Crónica de IAMX: Un oasis en el desierto

Sala Santana 27, Bilbao.

Los conciertos de rollo gótico, industrial o similares son algo tan raro por el norte que cuando suceden uno se pregunta si no se trata en verdad de levitaciones, puro realismo mágico o alguna de esas escenas impactantes como cuando llueven ranas en ‘Magnolia’. Hay que pellizcarse fuerte y comprobar que las fechas son correctas y que estamos hablando de los mismos artistas, no sea que existan otros con igual nombre pero de un palo completamente distinto.

Todo un evento que desafiaba el orden natural de las cosas se antojaba la venida de IAMX, proyecto personal del londinense afincado en Berlín Chris Corner que bebe de la electrónica tenebrosa y la actitud transgresora del primer Trent Reznor o incluso Marilyn Manson. Sumemos ahora cierta ambigüedad sexual heredera de David Bowie y un espectáculo multidisciplinar a la altura de cualquier performance en una galería de arte moderna.

Parecía un planazo, pero apenas se congregaron medio centenar de personas, siendo muy optimista. Es lo que toca por estos lares, pese a que en la capital del reino su bolo estuviera abarrotado. La diferencia reside en que allí existe una cultura al respecto, la gente conoce al grupo, mientras que en el País Vasco apenas suena su nombre y hasta en reputados medios de comunicación puedes leer sandeces como que hacen electropop. En plan Lady Gaga, vaya.

Con una puesta en escena apocalíptica y montañas de teclados que se acumulaban igual que en un vertedero, IAMX evocaron de inmediato un futuro distópico mediante “I Come With Knives”, rodeados de pequeñas pantallas y clavando la intro de voz angelical que se puede escuchar en el disco. El carismático Chris apareció con capucha mientras que a su vera se situaba una teclista de piernas kilométricas y su infatigable compi desde 2006 Janine Gezang al bajo, teclas y coros. A la batería había un humano competente, al contrario que en otras ocasiones precedentes en las que se recurría a una máquina.

Embadurnados en pintura y maquillaje a medio camino entre los guerreros de la carretera de ‘Mad Max’ y la sofisticación New Romantic ochentera, calaron en la reducida audiencia con “The Alternative”, tema homónimo de uno de sus álbumes más reverenciados. Daba pena que un espectáculo tan cuidado fuera exclusivamente para unos pocos, pues hacía tiempo que no veíamos sobre el escenario algo de semejante envergadura. Toda una delicatessen en el verdadero sentido de la palabra.

Repasaron en abundancia su última obra ‘Metanoia’ con piezas tipo “Happiness”, cercana al Synth Pop a lo Depeche Mode, antes de “No Maker Made Me”, que adquirió en las distancias cortas el aire industrial de Nine Inch Nails, a la par que subía la temperatura con las teclistas multifunción arrodilladas frente al público. El voceras Chris también estaba poniendo su granito de arena para animar al selecto personal y no dudó en acariciar con ternura a una chica de la primera fila.

Una de las piezas más esperadas era “Spit It Out”, aunque tras entonar el estribillo a capella la ralentizaron hasta mutar en algo casi irreconocible a lo que se escucha en estudio. “Os voy a besar a todos”, dijo el vocalista antes de arrancarse con “Surrender” y unos falsetes que recordaban sobremanera a Matt Bellamy de Muse. Un servidor siempre los definió como los HIM de su rollo, pese a que en directo se atisbe con mayor nitidez un abanico de influencias que van desde el rock alternativo accesible al industrial de Fad Gadget, por ejemplo.

Muy metidos en su papel, la teclista de piernas inabarcables se apoyaba y miraba con cara de malota a escasos metros del respetable o Chris y Janine se enzarzaban en una suerte de reyerta que acababa con un micro introducido en la boca. En tal contexto decadente, no desentonaba “After Every Party I Die”, corte fundamental del que uno se acuerda siempre los días de resaca.

Volviendo al material reciente, “Aphrodisiac” se reveló de lo más potente del bolo, con flashes parpadeantes que impedían distinguir cuando los miembros del grupo se acercaban de improvisto a la gente. Y otro de los picos fue “Your Joy Is My Low”, electrónica oscura como un tizón aderezada por los coros de Janine y que quizás cobra mayor relevancia al saber que el propio Chris Corner sufrió hace no demasiado una desquiciada combinación de insomnio y depresión que le llevó a plantearse abandonar la música.

Había cuatro gatos, como quien dice, aunque por la entrega parecía que se trataba del doble o triple de almas. Pero la realidad era inapelable y tal vez eso motivara que se recortara el repertorio establecido. Por lo menos condescendieron en los bises con la imprescindible “Kiss & Swallow” y “I Am Terrified”, donde relució el aspecto sentimental y acabó con Chris arrodillado, implorante, antes de escapar raudo al camerino cual presa de alguna especie de ataque de pánico.

A pesar de que las multitudes no acompañaran, fue sin duda de lo mejor que hemos visto en ese estilo, auténticos músicos y artistas multidisciplinares a años luz de And One, Escape With Romeo y otras luminarias de la electrónica lúgubre. Todo un oasis en el desierto que probablemente no volvamos a disfrutar debido a la falta de interés por estos lares. Algo incomprensible, puesto que IAMX podría ser también el nombre de una droga para meterse en vena. Lo suyo era adictivo.

Texto: Alfredo Villaescusa
Fotos: Marina Rouan

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