Crónicas
Igorrr: Vive la différence
«La frase francesa del título que se usa para celebrar aquellos rasgos que nos diferencian, que nos hacen únicos y que sirve como una crítica a la uniformidad y el borreguísimo, le viene ni que pintado a Gautier Serre, el músico detrás del nombre artístico de Igorrr»
Sala Caracol, Madrid.
Texto: Yorgos Goumas. Fotos (Barcelona): Víctor Vallespir
Francia ha estado desde siglos en el frente vanguardista, desde la filosofía y la política hasta el arte, y por eso creo que Igorrr es prole consecuente de esta centenaria tradición rupturista francesa.
Gautier sabe mezclar la música contemporánea y disonante de un Yannis Xenakis (un griego naturalizado francés), la tradición occitana de los trovadores, la música barroca francesa, la nouvelle chanson y la música electrónica desarrollada en su país (Daft Punk, Jean-Michel Jarre, Air) con elementos foráneos como la ópera, el dubstep, el breakcore y el metal extremo para ofrecernos un pot-pourri de lo más apetitoso que hizo que la sala registrara un lleno casi total con un público heterogéneo que tanto podría encajar en un garito heavy como en una fiesta clandestina de rave.
Aunque es difícil encontrar a un telonero que pueda poner algo de onda en el ambiente, como dicen en Argentina, para predisponer a un público ávido de escuchar una música tan heterogénea como la de Igorrr, creo que la elección de The Holeum fue adecuada. Se trata de un quinteto levantino que lleva en la brecha desde 2014 y que opta por hacer una mezcla de doom y death siempre a medio tiempo y metiendo ambientes más atmosféricos también con algún toque progresivo. Es como si mezcláramos a unos Swallow the Sun con Neurosis o unos Isis con Ghost Brigade y Cult of Luna, y todo eso aderezado con elementos poco comunes en este tipo de género como son… las trompetas. No en vano hay partes que me recuerdan a la banda anterior de dos de sus componentes, los ya desaparecidos Nahema. Creo que su disco de debut, ‘Negative Abyss’ (2016), encajaría dentro de lo que hoy se denomina post metal y, aunque a estas alturas no reinventan la rueda, su aportación musical es más que bienvenida en un panorama nacional que lleva mucho tiempo estancado a lo de siempre. Consecuentemente, creo que la mayoría de los asistentes pudieron apreciar su propuesta con esa amplia paleta de matices y ambientes oscuros aunque es verdad que su insistencia en usar los medios tiempos a veces se hace cuesta arriba.
La versión en directo de Igorrr para esta gira consiste en Gautier detrás de la mesa de mezclas, un batería y dos vocalistas: una soprano lírica y un chico que se encarga de las voces guturales; todo esto regado con un set de luces que va acorde con la locura musical que desatan Igorrr. El setlist fue un buen compendio de todos aquellos elementos sonoros mencionados previamente.
Después de la intro a capela de la cantante, arrancaron con “Spaghetti Forever” con sus elementos barrocos. Posteriormente vino “Opus Brain” que mezcla breakcore (una especie extrema de drum and bass), sonidos sacados de la saga cinematográfica de los Transformers, black metal y opera, y “Moldy Eye” con sus coros épicos distorsionados y el grindcore industrial que me recuerda a aquellos australianos locos, The Berzekers. Los lamentos folk barrocos de “Pavor” y “Caros” fueron seguidos por las guitarras (grabadas) metaleras de “Viande” y la voz masculina muy al estilo de unos Converge. “Cheval” con su acordeón típico francés y su gabber (hardcore techno) grindcore industrial fue seguido por “Tendon”, mezcla entre grindcore y black metal y “Massive Funeral”, con órganos eclesiásticos. En “Tout Petit Mouaneau” y “Biquette”, la vocalista nos mostró el poderío de su registro vocal que se asemeja al de una Diamanda Galás o Nina Hagen mientras que en “Barbeque”, Gautier se lució con su capacidad de mezclar en directo. Con “Apopathodiaphulatophobie” volvieron los sonidos post hardcore y grindcore y cerraron su actuación con “Robert”. Los temas caían sin apenas interludio entre uno y otro y, en combinación con la falta de interacción con el público (menos en un momento dado cuando invitaron a gente a subir al escenario para botar al son de los beats alocados), hizo que la actuación fuera algo corta pero no por ello menos intensa; además creo que para este tipo de música la duración de poco más de una hora está muy bien.
Sospecho que Gautier eligió este nombre artístico como homenaje al asistente deformado del Dr. Frankestein en la famosa saga cinematográfica ya que, igual que su monstruo está ensamblado con partes de varios cuerpos, su música es un compendio de elementos muy disparatados así que sirva como colofón la celebérrima frase del doctor cuando su monstruo finalmente cobra vida: “¡Está vivo!”… y tan vivo.
Texto: Yorgos Goumas
Fotos (Barcelona): Víctor Vallespir
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