Crónica de The Zombies: Las digresiones de los maestros
8 diciembre, 2015 12:00 pm Deja tus comentariosKafe Antzokia, Bilbao
Allá por nuestra época de estudiante un servidor solía encontrar infinito placer en escuchar aquellas anécdotas con las que los profes más veteranos salpicaban de vez en cuando la materia. En ese sentido jamás olvidaremos a ese señor de los pies a la cabeza con apellido de pintor universal que te trataba de usted, declamaba versos en clase y hasta incitaba a los alumnos a cantar romances medievales. Un apasionado de la literatura que realmente vivía su asignatura y parecía proceder de un mundo de fantasía ajeno al materialismo y a los bienpensantes que dictan lo que es o no es útil en esta sociedad.
Hay que reconocerlo, los chascarrillos son en realidad la sal de la vida. Un paréntesis necesario que lejos de distraer la atención sobre el asunto en cuestión, la incrementa y sirve para que la mente vuelva a la carga con pilas renovadas. Una especie de descanso del guerrero de la erudición.
Con una trayectoria del calibre a la de los británicos The Zombies, cuyos orígenes se remontan a 1961, las batallitas están a la orden del día. Por desgracia, no se trata de un grupo de moda y su regreso a la actividad en 2004 ha pasado bastante desapercibido, del mismo modo que su reciente disco “Still Got That Hunger”. No se esperaban por tanto grandes multitudes en su parada en el Antzoki bilbaíno, pese a que resultaría complicado comprender a bandas claves en la historia de la música como The Doors sin su innegable influencia.
Un discreto respetable bastante envejecido dio la bienvenida a estos pioneros del rock psicodélico de los que decían que su sonido era demasiado “oscuro” para la época. Había anunciados por ahí unos teloneros que nunca aparecieron, por lo que tocó comerse casi una hora de espera antes de que las leyendas irrumpieran en el escenario.
Pero el tiempo muerto mereció la pena, pues The Zombies pusieron de primeras el corazón en un puño con una emocionante “I Love You”, todo un temazo de 1965 con el que paradójicamente otro grupo pegó el pelotazo unos pocos años más tarde, los californianos People!. Otro de esos numerosos ejemplos en los que una versión supera en éxito a la original, que solo conoció cierta repercusión en las Islas Filipinas, donde encadenaron diez noches seguidas con entradas agotadas a finales de los sesenta.
Volviendo al presente, esta reunión, al contrario que otras muchas que pululan por ahí, no era ninguna tomadura de pelo. Teníamos en un lugar privilegiado al teclado al miembro fundador Rod Argent, que luego también capitaneó una banda llamada con su apellido, la misma que grabó el himno cristiano “God Gave Rock And Roll To You” que posteriormente regrabaran Kiss para su redondo “Revenge” y utilizaran a modo de despedida en sus bolos.
A su vera estaba el que se reveló como estrella absoluta de la velada, el cantante Colin Blunstone, que a sus 70 palos sigue conservando cierto aire de dandy y un estado vocal impresionante. De poner pelos de punta fue en este sentido “I Want You Back Again”, que ha sido rescatada en varias actuaciones en vivo por Tom Petty, reconocido fan de The Zombies.
Sin ánimo de recrearse en exceso en su glorioso pasado, reivindicaron su material más reciente con “Moving On” y “Edge of the Rainbow”, una delicia soul con poso Sam Cooke. Y no tardaron en soltar inefables batallitas de Abuelo Cebolleta al recordar que “Tell Her No” fue un éxito global, aunque no estaban seguros de su repercusión en nuestro país. La repetición por parte del público de ese estribillo facilón con ambiente de ‘Vacaciones en el mar’ confirmó que incluso en los sesenta a veces llegaban cosas al páramo cultural de la España preconstitucional.
Y sin apartarse de aquella época sonó niquelado el “You Really Got A Hold On Me” de Smokey Robinson, que The Zombies fundían en su debut con el “Bring It On Home To Me” de Sam Cooke y también registraran The Beatles para su reválida en su día. Fue una de las piezas mejor recibidas por la concurrencia, porque el que no daba palmas movía la pierna o chasqueaba los pulgares al ritmo de la canción. De enmarcar esos coros perfectos y el ambiente psicodélico que otorgó Argent a los teclados.
Fieles a la costumbre de sazonar novedades entre los clásicos, no desentonó “Maybe Tomorrow”, cuya melodía de fondo casi parecía un calco del “Lady Madonna” de los Fab Four. A este respecto, Rod confesó que tuvieron que pedir incluso permiso a Sir Paul McCartney, no por la sospechosa similitud mencionada anteriormente, sino por ese guiño que meten al final al decir “I believe in yesterday” con el tono de la popular balada.
Es una injusticia que su último redondo apenas haya alcanzado repercusión, pese a que piezas como “New York” no cortan en absoluto el rollo. No se centraron exclusivamente en ello, puesto que hubo espacio para el primer trabajo en solitario del excelso vocalista Colin Blunstone con “Caroline Goodbye”, compuesta a partir de su ruptura con la actriz y modelo Caroline Munro, un viejo amor de juventud que valió al cantante para reflexionar sobre cómo uno en las canciones siempre empieza hablando sobre sí mismo y sus amores. Algo básico en cualquier arte, hasta las obras de Bukowski están plagadas de homenajes velados a mil y un féminas.
Parecía una broma que dijeran que su seminal ‘Odessey and Oracle’ había permanecido relegado en los abismos de la historia hasta hace apenas “15 o 20 años”, según aseguraron. Y tal y como marca la tradición en sus directos, se arrancaron con la celestial “A Rose For Emily” y “Care of Cell 44”, la pieza que abría su piedra angular de 1968 en la que se hace imposible no acordarse de su coetáneo ‘Sgt. Pepper Lonely Hearts Club Band’.
Su mayor éxito, el himno contracultural “Time Of the Season”, se antojó una verdadera clase magistral con Blunstone en un estado de gracia a nivel vocal y un solo estratosférico de teclado a cargo del líder Argent. Precisamente, de la banda que lleva su apellido, rescataron “Hold Your Head Up” de 1972, a la que ya han rendido tributo Steppenwolf, Uriah Heep o Mr. Big, entre otros.
La despedida a un bolo de esos para tomar apuntes llegó con el inmortal “She’s Not There”, otro drama juvenil con armonías vocales para deleitarse, y “Summertime”, con la que acostumbran a cerrar sus shows desde su reunificación. Desde luego nos resarcieron de veras por aquella ocasión en la que tocaron en la carpa del festival Azkena con un sonido horrible. Toda una lección la de estos viejos maestros con sus agradables digresiones. Se puede disfrutar de lo lindo entreteniéndose por el camino.
Texto y fotos: Alfredo Villaescusa
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