darkest Hour”, “A Tout Le Monde”, “Dystopia”, “Symphony Of Destruction”, “Peace Sells” y “Holy Wars”. Compactos y bien asentados, Megadeth volvieron a darnos otro recital de buen thrash con ese carácter melódico y progresivo que les da su contrapunto de poder y técnica bien estructurada.
Y llegó, llegó el momento de la verdad; un momento que temía y en el que desgraciadamente mis mayores miedos se hicieron realidad. Sé que levantaré ampollas y estoy dispuesto a reventarlas todas y cada una, y lo haré gustoso, sin dilación ni provocación, pero firme en mis especificaciones y razonamientos. ¿Cómo Brian y Roger pueden permitir que se destroce así uno de los nombres más grandes de la historia del rock? Dinero no les falta, no es necesario; sólo puedo suponer que lo han hecho por continuar siendo mediáticos. He intentado encontrarle sentido a este nuevo concepto de Queen, lo he intentado ver como un Mark III, una inflexión en la historia de la banda, un nuevo concepto más comercial, pero nada de lo que he ideado me ha repuesto de mi gran decepción. El nombre de Queen es demasiado grande para mancharlo de esta manera. Ni bajo el concepto ya usado con Paul Rodgers “Queen +” amortigua una caída como la sufrida con Adam Lambert.
En el festival he preguntado a mucha gente por su opinión sobre este concierto, y estas han sido divergentes, incluso ha habido más gente a la que le ha gustado que a la que no; pero mi siguiente pregunta me salvó de toda duda, si es que la hubiera tenido. La mayoría de a quienes les había gustado no habían tenido la oportunidad de ver a Queen en otras ocasiones y desde luego que respeto su opinión pero, quienes han podido ver a Queen con Freddie Mercury e incluso a Queen con Paul Rodgers (como yo), y a pesar de las críticas negativas que ha tenido su paso por la banda, sabemos que el espíritu de Queen para nada es el que se nos ha querido vender con Adam Lambert como cantante. Y hay que decir que Adam es muy afortunado y no tiene mala voz, pero su estilo pop para nada encaja con el de una banda como lo es Queen.
En fin, al tajo. Un setlist de lujo para una banda a medio gas. Un buen sonido para una gran desilusión musical. Un show espectacular que sólo disimuló la indignidad en la que han caído May y Taylor, dando razón a John Deacon, que nunca ha querido saber nada de reuniones tras la muerte de Freddie. Un cantante de la maquinaria televisiva del pop al que su ilusión por estar en una banda de rock es tan grande como su exagerado y teatral mariconeo sobre el escenario. ¡Si es que Adam, a pesar de una voz afinada, roqueó menos que George Michael, Elton John o Robbie Williams! Si habéis visto el musical We Will Rock You, también con el beneplácito de May y Taylor, habéis visto un espectáculo teatral con carisma y con un contrafuerte pop & rock que engrasaba la máquina de hacer dinero, pero no eran Queen…
El concierto fue una copia de lo que se ha podido ver en la gira que inició con el cantante norteamericano en Europa en el Rock in Rio de Lisboa el pasado mes de mayo o en el Palau Sant Jordi el mismo mes, sólo que con los dos temas iniciales cambiados.
El inicio fue esperanzador. Adam apareció sobre el escenario con una chaqueta llena de remaches y una voz con matices vocales que me recordaban a Mercury, pero unas gafas de soldador que tapaban parte de su rostro delataban su condición de elemento prefabricado. Y tras “One Vision” y ya en “Hammer To Fall” desapareció el espejismo. Estaba en el photo pit mientras todo se me caía encima cuando Adam literalmente se cargó “Seven Seas Of Rhye” con una capacidad amanerada fuera de otra lógica que la de estar prevista para provocar. La banda ha dado un trato de desmerecimiento a ese tema instrumental del ’73 (‘Queen’) que se repitió en el ’74 (‘Queen II’) ya con la voz de Freddie, y cuyo single ayudó a empujar y encumbrar el nombre de la banda hacia una fama que desde ahí sólo hizo que crecer. Los hits “Stone Cold Crazy” y “Another One Bites The Dust” se vieron reforzadas por la entrega de la mayoría de un público que no recogió al por igual temas menos favorecidos en los rankings como es “Fat Bottomed Girls”, en el que la guitarra de Brian sólo brilló en su parte inicial; o un “Play The Game” que sonó más a una obra de Broadway que a ese himno que brilló en el álbum ‘The Game’ del ’80. La sorpresa se dio con la sobreamaneración de Adam enfundado en un abrigo de plumas negras y unas poses de exagerada reinona coronada (llevó una corona en imitación a lo que Freddie representaba en sus conciertos y se contoneó en un trono nunca merecido). Así se desenvolvió un “Killer Queen” para olvidar. De nuevo la participación del público hizo que “Don’t Stop Me Now” y “Somebody To Love” no cayeran en picado, como sí lo hicieron la desastrosa actuación de Brian, acústica en mano y una voz desafinada, en un “Love Of My Life” en el que May se podía haber ahorrado las lágrimas de cocodrilo. Tras ello, un más digno “A Kind Of Magic”, en esta ocasión con Taylor a la voz, cuyo final contó con un duelo entre él y su hijo Rufus Taylor (The Darkness) en las baterías. Técnica vs velocidad (relativa), con un final en el que Roger acabó jadeando como si hubiera corrido los 50 metros lisos. Algo lamentable. -Si no puedes, no lo hagas, nadie te obliga y no mancharás aún más una imagen ya de por sí más que cuestionada…-. Pero hay que reconocerlo, todo está previsto para que parezca que la cosa va bien. Hay que reconocer que el setlist era de envidia y gracias a ello el público se divirtió cantando hasta la extenuación un “Under Pressure”, que sí le quedó como guante a Adam, al igual que al parecer los pantalones de cuero rosas a los que May tanto aludió antes de que “Crazy Little Thing Love” se dedicase a la memoria de David Bowie. Si aún quedaban dudas de la incapacidad de rockear de Adam, “I Want To Break Free” y “I Want It All” lo dejaron muy claro. ¡Pero si hay orquestas en las fiestas mayores que le ponen más pasión y energía! Para rematarlo, otro fiasco, el solo de Brian May más insulso que he podido imaginar sonó durante “Last Horizon” (‘Back To The Light’ ’93). Aún no lo entiendo; si casi me pellizco para saber si estaba teniendo una pesadilla… De nuevo “Tie Your Mother Down” y “Bohemian Rhapsody” dejaron claro que sin el apoyo del público esa noche además del frío hubiéramos pasado pena. Por suerte en lugar de que todo el Bohemian lo cantase Lambert, nos pusieron el mítico video de la canción en las pantallas y pude disfrutarlo sin sentir vergüenza ajena. ¡Gracias por el detalle! “Radio Ga Ga” es otro de los pocos temas que le quedan como anillo al dedo a un Adam que aún no se lo cree. En serio, entiendo que haya gente que le gustase y lo pasase bien; Adam no tiene mala voz, pero para el pop mediático. El show es visual, pero no deja de ser una copia disco de la pantalla de Pink Floyd. Las canciones pertenecen a la historia de Queen, pero en este caso no su espíritu…
Llegaron los bises: “We Will Rock You” y “We Are The Champions” sirvieron nuevamente para que los decibelios se elevasen y maquillasen mínimamente lo que nunca debería haber sido, un fiasco que para nada tiene que ver con Queen. ¿Y se critica a Paul Rodgers por haber estado cinco años con ellos? Una caricatura tiene su gracia, destronar un mito no. “God Save The Queen” sonó como epitafio a mi relación con la banda actual.
La temperatura había caído tanto como mi ánimo, y cabizbajo y maldiciendo lo vivido frente al Sweden Stage me dirigí hacia el Lemmy Stage para disfrutar de otra banda que o bien levanta pasiones o es odiada, en muchas ocasiones por los matices de voz: King Diamond. Lo cierto es que en esta ocasión King sonó más agudo que en las otras oportunidades que he tenido de verle en directo. Pero no es menos cierto que el ex Black Rose y Mercyful Fate lo dio todo e hizo que los más acérrimos disfrutasen de un set de lujo que podríamos dividir en tres partes. Una inicial en la que la banda se explayó con clásicos repletos de speed metal en “Out From The Asylum”, “Welcome Home”, “Sleepless Night”, “Halloween” y “Eye Of The Witch”. Una segunda con temas en los que disfrutamos de su época en Mercyful Fate con “Melissa” y “Come To The Sabbath”, y un tercero en el que se desglosó la razón de este nuevo tour de una banda que se dejó los restos, sobre todo el bajista Pontus Edberg y un más que motivado Andy LaRocque a la guitarra principal. La teatralidad constó de todos los elementos ya vistos, pero no por ello menos eficientes... y es que ‘Abigail’ da para mucho. “Them”, “Funeral”, “Arrival”, “A Mansion In Darkness”, “The Family Ghost”, “The 7th Day Of July 1777”, “Omens”, “The Possession”, “Abigail”, “Black Horsemen” e “Insanity” cerraron la fría noche del segundo día de festival.
Viernes 10
Las previsiones del clima no se equivocaron y la lluvia y el frío hicieron presencia alterna en este tercer día de festival. Inicié con la propuesta de Warner Drive en el 4 Sound Stage. Warner Drive son una banda procedente de Hollywood que nos ofrecieron un show que me sorprendió por la buena relación que obtuvieron gracias a una mezcla muy bien conseguida de rock n roll, punk y metal que se expresó de manera muy celebrada en “Metal Bridge”, “Viper Room” o “Boys And Girls”. Buena sensación de una banda que merece la pena descubrir.
En el Lemmy Stage, Epica volvieron al festival para hacer disfrutar de su metal gótico, cada vez más sinfónico. La voz de Simone Simons sigue siendo igual de efectiva, aunque no así su compostura en directo, al menos en este concierto. Más estática que en otras ocasiones, Simone obtuvo el beneplácito de un público que disfrutó con un show en el que Mark Jansen apoyó, bien con sus tonos guturales o con sus afilados solos de guitarra, en interpretaciones como “Storm The Sorrow”, “Cry for The Moon”, “Sancta Terra” o “Consign To Oblivion”. Personalmente no me convencieron.
Otra de las sorpresas que me encontré en el festival fue la actuación de unos más que efectivos Dan Reed Network, una banda procedente de Oregón que liderada por el cantante Dan Reed magistralmente con un gran sentido del humor, cuya faceta musical sabe fusionar aspectos tan diversos de la música como el hard rock, el blues, el funk o el soul. Con un nuevo trabajo que presentar tras veinticinco años, ‘Fight Another Day’, Dan Reed Network demostraron que el escenario mayor del festival era el lugar idóneo para que su música se desenvolviera en toda la amplitud que sus deambulaciones requerían. Eso y la efectividad de piezas como “Under My Skin”, “Come Back Baby”, “Champion”, “Ritual” o “Get To You” hicieron que me alegrase de haberme decidido a verles por primera vez, a pesar de la lluvia.
La vez que pude ver a Hawkwind lo hicieron en el escenario mayor de este festival y desgraciadamente lo hicieron ante muy poca gente, no porque su música no gustase, sino porque cayó tal tromba de agua que aún con chubasquero se me empapó hasta el ombligo. En este caso, como no podía ser de otra manera, Hawkwind lo hicieron en el Lemmy Stage, pero sin que el agua amenazase con ahogarnos. Mi intención era haber disfrutado de parte de la actuación de Loudness, que actuaban a la misma hora en el Sweden Stage y la parte final del show de Hawkwind, pero mi decisión a hacerles primero las fotos a los nipones fue la parte definitiva para que me perdiese la actuación de los británicos reyes del space rock ya que la propuesta de Loudness me clavó frente a un escenario en el que los himnos magnetizados por la maestría en la guitarra de su fundador a principio de los 80’s, Akira Takasaki. Ya les había podido disfrutar en cuatro ocasiones, siempre con un gran resultado a su favor, pero lo del Sweden fue tan motivador que casi iguala a aquella primera vez que les vi en el Bang Your Head Festival (2010). Con un movilizador Minoru Nihara a las voces y un set de vicio que fue de más a mucho más, Loudness me dejaron sin voz tras disfrutar al máximo de himnos como “Crazy Nights”, “Heavy Chains”, “The Sun Will Rise Again”, “Got Be Strong”, “In The Mirror”, “Crazy Doctor” y “S.D.I.”. Este año, de manera merecida, retornan al Rock Fest Barcelona y, al igual que el año pasado, seguro que serán de lo más disfrutado del cartel. Si podéis, no os los perdáis.
El clima era muy caprichoso e hizo un paréntesis en la lluvia que duró justo el tiempo de la actuación de Loudness. Tras ella, el agua volvió a aparecer aguando parte de la actuación de un Glenn Hughes que se presentó con un nuevo guitarra en sus filas que suple a un Dough Aldrich que en el Calella Rock Fest demostró saber adaptarse bien a las exigencias del soberbio cantante. En esta ocasión ha sido el guitarrista danés Soren Andersen, quién ya ha trabajado con Mike Tramp o D.A.D. cuando suplió a Stig Pedersen como bajista cerrando el primer día de festival del pasado año. El concierto de Glenn se inició de manera enervante y sólida, con un espectacular “Stormbringer” como ariete. El clásico de Deep Purple abrió un set del que sólo disfruté de otros tres temas: “Orion”, el clásico de Trapeze “Touch My Life” y “Muscle And Blood”, éste último ya dirigiéndome hacia la carpa del Rockklassiker pues allí iba a tener lugar uno de los conciertos que más celebré en el festival, el de los canadienses Monster Truck.
Con sólo dos larga duración en su haber, ‘Furiosity’ (2013) y ‘Sitting Heavy’ (2016), y otros dos EP’s, ‘Monster Truck’ (2010) y The Brown (2011), Monster Truck fueron una de las revelaciones en el Azkena del pasado año y lo han sido también en esta edición del Sweden Rock. Energía, pasión y efectividad musical fueron los hilos conductores para que una música basada en el hard rock, el southern y el blues nos traspasase hasta hacernos vibrar en cada uno de los momentos de su actuación. Con un sonido base de carácter setentero y una disposición convincente, el cuarteto canadiense supo meternos en secuencia desde un primer momento con un enorme “Don’t Tell Me How To Live”, en la que quedó claro la clase de estos monstruos del rock n roll que no pararon de enervarnos con unos coros excepcionales y un guitarra enloquecido que se lo dejó todo sobre el escenario. “Old Train”, “For The People”, “Black Forest”, The Giant”, “New Soul”, la evolutiva “Sweet Mountain River” o el final apoteósico de “The Lion” mostraron en el Rockklassiker lo que es saber hacer bien las cosas. Excepcionales y entregados.
En el Lemmy Stage, Lita Ford retornó al festival con sus eternas ganas de hacer divertir con un rock 'n' roll repleto de unos clásicos que tuvieron en “Larger Than Life”, el cover de Elton John “The Bitch Is Back”, el mítico “Cherry Bomb” de su etapa en la Runaways, la versión de los Pistols “Black Leather”, la balada “Close My Eyes Forever” y un afable “Kiss Me Deadly”, sus más destacados momentos. Lita sigue teniendo buena cuerda.
De nuevo frente al Festival Stage con la ilusión y esperanza de volver a disfrutar de lo que hace cinco años fue una de las actuaciones más destacadas de ese año: Foreigner. Pero en esta ocasión, con el tour de conmemoración de cuarenta años de vida, quedó en un destello de lo que fue aquel concierto. Sólo diez temas en una actuación que ni siquiera llegó a cubrir la hora y media prevista; y es que el ver en el lateral izquierdo (visión desde el frente del escenario) un reloj digital que iba marcando los minutos de la actuación, presagiaba prisa. Kelly Hansen estuvo fenomenal en todo momento, tanto en voz como en su faceta de frontman activo, acompañado de una banda sólida y un sonido nítido que impulsaban un entusiasta disfrute. Pero los temas se alargaban en demasía a causa inexplicables, con solos que restaron minutos a la ejecución de más e imprescindibles clásicos en su historia como “Star Rider” ¿Pero cómo se pueden dejar de tocar en un concierto de aniversario un temazo de este nivel? El feeling se dejó sentir, pero se coartó por esa extensión. Al menos, y por suerte, Kelly soportó el peso de ese alargamiento y con una voz envidiable nos hizo perder la nuestra en todos y cada uno de los diez clásicos que sí pudimos disfrutar: “Double Vision”, “Head Games”, “Cold As Ice”, “Dirty White Boy”, “Feels Like The First Time”, “Urgent” ( en el que se encajó un solo de teclado, otro de batería y uno más de Mick Jones), “Juke Box Hero”, “Long Long Way From Home”, “I Want To Know What Love Is” y “Hot Blooded”. Sobraron los solos y faltaron temas, pero siguen siendo muy grandes.
Reformados y reconducidos, Hellacopters demostraron haber superado esa parte más oscura de una historia que se ha escrito a base de excesos y rock n roll. Frente al Sweden Stage tuvimos la fortuna de poder disfrutar de una banda que supo hacer historia y, en este reencuentro, han logrado acceder nuevamente a un éxito que me dejó totalmente satisfecho. Nicke Andersson a las guitarras y a la voz, y Dregen a la guitarra solista, se reúnen para dar conciertos durante unas cuantas fechas aún no definidas este verano (antes de la noticia de su actuación en el Azkena en sustitución de Primal Scream, sólo tenían confirmada la fecha del Sweden). Plenamente motivados y con ganas de demostrar que su reunión no es sólo para recordar viejos tiempos, centraron su set en el reventador ‘Supershitty To The Max’ del ’96. Treinta años de la edición de un álbum ganador de un Grammy y uno de los pilares del rock de garaje no han sido suficientes como para enterrarles definitivamente y han regresado con toda la dignidad y eficiencia posibles. “Born Broke”, “Fake Baby”, “Fire Fire Fire”, “Ain’t No Time”, “Didn’t Stop Us”, “24h Hell” o “(Gotta Get Some Action) Now!” fueron algunos de los bombazos que Hellacopters nos ofrecieron en un más que digno retorno. Espero que los que podáis acudir al Azkena disfrutéis de algo como lo vivido en el Lemmy Stage. Si es así, será apabullante.
Las despedidas están a la orden del día y Twisted Sister no paran de jurar y perjurar que tras las actuaciones de este año la vida de la banda llegará a su fin, incluso criticando, con inmensa razón, que bandas como Scorpions o Judas Priest hayan anunciado una despedida que nunca se produce. Seguramente así será, ya que de otro modo todo les puede estallar en la cara. Me confieso fan de Twisted Sister y sus directos quizá solo decepcionan por un exceso de palabrería por parte de Jay Jay y Dee, pero se soporta cuando la energía que destilan siguen apoyando a unos clásicos que continúan haciéndonos disfrutar al máximo; y es que es especialmente extraño que una banda que no ha aportado ninguna novedad desde aquel ya lejano ‘Love Is For Suckers’ del 87 siga encabezando los mejores carteles de los festivales y colgando sold outs en muchos de sus conciertos en salas. Sus directos son muestras de su calidad pero quizá, antes de decir adiós, deberían mostrar que son capaces de reproducir lo conseguido anteriormente en estudio…
Sea como sea, Twisted Sister siguen divirtiendo y ofreciendo unos shows de los que muchas bandas deberían aprender, con un setlist repleto de himnos revienta gargantas: “What You Don’t Know”, “The Kids Are Back”, “Burn In Hell”, “Destroyer”, “Like A Knife In The Back”, “You Can’t Stop Rock n Roll”, “The Fire Still Burns”, “I Am (I’m Me)”, “I Wanna Rock”, “The Price”, “I Believe In Rock n Roll”, “Under The Blade”, “We’re Not Gonna Take It” y el ya clásico cover de los Stones “It’s Only Rock n Roll (But I Like It)” mostraron a una banda con ganas que se dedicó a motivarnos a través del espíritu de un Dee Snider que sigue en plena forma. Cascadas de idas y venidas por todo el escenario se relegaban por discursos que siguen sirviendo para tomar aire, pero que aplacan la continuidad de un show que, sin ellos, sería mucho más magnético de lo que ya lo es. En el encore “Come Out And Play”, un sorprendente “Tear It Loose” y el volcánico “S.M.F.” dio paso a un castillo de fuegos que despedía a una banda que tuvo en este mismo festival su único concierto europeo de una reunión que dura desde aquel concierto que en el 2003 me dejó sin aliento. Seguro que en el Graspop, el Hellfest, el Bang Your Head, el Barcelona Rock Fest o el Bloodstock, este Farewell Tour se disfrutará al máximo, ya que a pesar de todo Twisted Sister siguen siendo un sólido baluarte sobre los escenarios.
Con frío, aunque menos intenso que el sufrido durante la anterior actuación de Avantasia en el festival (2013), el cartel del día tocaba su fin y lo hacía con la actuación de ese proyecto que se va perpetuando en el tiempo y del que parece que aún quedan más episodios. Con un escenario que en nada cambió con respecto a sus actuaciones el pasado mes de marzo en Madrid y Barcelona, al igual que los componentes que apoyaron en ellos a Tobias Sammet, el concierto se desenvolvió con las apariciones de Amanda Sommerville, Herbie Langhans, Ronnie Atkins, Michael Kiske, Bob Catley, Jorn Lande y Tony Martin en las voces. El set fue intenso y todos los músicos participaron muy activamente en él, destacando el inicial “Mystery Of A Blood Red Rose” y el también hit que da nombre a esta magna ópera rock “Avantasia”, en el que vimos a un Tobias pletórico. También fueron destacadas las potentes intervenciones de Atkins en “Invoke The Machine” y “Twisted Mind”, las enfáticas dominaciones de Jorn Lande en “The Scarecrow” y “The Promised Land”, el efectivismo de Tony Martin en “Promised Land”, el aclamado Michael Kiske en “Ghostlight” y, aunque contó con problemas en el micro, Bob Catley se lo tomó con humor en “The Great Mystery”; aunque me duele reconocerlo, ya que Bob es uno de mis cantantes favoritos, a mí me pareció que por primera vez Catley no estuvo a la altura de la situación. El pétreo escenario apoyó en la parte visual a una banda a la que también hay que dar merecimiento por su valiosa participación en el éxito de un concierto que se celebró por todo lo alto (Oliver Hartmann y Sasha Paeth a las guitarras, “Miro” a los teclados, Andre Neygenfindal bajo y Felix Bohnke a las baterías). “Twisted Mind”, “Farewell”, “The Story Ain’t Over”, “Prelude”, “Reach Out The Light” y “Let The Storm Descent Upon You” soportaron el peso de un acertado set que Tobias intentó alargar en dos temas, pero la organización se lo impidió por el tiempo transcurrido sobre lo previsto. La concesión vino con un único corte, “Lost In Space”, el que sería el cierre del tercer día de festival. Tres años después de su anterior intervención, Avantasia volvió con éxito al Sweden. Ahora a esperar que en el Leyendas del Rock esta parte más entregada y triunfal siga manteniéndose.
Sábado 11
El último día de festival siempre contiene un halo de contradicción, ya que el cansancio acumulado y la tristeza porque se divisa el final de mil y una sensaciones, se sobreponen entre sí. Pero el ánimo de seguir disfrutando de los conciertos restantes suele imponerse para no afectar excesivamente en el ánimo, máxime si el clima y las bandas lo apoyan.
Mis primeras citas del día con los conciertos fueron tranquilas. Por un lado el country y southern rock del ex Georgia Satellite Dan Baird y sus The Homemade Sin me recordó en demasía al que pude disfrutar en el Calella Rock Fest del año pasado, con un Dan Baird que no llegó a encajarme del todo. Por otro lado, Gun se presentaron en el 4 Sound con la consabida ausencia de Mark Rankin a las voces, en este caso sustituido ya hace tiempo por el otrora bajista Dante Gizzy, en un ámbito vocal que, sin ser lo efectivo que era el de Mark, salvó más que dignamente.
Los conciertos se solapaban y no acababa de decidirme por cual, ya que todos eran atractivos para mí, así que, tras disfrutar desde el photo pit de los dos primeros temas de los escoceses, me dirigí a la carrera hasta el Festival Stage para conseguir las fotos correspondientes a la actuación de unos The Winery Dogs que el día anterior habían sido recomendados efusivamente por Dee Snider en su concierto con Twisted Sister. Lo cierto es que a The Winery Dogs el escenario principal se le quedó muy, muy grande, aportando más que la sensación de banda, un aspecto de individualidad técnica. Aun así quise dar oportunidad al principio de la actuación del trío “Oblivion”, “Captain Love”, “Hot Streak” y “How Long”. Tras ello, y con la sensación de que el inicio de este día no acababa de encajarme, retorné al 4 Sound con la esperanza de al menos disfrutar de alguno de los clásicos de Gun. Y en esta ocasión sí, hicieron que encontrase lo que necesitaba, rock n roll con efecto, ese que me hiciera integrarme en la fiesta, que me incluyera desde el front stage en el concierto haciendo que mi adrenalina fluyese incitándome a cantar y disfrutar de lo ofrecido sobre el escenario. El cierre tuvo gran culpa: la clásica versión del tema de hip hop que crearon los neoyorquinos Cameo, y que además de GUN en ‘Swagger’ han rockeado bandas como Korn, ésta es “Word Up”, al que siguieron unos aún más celebrados “Steal Your Fire” y “Shame On You”. Buen final que me resituó en el festival.
Tras el buen fin de concierto me dirigí al Lemmy Stage para disfrutar de una banda que ya había disfrutado en el festival en el 2011 y que el año pasado me lo hizo pasar a tope en el festival germano Rock Of Ages. The Hooters son un sexteto procedente de Filadelfia que sabe muy bien cómo proponer uno de los feelings más festivos a través de temas en los que el folk, el reggae, el soft rock y el ska, todos de términos moderados y comerciales, se fusionan en las entusiastas respuestas que desatan elevadas pasiones en cada uno de los hits que su setlist contiene, que en esta ocasión se refrendaron en “All You Zombies”, “Johnny B”, “Twenty-Five Hours A Day”, “Satellite” y “And We Dancer”, y las versiones de Don Henley “The Boys Of Summer” y de Hedy West “Five Hundred Miles”. Una fiesta que debe tomarse en el ámbito del disfrute en la calidad y variedad musical. La lástima fue que al guitarra John Lilley no se le fuera tanto la olla en su entrega como en el Rock Of Ages, ya que aquello fue de locura.
Y tras el concierto de The Hooters, de nuevo mi inquietud no encontró la posición que me hubiera gustado obtener, ya que ni el inicio de Vai en el Festival Stage, a quién lógicamente considero un gran e músico con una excepcional banda, ni Erick Bell en el Rockkassiker, con su trío de blues, me transmitieron esas sensaciones de plenitud que esperaba. El primero porque sus deambulaciones y propuesta de técnica me saturó en las cuatro interpretaciones que vi de su setlist (“Bad Horse”, “Gravity Storm”, “Tender Surrender” y “Whispering A Prayer”), las que me propusieron sentarme si quería disfrutar del resto, lo que sinceramente no me apetecía para nada. Y el ex-Thin Lizzy porque su blues careció, a excepción de ciertos momentos, de pasión. Es que ni en un enrarecido “Whisky In The Jar” ni en un abluesado “The Rocker” acabaron de convencerme.
Pero lo que iba a llegar a partir de ahí sí iba a completar con éxito el día final del festival. Bueno, no todo, porque lo que pasó con King Kobra fue más que penoso…
En el Lemmy Stage, una de mis formaciones favoritas de metal progresivo, Symphony X, iba a dar todo un recital que tuvo como hilo conductor a un apabullante y motivador Russell Allen, que mantiene una voz de auténtico lujo; un efectivo y virtuoso Michael Romeo, y un setlist de vértigo del que destacaron “Nevermore”, “Underworld”, “Without You”, “To Hell And Back”, “Sea Of Lies” y “Set The World On Fire”. Todas ellas me aportaron sensaciones de plenitud, tanta que decidí no acercarme al Sweden Stage para ver algo de lo que Imperial State Electric estaban proponiendo sobre él.
Llegó el momento de que los himnos del heavy metal siguieran impulsándome. En este caso fue la gran actuación que Dirkschneider nos ofreció en el Sweden Stage la que me enervó. Un setlist compuesto exclusivamente por los grandes clásicos de Accept hizo que el front space se disparase a base de himnos que se ejecutaron con una buena voz y una efectiva puesta en escena que Udo y su banda, con su hijo a las baquetas, nos dispusieron durante más de hora y media. Sonaron “Starlight”, “Living For Tonite”, “London Leather Boys”, “Midnight Mover”, “Breaker”, “Princess Of The Dawn”, “Restless And Wild”, “Son Of A Bitch”, “Up To The Limit”, “Midnight Highway”, “Screaming For A Love Bite”, “Flash Rockin’ Man” y “Losers And Winners”, los cuales antecedieron a un largo encore que supuso la parte más álgida de la actuación con “Metal Heart”, “Fast As A Shark”, “Balls To The Wall” y “Burning”. Udo demostró que aún tiene mucho por decir.
De nuevo me sitúo frente al Lemmy Stage, en esta ocasión para ver a unos Anthrax que desde el regreso de Belladona a la banda, y siempre que he tenido la fortuna de poder verles me han dejado con una más que buena sensación. Pero la actuación de King Kobra coincidía en horario con la de los neoyorquinos y no quería dejar pasar la oportunidad de ver su directo y disfrutar de un lujo de banda que pocas oportunidades te da de poder verles. Tomé la decisión (errónea) de ver el primer tramo de Anthrax con “You Gotta Believe”, “Got The Time”, “Caught In A Mosh” y “Madhouse”, para desplazarme después al Sweden Stage. Sobre las tablas pude ver a una banda que estaba liderada por Camine Appice a la batería, al cantante Paul Shortino con un pañuelo cubriendo su garganta, al ex bajista de Wasp Johnny Rod volviéndose loco, y a Michael Phillips y Mick Sweda a unas guitarras que sonaban enrarecidas, poco nítidas. Y es que algo raro pasaba sobre el escenario: Paul Shortino no sólo no tenía nada de voz, sino que no parecía importarle un bledo el concierto. Cantaba estático y sin ganas; estuvo más tiempo mirando a Carmine que al público. Puede que estuviera enfermo o que no se encontrase bien, pero estás en un concierto frente a miles de personas que han pagado para verte. Si no se tiene voz, al menos ponle ganas e intenta dar algo más que pasotismo a tus fans. De hecho... ¡Vives de ellos! Como decía, fue vergonzoso ver como después del solo de bajo de Johnny Rod en el que el ex W.A.S.P. entonó un enérgico “Wild Child” (tema que no dejó de sorprenderme ya que el hit no se encuentra en ninguno de los dos discos que Johnny había grabado con la banda (‘Inside The Electric Circus’ y ‘The Headless Children’)). Con “Hunger” y de nuevo con Shortino a la voz, el desastre retomó por sus anteriores derroteros; Paul no daba una y pasaba de esforzarse. Un solo con el “Highway Star” de base volvió a dar paso a otro esperpéntico momento. Shortino intentó contar con el apoyo del público entonando un “Heaven & Hell” que no pasó de unas breves estrofas antes de que “Monsters And Heroes” e “Iron Eagle” directamente me echasen del concierto. ¿Pero que era aquello? ¿Cómo una banda puede estar tan desconjuntada, con un sonido tan inadaptado y un frontman que cuando hablaba no parecía tener problema y sin embargo cuando cantaba lo hacía sin ningún interés? Desde luego que lo de King Kobra fue una burla de concierto. Sé que sus conciertos en Madrid y Barcelona estuvieron muy bien, pero aquí, se cayó un mito.
Con rabia por lo vivido, regresé frente al Lemmy Stage en el que estaba sonando un potentísimo “Antisocial” al que le siguió un “Indians” cuya celebración era tal que un inmenso circle pit se había creado frente al escenario. Lo cierto es que aproveché para meterme en él y así descargar una buena dosis de adrenalina en un tema que felizmente se alargó en unos minutos sobre el original. Ese fue el final del concierto de Anthrax, concierto que nunca debí dejar de seguir. Tras ello, en las pantallas laterales del escenario, un video del tema “Overkill” que Motörhead desglosaron en su participación en el festival el año 2012. ¡Qué grandes recuerdos!
El Festival Stage estaba preparado para recibir a la última banda que este año iba a deambular sobre él, la cual no iba a ser otra que Sabaton. Inicialmente no creí que Sabaton fuera una formación tan grande como para cerrar un festival como el Sweden, máxime en su veinticinco aniversario, y sigo pensando que habían mejores opciones para el cierre, pero Sabaton jugaban en casa y lo que tenían previsto al menos fue espectacular y entregado. Un cartel tapaba el gigantesco frontal del escenario mientras la versión de “In The Army Now” y “The March Of War” sonaban como intro para que tras una explosión y un fogonazo se abriera la zona de guerra en la que a partir de ese momento se convirtió el Sweden Stage. El escenario era como el que habían utilizado Sabaton en el Wacken, con dos tanques flanqueándolo. En el de nuestra derecha, la torreta del cañón había sido desmontada para dejar el espacio a la batería. “Ghost Division” mostró a una banda frenética, que sonrientes corrían de un lado a otro mientras el estribillo martilleaba y espoleaba enervando unos ánimos que subieron mucho más en “Far for The Same”, “Uprising” y “White Dead”. Joakim Broden no paraba de comunicar entre sus consabidas poses, mientras Pär Sundström, con un bajo en cuyo cuerpo estaba pintada la bandera sueca, dirigía a una banda que corría de un lado a otro recreándose y apuntillando los temas.
Las llamaradas eran continúas así como las explosiones, recibiendo a otro himno clásico en el repertorio de los suecos, “Resist And Bite”. El cartel del fondo del escenario, proyectado en una gigante pantalla trasera, iba cambiando en cada tema para dar mayor efectividad al espectacular escenario. Un breve parón en el que la intro “Maris Baltici” precedío al primer tema que Broden cantó en sueco, “The Lion From The North”, que fue muy bien acogida por el público local, dio paso a “Gott Mit Uns” y a un potentísimo “Carolus Rex”, que aumentó aún más la fuerza con la que se celebraba el concierto desde el front space. La organización, en conveniencia con la banda (al igual que pasó el día anterior con Twisted Sister), había dejado que los fotógrafos que quisieran se quedasen en el photo pit todo el tiempo que se quisiera para inmortalizar cada uno de los momentos del bélico show. Otro tema en sueco, “The Carolean’s Prayer” fue mi último del concierto de Sabaton, ya que de ninguna manera quería perderme una nueva oportunidad de ver a unos Demon que siempre que he podido verles nunca me han defraudado.
Desde mi primer y apoteósico concierto frente a la banda (Sweden Rock 2003) me he convertido en un gran fan de la trayectoria de la formación capitaneada por el cantante Dave Hill, por el que parecen no pasar los años. Con una voz esplendida y un posicionamiento en el que el sexteto británico cubría todo el Rockklassiker Stage, el primer tema puso un listón en lo más alto, un nivel que por suerte no bajó en todo el show de estos clásicos de la NWOBHM que con un setlist de embrujo volvió a hacer que lo diera todo entonando unos clásicos tan enervantes como efectivos. Sólo contaban con una hora y Demon la quisieron exprimir al máximo; de ahí que las usuales bromas de Hill sólo se apuntaran en pequeños detalles. La banda quería convencer y vaya si lo hicieron: “Night Of The Demon”, “Into The Nighjtmare”, “Sign Of A Madman”, “The Plague”, “Nowhere To Run”, “Standing On The Edge”, “Liar”, “The Spell”, “Life On The Wire” y un enormeee “Don’t Break The Circle” me dejaron tan roto como feliz. ¡Vaya conciertazo! ¡Esto es actitud y efectividad, pasión y emotividad, entrega y feeling en el rock n roll! Sin duda, junto a lo que íbamos a vivir con Michael Schenker, de lo mejor del festival de largo.
Aún quedaba vivir algo histórico para cerrar este veinticinco aniversario del Sweden. Michael Schenker con su show especial en el que contó con la colaboración de tres de los vocalistas que más han destacado en su carrera en solitario (Gary Barden, Graham Bonnet y Robin McAuley), subió la nota del festival.
El concierto de Michael Schenker Fest se inició con Michael dedicando el instrumental “Into The Arena” a la memoria de Lemmy. Tras ello, Gary Barden salió a escena para reproducir clásicos como “Attack Of The Mad Axeman”, “Victim Of Illusion” y “Rock My Nights Away”. Suelto y desenfadado, Gary reconoció que su voz no estaba bien, como preaviso de lo que iba a ocurrir. A partir de ahí su voz hizo aguas y se fue diluyendo mientras se esforzaba por mantener el punt d’honor en “On And On”, “Cry For The Nations”, “Let Sleeping Dogs Lie” y un muy forzado “Armed And Ready”, que dio final a su intervención como solista. Durante este tramo del concierto habíamos podido ver a un Michael Schenker sonriente y muy activo, disfrutando de cada uno de los temas que junto a Barden a las voces, Ted McKenna a la batería, Chris Glen al bajo y Steve Mann a la guitarra acompañante y en las partes de teclados se habían dispuesto. Tras la salida de Barden llegó la bienvenida a un Graham Bonnet que el primer día de festival mostró una cara más brillante que la que había dado en otras ocasiones, en las que su desastrosa voz había roto tanto sus conciertos en solitario (caso de su última visita a Barcelona), como la del pasado año en el Rock Of Ages, también junto a Michael Schenker. En la actuación de este día, Graham volvió a forzarse para dar un digno detalle a un “Desert Song”, que sonó tras el éxito instrumental de los Scorpions “Coast To Coast”, una sorpresa que para nada me esperaba… Otra de las sorpresas no esperadas se dio en la interpretación de “Dancer”, en la que Graham contó como coristas de lujo con la colaboración de Gary Barden y de ¡Robin McAuley! Fue algo histórico poder vivir un momento así. Aún con la alegría de la sorpresa en “Dancer”, un último tema despidió la intervención de Graham en este concierto, “Assault Attack”. Fue entonces cuando se dio el relevo a un Robin McAuley que mostró una muy buena forma, tanto física como vocal. “Save Yourself” y “This Is My Heart” suplieron a lo que personalmente esperaba se hubiera dado (“Nightmare”, “Love Is Not A Game”, o “When I’m Gone”), pero no importó; la calidad mostrada por la voz de un excelso McAuley fue suficiente para que no me quedase con ganas. Otro momento sorpresa fue el final del concierto, en el que Michael no quiso dejarnos sin algo de su trayectoria en UFO y de esa etapa, y con McAuley como cantante, las interpretaciones de “Shoot Shoot”, “Doctor Doctor” y “Rock Bottom” dieron un gran final al veinticinco aniversario de un festival al que espero regresar el próximo año.
Texto y fotos: Josep Fleitas
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